Babylon: Una condena a la industria, dentro de una carta de amor al cine

Damien Chazelle ha explorado lo que significa ser un creativo desde diferentes instancias, con Whiplash (2014) y la obsesión de un artista, o con La La Land (2016) y la fortuna de ser notado. Pero en Babylon, demuestra la realidad detrás de esta industria; los excesos, abusos, inequidad racial, censura, tratos ilícitos, caídas mortales y alzas heroicas. 

Pero detrás de todo el circo, hay una cuestión que une tanto a los personajes, como a los espectadores: nuestro amor por hacer y ver cine.

Chazelle muestra a un Hollywood en sus desastrosos comienzos, en los años 20. Cuando las películas no tenían color o sonido, las producciones costaban menos, los trabajadores no tenían sindicatos y el exceso era una constante, sino que una necesidad. Añadiendo a esta bruma causada por el alcohol y las drogas, el cine encontró un radical cambio con las talkies y The Jazz Singer (1927), la primera cinta de cine sonoro, tanto para la producción de cine como para los personajes de Los Ángeles.

El precio de soñar

Esta película es la pieza central que encapsula el trabajo de Damien Chazelle. En cada una de sus películas tratamos con personajes que tienen sueños, aquellos que luchan por sus aspiraciones y deseos de convertirse en una gran estrella. De ser reconocido en el mundo por su talento. Sea por resistencia, talento, suerte u obsesión, siempre se logra. Mia (Emma Stone) consigue ese rol que la lanza al estrellato, Andrew (Miles Teller) descubre su verdadero potencial como baterista y Neil Armstrong (Ryan Gosling) se convierte en el primer hombre que caminó la Luna.

Más en Babylon, estos sueños son solo el primer acto. El filme se desarrolla en las consecuencias tras conseguir estos objetivos. De manera juguetona, saltando entre la comedia, que en ciertas escenas puede considerarse grotesca, y la tragedia. 

Introduciendo a los personajes centrales que empujan esta temática: Nellie Laroy (Margot Robbie), una actriz que busca su oportunidad de convertirse en una estrella (“No te conviertes en una estrella, nene. O lo eres o no”), Manny Torres (Diego Calva) un inmigrante mexicano, a fin al contemporáneo cinéfilo, quién sueña con una carrera en el cine, y comienza su carrera como asistente de Jack Conrad (Brad Pitt) leyenda del cine mudo en busca de un nuevo reto, un verdadero artista y terrible esposo.

Todos obtienen su deseo en el primer acto de la historia. En adelante, cada uno debe de atenerse a las consecuencias. A un mundo tan cambiante como lo es el cine, dónde las oportunidades pueden desvanecerse tan rápido como llegaron, que nunca está satisfecho y escupe todo lo que no necesita. 

El éxito es cuestión de…¿suerte?

Babylon expone las advertencias que La La Land ignora completamente. Esta última presenta una versión romántica de la industria, que puede resultar cansada en el proceso, pero del otro lado promete un final feliz. Aunque la realidad sea más ligada a lo que presenta Babylon, una serie de intentos para alimentar aquello que es insaciable. 

Las conexiones entre los filmes, no solo son temáticas, se pueden notar perfectamente en la música creada por el compositor, y leal colaborador de Chazelle, Justin Hurwitz. Dentro de la composición musical de Babylon se encuentran 4 notas que reconocemos del score de La La Land, que provienen de la secuencia “Someone in the Crowd”, acompañando por las letras:

“Someone in the crowd could take you where you want to go. 

If you´re that someone ready to be found”

Ligando a la idea sobre como el éxito en esta industria es cuestión de estar en el lugar y momento correcto. 

La rueda vuelve a girar y los tiempos cambian. Esta industria no puede no moverse y en su cambio de piel deja atrás a todo lo que sobre. Algunos logran salirse de este ciclo de abuso, pero otros sucumben a él, son víctimas de la farándula que los tabloides reportaran al día siguiente. 

Entonces, ¿por qué vamos al cine? Si Damien pasa dos horas retratando los horrores dentro de la institución del cine, ¿por qué estamos ahí sentados? 

¿Se justifica todo lo que sucede tras bambalinas? 

Manny Torres se encarga de responder esta pregunta, al inicio del filme, cuando relata por qué quiere trabajar dentro de la industria. Y en un epilogó de 10 minutos, como es costumbre de Chazelle, nos recuerda la realidad que nos mantiene en el cine: 

“Vamos al cine para no sentirnos solos. Para ser parte de algo más grande que nosotros, que la vida misma.”

Este espectáculo de tres horas nos regresa al cine para celebrar a los creadores, que ponen todo en la línea para hacer arte. En era del streaming donde el contenido que consumimos es dictado, creado y destruido por algoritmos, esta película exige que tomes el tiempo de para adentrarte al cine, una vez más. 

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