La estructura de 58 metros de altura, que corona la nave, en Lorraine, los carpinteros realizan el ensayo general para el montaje de la base de la aguja de la catedral de París, que se hizo humo el 15 de abril de 2019.


El montaje de la futura aguja de Notre-Dame de París alcanzó el jueves en Lorraine una etapa clave con un ensayo general del montaje de su base, casi cuatro años después del incendio de la catedral. La aguja, que tendrá 58 metros de altura como su modelo del siglo XIX, se compone de cinco partes, entre ellas “el taburete”, su base sobre cuatro soportes de roble excepcional; él solo pesa 80 toneladas.

Durante los últimos cuatro meses, se han elaborado y validado los planos, luego se han trazado las ranuras en el suelo mediante el método ancestral de cosido y forrado. Y hoy, el equipo de elevación encaja entre sí estas piezas de madera, extraordinarias por sus dimensiones, explica Patrick Jouenne, jefe de los carpinteros. Es el trabajo de toda una vida”, prosigue. Esta reconstrucción es una obra maestra.

El taburete, una vez montado en Briey (Meurthe-et-Moselle), será desmontado antes de ser transportado a París para ser montado en el tejado del edificio. “Pronto podremos ver la aguja y su gallo en el cielo de París”, declaró el general Jean-Louis Georgelin, que preside el establecimiento público de reconstrucción. La entrega del taburete está prevista para el 15 de abril de 2023, cuatro años después del incendio.

Fue necesaria la casi destrucción de Notre-Dame y un colosal proyecto de restauración para que el monumento empezara a revelar los secretos de su construcción. Iniciada en 1160 y terminada casi un siglo después, la catedral era, al final de las obras, el edificio más alto construido en su época en el mundo occidental, con una bóveda que alcanzaba los 32 metros y torres de 69 metros de altura. Los investigadores se han preguntado durante mucho tiempo por los secretos de su longevidad y cómo consiguieron los constructores de antaño que unos muros tan finos se mantuvieran tan altos.

Sin embargo, la documentación existente era demasiado fragmentaria. “Sólo el monumento puede hablar por sí mismo”, declaró el arqueólogo Maxime L’Héritier, primer autor del estudio científico recién publicado y profesor de historia medieval en la Universidad de París-8.

Entrega prevista para el 15 de abril

La nueva aguja, reconstituida de forma idéntica a la diseñada por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, se elevará a 96 metros del suelo. Utiliza los mismos materiales que la original: roble para la estructura (500 toneladas) y plomo para el tejado y los ornamentos (250 toneladas). Para poder instalar la aguja, primero hay que terminar la reconstrucción de los cuatro arcos de sillería del crucero, en el corazón de la catedral. La reapertura de la catedral, al menos para el culto, está prevista para finales de 2024, según el Ministerio de Cultura.

El incendio del 15 de abril de 2019 reveló, a través de la destrucción, la contribución de las grapas de hierro a la construcción del monumento. Algunas de ellas aparecieron después de que el armazón se convirtiera en humo. Otras se desprendieron cuando la piedra cedió al calor de las llamas. Y las obras de restauración han brindado a los investigadores una oportunidad inesperada para estudiar mejor el monumento. Es posible que la catedral tenga más de mil grapas, cuyo tamaño varía entre los 25 y los 50 cm de longitud y que pesan unos cuantos kilos. Unen las piedras de los muros de la nave, las columnas del coro, los muros de la tribuna o los elementos de la cornisa.

Una técnica antigua pero revisitada

Se trataría, ni más ni menos, que del “primer uso verdaderamente masivo del hierro en una catedral gótica, en lugares muy concretos”, según Maxime L’Héritier. El estudio, del que es coautor con siete colegas, recuerda que el uso de grapas se conoce desde la Antigüedad, como en el Coliseo de Roma o en los templos griegos. Pero se utilizaban para mantener en su sitio los grandes bloques de piedra de los pisos inferiores antes de cargarlos con los superiores. Notre-Dame, en cambio, explora una “concepción mucho más dinámica de la arquitectura, en la que concebimos que la mampostería puede moverse, y las fuerzas pueden ejercerse en determinadas direcciones”, explica Maxime L’Héritier.

El importante pero discreto papel de estos miles de grapas se olvidó en los siglos siguientes. A lo sumo, el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, que restauró Notre-Dame en el siglo XIX, se percató del uso de grapas en las cornisas. Los especialistas en arquitectura pudieron verlas en las galerías, pero no supieron explicar su presencia, debido a la falta de tiempo para examinarlas. Maxime L’Héritier cita el ejemplo de un gran historiador del arte americano que “no sabía qué pensar”.

El misterio de las grapas góticas

El importante pero discreto papel de estos miles de grapas se olvidó en los siglos siguientes. A lo sumo, el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, que restauró Notre-Dame en el siglo XIX, se percató del uso de grapas en las cornisas. Los especialistas en arquitectura pudieron verlas en las galerías, pero no supieron explicar su presencia, debido a la falta de tiempo para examinarlas. Maxime L’Héritier cita el ejemplo de un gran historiador del arte americano que “no sabía qué pensar”.

La obra de restauración de la catedral abre el libro de su construcción, con unos 200 científicos trabajando. El equipo dirigido por el arqueólogo pudo analizar en detalle la composición del hierro de los broches. El equipo dirigido por el arqueólogo pudo analizar en detalle la composición del hierro de los broches y determinar, mediante el estudio de sus impurezas, que procedía de al menos seis lugares diferentes. Los científicos tratan actualmente de determinar el origen del hierro para conocer mejor el mercado de este material en la época medieval.

Otros siguen el mismo camino para determinar las canteras de origen de las piedras. Al igual que los que tomarán muestras de los bosques en busca de los mismos elementos químicos que los de la madera del armazón ahora carbonizado. El compromiso del Presidente de la República era reconstruir la catedral en cinco años; debería reabrir – parcialmente reconstruida pero devuelta al culto – a finales de 2024.

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