Capitalismo rosa y violencias multiculturales


“Lo multicultural esconde distanciamiento y apatía directamente relacionada con la etnia, el género, la religión, la clase social, las identidades de género y las preferencias sexuales.”


La tolerancia a la otredad se traduce en afirmaciones, exhibiciones, alientos e incluso construcciones de identidades particulares. Son tales las que desplazan a las sociedades occidentales y las llevan hacia la pospolítica, logrando una despolitización de dichas sociedades; fragmentando grupos al grado de imposibilitar un cambio en el tejido social. Los fragmentos son tan pequeños y tan específicos que disuelven a la Diferencia, dejando al otro sin posibilidad alguna de generar un cambio significativo, un cambio en absoluto. Esa es la máxima violencia ejercida por las negaciones políticas.

Por tal, la tolerancia se convierte en el nuevo símbolo -entendido como comunión- de lo que se considera político. Lo individual se encuentra en el absurdo de la búsqueda de una identidad que no se logrará encontrar, ya que los discursos son modificados constantemente. La sintonía entre sujetos depende de la cohesión de los diversos grupos creados a partir de sus diferencias, por mínimas que éstas sean; es así que la tolerancia se inscribe en la supuesta comprensión del otro, en su fusión de características particulares para darle un espacio que merece de manera individual por el simple hecho de existir en una sociedad liberal.

Lo multicultural esconde distanciamiento y apatía directamente relacionada con la etnia, el género, la religión, la clase social, las identidades de género y las preferencias sexuales; esto resulta una consecuencia directa de una izquierda que ha abandonado la lucha -y la conciencia- de clases para sumarse a la contemplación de un espejo caleidoscópico: hipnótico, pero ilusorio. La supuesta tolerancia no es más que un disfraz de la intolerancia y la xenofobia.  

Lo universal se disuelve ya que las dificultades de los sin-lugar se mantiene en los hogares de clase media, quienes terminan por exponer su capacidad -relativamente- imparcial ante una situación lejana -y negada- inamovible hacia ambos extremos del péndulo. No son de derecha; tampoco de izquierda. No son exiliados o vulnerables en las calles; tampoco son ricos con todas las puertas abiertas.

La inclusión de la pospolítica

De está manera se encuentra el mercado o capitalismo rosa, siendo la apropiación del movimiento y del discurso LGBTIQ+ por parte del capitalismo. Es un término utilizado de forma crítica. Este tipo de capitalismo surge cuando el dinero rosa, el poder adquisitivo de la comunidad LGBTIQ+, se vuelve lo suficientemente importante como para hacer rentables proyectos o negocios orientados exclusivamente a este colectivo.

Desde mediados de la década de 1960 en Estados Unidos, se produjo un cambio documentado en la práctica del marketing, que pasó de dirigirse a la corriente principal o al mercado de masas a incluir nichos de mercado más especializados. Siguiendo esta tendencia, las empresas y los vendedores con ánimo de lucro empezaron a buscar más clientes potenciales “alternativos”, dando lugar a la popularidad de los nichos de mercado, como el mercado latino y el mercado gay/lésbico. 

En estas circunstancias, surgió el capitalismo rosa, que marcó un “nuevo” mercado que, anteriormente -consciente o inconscientemente-, había sido ignorado por la sociedad, las empresas y los medios de comunicación. También se manifiesta el capitalismo desbordado en su forma más cínica: los desplomes y las crisis se convierten en un juego de azar, en el que el dado cargado cobra más víctimas mientras el capitalismo despolitizado se renueva con una nueva deuda o una nueva base en la que flotar.

Cortesía: Twitter @JJLLMadridNorte

La principal crítica a este tipo de capitalismo es que mercantiliza el movimiento LGBTIQ+. En lugar de que el propio discurso de esta comunidad influya en la dinámica de la oferta y la demanda, es el capitalismo el que influye en el discurso.

Un ejemplo de capitalismo rosa es aprovechar las festividades del mes del orgullo LGBT+ para hacer publicidad. Esto sucede en las activaciones de productos o servicios de múltiples empresas que participan en la marcha y la utilizan para promocionar(se).

El redireccionamiento de marketing comienza captando la mirada: publicidad en medios de comunicación; modificar campañas con elementos relacionados con la comunidad; y hacer productos o campañas específicas. Después, el estilo de vida -nocturno- urbano se adapta a las necesidades en forma de bares, clubes, restaurantes e incluso hoteles y servicios de Airbnb en temáticas LGBT+ (noches gay, turismo, eventos privados, entre otros tantos). Eventualmente, todo esto se traduce en medios digitales, encontrando apps de citas y publicidad dirigida, principalmente. 

Segmentación. Deseo. Producción desde el entretenimiento.

La construcción del otro auténtico

La esquina liberal se afianza el término libertad y la esquina socialista toma el de igualdad. El antagonismo se vuelve parodia en cuanto la auténtica pospolítica se convierte en una absurda política, pasando de un entendido “nuevo orden inclusivo” y se transforma en fetiche violento, regresando a orígenes religiosos impositivos. El otro se convierte en un otro auténtico en cuanto a que su existencia y legitimidad da a estos nuevos fundamentalismos; y viceversa. De acuerdo con el filósofo esloveno Slavoj Žižek:

Este continuo florecer de grupos y subgrupos con sus identidades híbridas, fluidas, mutables, reivindicando cada uno su estilo de vida/su propia cultura, esta incesante diversificación, sólo es posible y pensable en el marco de la globalización capitalista y es precisamente así cómo la globalización capitalista incide sobre nuestro sentimiento de pertenencia étnica o comunitaria: el único vínculo que une a todos esos grupos es el vínculo del capital, siempre dispuesto a satisfacer las demandas específicas de cada grupo o subgrupo (turismo gay, música hispana…). (2007:28)

Cartel anticapitalista “Queer Liberation not rainbow Capitalism”. Desfile del Orgullo Gay de Leeds por el centro de la ciudad de Yorkshire. Desfile del Orgullo Gay de Leeds, Reino Unido – 5 de agosto de 2018 (Foto de Joel Goodman/LNP/Shutterstock)

Finalmente, el gran Otro no puede hacerse presente en está clase media desde su radicalismo ilusorio, en su dificultad para asimilar o articular un capitalismo despolitizado, en el que no pasa nada porque toda barrera ha sido -aparentemente- borrada. La única manera en la que ese gran Otro simbólico regrese a lo real es en cuanto a su neutralidad consciente en la clase media y su posibilidad y ruptura en la infinidad de otredad creada.

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