“La belleza duele” y otras frases que nos hemos creído gracias a la violencia estética

Columna por: Rossebanks

“No hay un orígen claro de este fenómeno ya que tiene años de existencia, pero podemos asumir que viene de un sistema que claramente cuenta con violencia de género, sexista y por supuesto: machista”.


Las mujeres en muchos momentos de nuestra vida, lamentablemente, nos hemos visto violentadas de cierta forma, en uno o más ámbitos de nuestra vida; desde lo económico hasta lo físico, pasando por muchas otras violencias o microviolencias que poco a poco se han ido visibilizando hasta dejar de normalizar ciertas conductas. Sin embargo, hay una violencia que se sigue tomando a la ligera por un gran número de personas al no creer que sea tan grave, y esta es la violencia estética, la misma violencia que nos bombardea con imágenes de personas delgadas, rubias,  altas, perfectas, siendo que estas personas no son del todo reales, y en caso de serlo, los procesos a los que se enfrentan para serlo son cero saludables o bastante cuestionables.

¿Qué es la violencia estética?

Este término define a la actividad que tiene la sociedad sobre las mujeres, la presión que se ejerce sobre esta parte de la población para lograr alcanzar cánones de belleza extremos e irreales con el único objetivo de complacer a una misma sociedad, incluyendo y destacando a los hombres, además de alimentar la mentira de la realización personal cuando se llegan a lograr estos mismos estándares impuestos por hombres en el poder.

Hay demasiada controversia sobre si esta también se llega a ver en los hombres y para poder considerar esto, deberíamos conocer el orígen de este tipo de violencia ya que no es una violencia aislada, tiene todo que ver con distintas ramas de discriminación y formas de opresión a las que son sometidas:

  • La gerontofobia, que es el odio, miedo o aversión a envejecer, lo que nos haría discriminar a cualquier persona que no luzca de una edad joven.
  • El racismo, que parte del odio a lo que no entra en los cánones de cierta raza, la cual termina siendo la europea de características “blancas”.
  • La gordofobia, que radica en el desprecio que se ha generado sobre las personas que no cumplen con el estándar de delgadez esperado o se les considera insanas por su complexión; y finalmente la respuesta del por qué no se centra específicamente en los hombres.
  • El sexismo, que podemos definir por todas las conductas que buscan despreciar a las mujeres por el hecho de no ser hombres o de sentirlas como el sexo inferior.

Entre otras cosas, estas se expresan mayormente en asumir o exigir ciertos roles de género y son cosas tan pequeñas y sutiles que se ocultan en chistes que podrían parecer inofensivos o cotidianos, un chiste que podrían hacer en una comida familiar y pasaría desapercibido como un chiste más.

Si eres lo suficientemente delgada, entonces no tienes ese trasero que todos quieren. Pero si tienes suficiente peso para tener un trasero, tu estómago no es lo suficientemente plano. Todo es jodidamente imposible.

-Taylor Swift en su documental Miss Americana

¿De dónde viene?

No hay un orígen claro de este fenómeno ya que tiene años de existencia, pero podemos asumir que viene de un sistema que claramente cuenta con violencia de género, sexista y por supuesto: machista. Es decir, es un sistema regido por hombres, que se mantiene por el beneficio que obtiene de dichas violencias, desde las instituciones (como hospitales, escuelas, instituciones de gobierno) hasta los agentes sociales que pueden ser las familias, las amistades, los grupos de pares en general; e incluye por supuesto a los medios de comunicación, las empresas y sus publicidades, las redes sociales y más recientemente las y los artistas, celebrities e influencers.

Al ser una violencia fácil de replicar, todas las personas la hemos ejercido, desde una “crítica constructiva” al físico ajeno hasta un comentario con toda la intención de ofender, al no cuestionar nuestros pensamientos o creencias como el asumir que una persona que no cumple con el estándar de delgadez puede padecer más problemas de salud que otra persona que sí los cumple, o como el hecho de creer que se está promoviendo la obesidad con la mera aceptación del físico propio y del ajeno.

¿En qué nos afecta?

Que Scarlett Johansson en la rueda de prensa de The Avengers le haya preguntado a su compañero de cast, Robert Downey Jr.: “¿cómo es que a ti te hacen las preguntas interesantes y a mí las de comida de conejos?”, después de ser cuestionada si había hecho algún tipo de dieta para estar en forma no es ninguna casualidad; que a las mujeres en entrevistas se les tome más por su apariencia física sin importar el rol que estén desempeñando o que se cuestione el éxito de una mujer por ser demasiado atractiva o por no serlo es una de las formas en las que en los medios normalizan y practican esta conducta.

No es de sorprenderse, entonces, que el peso de una mujer pueda llegar a ser un titular en los medios que se dedican a la farándula, si fluctuó o no, si el color le “favorecía” a su tono de piel o no, si una prenda resaltaba cierta parte de su cuerpo u otra; y lamentablemente ya no es algo que cuestionemos como personas que consumen ese contenido.

Y si nuestra empatía no llega hasta las celebridades que son criticadas por su mera existencia y queremos seguir reproduciendo estas conductas porque “ellas lloran en una mansión”, debemos detenernos a pensar en nosotras como personas, ya que cada mujer en el mundo es afectada por estos estereotipos que ni siquiera podemos cuestionar por la forma en la que se nos presentan. Esos estereotipos que nos piden blanquitud, delgadez, juventud, perfección y sumisión, todo al mismo tiempo y de la forma esperada y cómoda para los demás, sin cuestionamientos ni libertad de pensar si es realmente lo que nos hará felices.

Los movimientos de body positive ahora están buscando erradicar eso, normalizar los cuerpos diversos, los diferentes tonos de piel y los muchos tipos de mujeres que existimos y resistimos a toda esta violencia a la que se nos ha sometido. El hecho de que más mujeres padezcan trastornos alimenticios y cada vez a una edad más temprana no es una coincidencia ni debería pasarse por alto, que desde infantes las niñas se estén preguntando qué hay de malo con su cuerpo en vez de ocuparse de vivir una infancia plena es algo preocupante.

Que los sitios y revistas digitales e impresos que van a un público femenino estén repletos de anuncios con dietas, detox, productos milagrosos y más cosas para modificar nuestros cuerpos es algo que deberíamos empezar a cuestionar como receptores y receptoras, no quedarnos en un ámbito pasivo y poner en práctica nuevas herramientas para erradicar todo este sistema al que se nos ha metido sin derecho a cuestionarnos ni un poco, porque nuestra existencia debería ser válida siempre y no sólo si no incomoda.

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