Perfil de artista: Rufino Tamayo

Imagen destacada: Fotografía de Tamayo sobre Galaxia (1977)


El trabajo del artista manifiesta intenciones y posibilidades completamente distintas a sus contemporáneos, presentando obras realizadas en pos de la creación plástica autóctona, visceral.


En el diálogo pictórico de Rufino Tamayo resuenan muchos de los temas universales que preocuparon al artista a lo largo de su vida: la música, el arte, la naturaleza y la humanidad. Además, revela su conocido estilo figurativo abstracto -una mezcla de fragmentación modernista de la forma, simbolismo poético, realismo y un inquietante arcaísmo- que impulsó al artista mexicano a la escena internacional a finales de la década de 1930. 

Nacido el 26 de agosto de 1899 en Oaxaca, México, de padres zapotecas, Tamayo asistió a la Escuela Nacional de Artes Plásticas y fue nombrado jefe del Departamento de Dibujo Etnográfico del Museo Nacional de Arqueología de la Ciudad de México. Aunque era una figura destacada en el panorama artístico de ese país, tuvo importantes diferencias con los muralistas mexicanos existentes sobre el contenido y el estilo de la didáctica y se trasladó a Nueva York. 

Dualidad (1964)

Un regreso al origen

Es considerado como uno de los pintores mexicanos más importantes del siglo XX, siendo además uno de los primeros artistas latinoamericanos que obtuvo el reconocimiento internacional y la difusión de sus obras, junto con el grupo de los tres (Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco). Por ello, colaboró con ellos en determinados proyectos, como el movimiento muralista que abarcó el periodo que incluye las dos guerras mundiales, aunque su pintura tiene características propias y se distingue de los demás artistas del grupo.

Tamayo fusionó un enfoque modernista “cubosurrealista” con el color y la luz de influencia mexicana, mientras que sus superficies texturizadas, aunque pictóricas y líricas, también evocan lo vernáculo y lo identitario. Sus cuadros se centraban en la figura humana, los animales y el cosmos; daban lugar a una síntesis colorista de las formas.

El hombre ante el infinito (1950)

El trabajo del artista manifiesta intenciones y posibilidades completamente distintas a sus contemporáneos, presentando obras realizadas en pos de la creación plástica autóctona, visceral. La relación arte-público parte del momento estético y cómo éste produce sensaciones, al igual que sentimientos. No está en contra de la narrativa pictórica, sin embargo, en ningún momento optó por tomar el camino muralista identitario, el sistema de representación social revolucionario. 

En su lugar, la abstracción definió la manera de crear. Las técnicas utilizadas durante los años previos a la conquista, erróneamente entendidas como “primitivas”, permitieron que desarrolla su propio sentido del color y la forma, produciendo obras con un gran sentido. La gran aportación de Rufino Tamayo es la creación artística desde una postura estética, no política. 

El impacto de la abstracción

Su regreso a México estuvo marcado por una exposición individual en el Palacio Nacional de Bellas Artes en 1948; también expuso en la Bienal de Venecia. Realizó frescos por encargo en Ciudad de México, en el Palacio Nacional (1952), en Estados Unidos, en Houston (Banco del Suroeste, 1955), en la Biblioteca de Puerto Rico (1957) y, sobre todo, los frescos del Palacio de la UNESCO en París en 1958.

En París, en 1957, fue muy bien recibido por la crítica europea y la aparición de un nuevo mercado que había sido dominado por los estadounidenses. Difundió su técnica al pintar con pintura vinílica (un producto americano recién salido al mercado), lo que le permitió obtener un material grueso y brillante, desconocido hasta entonces. También utilizó un papel especial, hecho a mano, para obtener un soporte adecuado para los efectos de relieve que creó; participó en la invención de este nuevo proceso llamado “mixografía”.

Olga, retrato dinámico (1958)

Los premios de Tamayo son numerosos e internacionales: el Premio de la Bienal de São Paulo (1953), la Bienal de México (1960), la Beca del Museo Guggenheim (1960), la Medalla Belisario Domínguez (1988), entre otros. Viajó por Europa y vivió en París de 1957 a 1964.

En 1974 se inauguró en Oaxaca, su ciudad natal, un museo, ubicado en una modesta casa del siglo XVIII, que contiene las obras precolombinas coleccionadas por el propio Tamayo y legadas al estado regional: el Museo de Arte Prehispánico de México. 

El recinto contiene una impresionante colección de obras de arte y objetos de todas las grandes civilizaciones precolombinas que el propio Tamayo había coleccionado a lo largo de su vida. Sin embargo, no es posible encontrar obrasdel artista, que ahora están dispersas en diversos museos internacionales.

El Museo Rufino Tamayo de Arte Contemporáneo, inaugurado en 1981, está dedicado exclusivamente al arte contemporáneo y no expone su obra de forma regular. Diseñado en 1981 por Abraham Zabludowsky y Teodoro González de Léon, contiene las obras legadas por Tamayo y su esposa Olga.

De igual manera, es posible encontrar muchas obras de artistas sudamericanos contemporáneos, como Fernando Botero, Francisco Toledo, Robert Motherwell, así como Picassos y Miros. Todavía hoy nos sorprende la fuerza y la originalidad de su obra. Tamayo se instaló definitivamente en su país, donde murió el 24 de junio de 1991 en la Ciudad de México.

Museo Rufino Tamayo

Post a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *