Corporeidad, muerte e ideología en Karl Hans Strobl

Columna por: Celeste Espinosa

“En este sentido se estaría rompiendo con el paradigma que presupone un cuerpo en reposo post mortem: la muerte implica un descanso motriz y de la conciencia de dicho cuerpo”.


Desde siempre, la literatura ha funcionado como fuente de inspiración, reflexión y autoconocimiento, uno de los temas que a decenas de escritores ha intrigado y mediante el cual han creado ficciones increíbles es el cuerpo o la corporeidad. Por supuesto uno de los géneros en dónde este tópico se ha explorado con más desenvoltura y desenfado es en la literatura de horror, sin que ello signifique que no haya otro tipo de textos que aborden el tema, un ejemplo claro se remonta a los clásicos, con las Metamorfosis de Virgilio, más tarde, Virginia Wolf también explora el tema desde un enfoque completamente diferente con su novela Orlando o en una representación más actual, la novela Temporada de Huracanes de Fernanda Melchor. 

Por otra parte, la corporeidad y la muerte ha sido tema de infinidad de obras, tanto en las artes visuales, como en la música, el cine y por supuesto en la literatura, sin embargo, de los muchos ejemplos que podría abordar, en esta ocasión me decanté por uno que me resulta sumamente interesante por mucho motivos: La Cabeza de Karl Hans Strobl.

Karl Hans Strobl fue un escritor austriaco nacido en 1877, durante su formación académica fue un gran admirador del poeta Maria Rilke, pero los autores que más influenciaron su trabajo como narrador fueron Edgar Allan Poe y E. T. A. Hoffmann, su principal momento como autor se dio a partir del fin de la primera guerra mundial, pues destacó como un narrador de género fantástico, de ciencia ficción y en el género policiaco y fue enormemente reconocido como autor de horror. Sin embargo, su obra fue censurada, y con justa razón, por muchos años después de su muerte, debido a su participación activa intelectual pro nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Este hecho resulta controvertido, puesto que la antología Lemuria, cuentos extraños y malditos en la que se encuentra el cuento La cabeza reúne un conjunto de características que bien podrían considerarse clásicas del gótico, sin embargo, también dejan ver un destello de la ideología que posteriormente lo condenaría al desdén, por ejemplo, las referencias a los conflictos bélicos como lo hace en el cuento El artista de sombras donde ambientando la historia hace alusión a la Batalla de Marne ocurrida durante la primera guerra mundial, en 1914. 

Otra de las características que resaltan en esta compilación de cuentos es la forma en la que el autor aborda temas étnicos, por ejemplo en su cuento Busi-Busi, en donde comienza con una retahíla en voz de un sargento originario de Senegal:  

—¡Alemania… ah, Alemania! —dijo el sargento y escupió con desprecio—. Los alemanes… no son seres humanos como nosotros o vosotros, ¡oh, no! Son como una especie de monos que viven en los árboles. Algunos viven, incluso, en los pantanales, de los que Alemania está llena. Allí se revuelcan como los hipopótamos, de modo que solo asoman la cabeza. Se alimentan de sus propias inmundicias, ¡por Dios, en el mundo no queda una raza tan asquerosa! (…)

Tan solo en ese fragmento podemos vislumbrar un dejo de justificación, un uso de la exaltación de los defectos de los pueblos ajenos que podría pretender mostrar a un pueblo cruel que arremete con una Alemania que venía sobreponiéndose de una derrota. 

Otro elemento que resalta en los cuentos de Strobl es, y en ello quiero poner especial atención, la corporeidad. Como ya mencionaba, la exploración del cuerpo y de sus formas y transformaciones se amalgama de forma casi urgente con la reflexión sobre la muerte, este aspecto se ve muy claro en su cuento La cabeza, en el que la corporeidad se aborda en tres formas: el cuerpo mutilado, el cuerpo dominado y el cuerpo en reposo.

De tal modo, desde el principio de esta narración, podemos apreciar un cuerpo mutilado que funge como narrador su propia historia y la del cuerpo al que perteneció: 

De repente, atravesando la oscuridad, vino hacia nosotros una mano blanca, flaca

y luminosa y comenzó a escribir en la mesa a la que estábamos sentados, con el

lapicero dispuesto a propósito. No veíamos lo que escribía la mano, pero lo sentíamos

en nosotros… simultáneamente… como si hubiese estado ante nuestros propios ojos,

escrito con letras de fuego.

Asimismo, en otro momento de la narración llevada a cabo por dicha extremidad nos encontramos con el cuerpo del protagonista siendo dominado o sometido a tortura por sus verdugos.

Más adelante, en este cuento de Karl Hans Strobl, nos encontramos que por un breve instante, se muestra al cuerpo del protagonista en un estado de breve reposo en el patíbulo en que fue degollado para que, inmediatamente después, la cabeza degollada tome un papel protagónico de esta historia. De este modo es otra parte desmembrada del cuerpo quien funge ahora como narrador.

Un aspecto que me parece relevante para mencionar es el hecho que la muerte y su respectivo cuerpo en reposo supondrían un descanso de dicho cuerpo y de su conciencia, no obstante, la conciencia se prolonga postmortem y el descanso no llega a concretarse. Esto se debe a que la cabeza degollada toma conciencia de la muerte de su cuerpo e intentar revertir su estado de mutilación:

Anhelo mi cuerpo, anhelo liberarme de esta frialdad insoportable en la sección

cortada de mi cuello, que ya casi se ha convertido en un ardor. Pero atisbo en vano.

Todas las cabezas han encontrado un cuerpo. A mí ya no me queda ningún cuerpo.

Pero por fin, tras una búsqueda larga y esforzada, encuentro uno… en el fondo,

recluido con modestia en un rincón, un cuerpo que aún no tiene cabeza… un cuerpo

de mujer.

Como vemos el cuerpo y muerte están estrechamente vinculados en este relato y dicho vínculo se da a través de la conciencia y de las presuposiciones con respecto a los estados del cuerpo humano. 

Por ejemplo la mano y la cabeza como parte del cuerpo mutilado que toman conciencia de la corporeidad perdida, ambos casos posterior a la muerte de dicho cuerpo. Mientras que la se presenta como un elemento fantasmagórico con intelecto ya que escribe la para poder narrar su historia, la cabeza degollada es consciente en todo momento de lo que ocurre en su entorno al grado de querer recuperar su cuerpo.

En este sentido se estaría rompiendo con el paradigma que presupone un cuerpo en reposo post mortem: la muerte implica un descanso motriz y de la conciencia de dicho cuerpo.

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