Columna por: Rossebanks

“Es común que las tendencias vuelvan pero siempre hay algo que se le cambia y agrega, siendo el peso una demostración de estas predicciones cada vez que la talla cero se vuelve más inaccesible”.


Muchas de las tendencias que vemos en la pasarela toman fuerza en el mundo real cuando las celebridades deciden llevarlas. Además de cómo se ejecutan, también es importante saber quién, cómo y cuándo las usa; es por ello que muchas personas deciden replicar los estilos, incluso si no es fácil. Pero, ¿qué pasa cuando todo esto involucra un cambio físico en las personas? Es ahí cuando vemos el problema de los medios y su influencia en las actuales y sobre todo, nuevas generaciones.

El origen de la talla doble cero

La talla cero y doble cero ha cambiado a lo largo de los años, la primera se popularizó alrededor de los años setenta con Twiggy, una de las modelos más famosas de la época, conocida por sus grandes ojos, icónico delineado y cuerpo delgado. Antes de ella, las modelos eran delgadas, pero tenían mucha más masa muscular de lo que ahora se puede ver en editoriales o pasarelas. Lo hegemónicamente bello era lo que desde el “male gaze” era considerado atractivo: modelos delgadas pero no lo suficiente para que pudieran tener esas curvas que se consideraban atractivas y sensuales.

A partir de los años setenta comienza este gran amor de la industria por las modelos extremadamente delgadas, implementando así la talla doble cero, desapareciendo algunos años y volviendo cada dos décadas como ya se acostumbra en el proceso cíclico. 

Es común que las tendencias vuelvan pero siempre hay algo que se le cambia y agrega, siendo el peso una demostración de estas predicciones cada vez que la talla cero se vuelve más inaccesible.

La talla doble cero en la moda

Lamentablemente, no sólo la ropa es lo que se vuelve parte de la moda, no se reduce a prendas o accesorios, termina involucrando al maquillaje que acentúa o forma facciones, al igual que la silueta o el cabello que al final terminará siendo un objeto de crítica ante la sociedad por estar a la moda o no, ya que nuestro cuerpo se ha vuelto parte de algo más que solamente su existencia.

En un inicio, la talla doble cero no existía puesto que no se consideraba universal que existieran personas tan delgadas como para producir ropa más pequeña; sin embargo, con el paso del tiempo y la variedad de cuerpos que han surgido esta talla ha cambiado sus medidas. Lo que empezó como una talla 0 en la moda a inicios del siglo terminó siendo una talla 2 y hasta 4 en ciertas marcas para el 2020, convirtiéndose los cánones de accesibles para cierta parte de la población cánones totalmente imposibles. 

¿Por qué es importante?

Cuando una campaña publicitaria aparece en televisión (ya sea abierta o de paga), en una revista o periódico local e inclusive en anuncios en la carretera, se difunde un mensaje. Normalmente el de las marcas es, además de vender el productor, vender la ilusión del estatus social o la vida que puede denotar el o la modelo que está luciendo el producto; es por ello que normalmente vemos el mismo tipo de modelos: altas, con facciones europeas y en su gran mayoría delgadas, alimentando así la idea que se tiene de que la delgadez es un sinónimo de éxito y salud. 

Dar este mensaje a las generaciones tanto de mujeres como de hombres con falta de notoria representación puede ser perjudicial para toda la sociedad, ya que si bien las marcas no son las únicas responsables, sí tienen una gran carga de conciencia al promocionar y alimentar esta idea que se tiene de la mujer joven y moderna que debe ser delgada para poder lucir bien la ropa. Es obvio que no se tiene que ser tabla doble cero o cero para poder usar ciertas tendencias, sin embargo, las celebridades que portan una de ellas lucirán “mejor” porque la tendencia está hecha por y para ese tipo de cuerpos. Un ejemplo claro de esto serían los pantalones a la cadera, que si bien hay en diferentes tallas, se celebra más cuando se usa en un cuerpo delgado y con abdomen plano porque hegemónicamente se celebra la delgadez.

Con este ejemplo muy de los dosmil, es obvio que esta y otras tendencias se vuelven dañinas para su consumo; ya no estamos hablando de cejas delgadas que fácilmente se pueden depilar y eventualmente crecerá, se habla de un concepto más grande en cuanto al cambio, ya que existen dos opciones para lograr un bajo peso: régimenes alimenticios con ejercicio u operaciones estéticas. Ninguna es una mala opción cuando se ejecuta conscientemente, no obstante, al llegar a las manos de una o un adolescente en pleno desarrollo o a una persona que no está enterada del daño que una mala ejecución de ambas podrían tener en su salud mental y física, teniendo como posible consecuencia el desarrollar un trastorno alimenticio.

El dilema social

Desde el año pasado, con marcas como Miu Miu y su colección de minifaldas a la cadera, se observó el regreso de la ropa low-waisted. Más tarde, con modelos y celebridades en las calles o en redes sociales, usando ropa ajustada, con transparencias o dejando al descubierto el abdomen, resultó evidente esta violencia estética (definida como una violencia psicológica y sutil en la mayoría de casos, en donde se le muestra a las personas, en especial mujeres, un tipo hegemónico de cuerpo con la creencia e imposición de que verse como esas personas les hará más feliz o deberían lucir así por el mero hecho de ser aceptadas en una sociedad) que regresó a atormentar a la nueva generación.

Todo esto lo podemos observar con la familia Kardashian, quien en su mayoría decidieron reducir o retirar sus implantes, siendo ellas unas de las más grandes exponentes de tendencias (recordando que Kim Kardashian puso como cánon en 2010 el cuerpo curvy).

Algo que tienen en común los años ochenta y dosmil, además de la moda low-waisted es el gran índice de trastornos alimenticios que se tienen registrados en instituciones dedicadas a la salud, ya que no solamente se crea el auge de un tipo de ropa, sino que también de un tipo de cuerpo al que anatómicamente no todas ni todos podemos acceder, volviéndose una alternativa rápida para estar en tendencia pero para nada sencilla. Los trastornos alimenticios ya han cobrado la vida de diversas modelos que abiertamente lo han padecido y el hecho de normalizarlo sólo termina siendo un problema, ya que no se toman cartas en el asunto.

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