Imagen destacada: Bella Hadid para Calvin Klein. Cortesía de Tumblr.
Columna por: Ellie Rossebanks
“Si bien VOGUE existe desde finales de los años 80, en sus portadas únicamente aparecían celebridades importantes. Después de la guerra, entre los años 40 y los años 50, surgió el concepto de “supermodelo” […]”
Tal vez todas las personas que consumimos revistas, artículos, columnas, o cualquier cosa relacionada con la moda, estemos conscientes de la forma en la que una figura esbelta (de cualquier persona) se nos es entregada como un cánon; en el cual, si no lucimos de cierta forma, nuestro valor como persona se resta o es eliminado por completo. Esto dependiendo de las características físicas que poseamos. Sin embargo, el análisis de esta conducta no debería reducirse solamente al ámbito de la moda. De esta industria sale mucho del contenido que será reproducido en cualquier forma de venta, inclusive de una casa, que no creeríamos tiene mucho que ver; pero, ¿sabemos de dónde viene? Y además, ¿cómo repercute en una sociedad de personas jóvenes y cada vez más expuestas a esta vida consumista y aspiracional?
Definiendo lo abstracto
Debemos partir por lo que se considera como delgadez. Definir este término es complicado, ya que lo que lo que se concibe como delgadez resulta influenciado por contextos sociales e individuales. Realizar una investigación en internet sólo arroja definiciones muy ambiguas; entonces tenemos que partir de lo que la ciencia define como espectro de “delgadez”.
Sin hablar de pesos específicos, lo que para una persona podría ser un peso “dentro de lo normal”, para otras es un peso sobre o debajo. Entonces, ¿qué determina la diferencia? El encargado es el Índice de Masa Corporal (IMC); no distingue entre el peso de un músculo o de la grasa. Se creó hace más de 150 años y su estudio fue específicamente en hombres europeos (belgas); lo cual no puede ayudar a definir el peso o índice en una mujer, aunque también aplique para dicho sexo. Esto ha causado que inclusive personas especializadas en nutrición no usen esta herramienta, además de que jamás se han limitado por esta.
Definiendo lo visualmente obvio
No hay un registro exacto de los tipos de cuerpo canónicos o “en tendencia” (porque lamentablemente una complexión ha llegado a ser más que un cuerpo existiendo, sino una moda a seguir o un accesorio que se ha llegado a modificar por encajar) a lo largo de los años de una forma más relacionada a la moda; sin embargo, se puede hacer un recorrido histórico de los tipos de cuerpo que eran considerados más atractivos en las modelos de cada época.
Si bien VOGUE existe desde finales de los años 80, en sus portadas únicamente aparecían celebridades importantes. Después de la guerra, entre los años 40 y los años 50, surgió el concepto de “supermodelo”; ya que fueron las primeras portadas en donde aparecían modelos que, no eran del todo conocidas, pero eran hegemónicamente bellas o cumplían con ambas características.
A finales de los 40, tenemos a Suzy Parker, quien fue una de las primeras modelos en aparecer en la portada de VOGUE. De forma casi inmediata, a inicios de los 50, en Harper’s Bazaar, aparece Dorian Leigh como portada; siendo también portada de VOGUE por 6 ocasiones consecutivas y disputando el título de la primera “supermodelo” con Lisa Fonssagrives. Posteriormente, en los 60, tenemos a Jean Shrimpton, formando parte también de diversas ediciones en VOGUE y otras revistas de gran importancia.
Una modelo también muy icónica fue Twiggy, quien en los 70 puso de moda el maquillaje muy cargado en los ojos. Una de sus características eran sus grandes ojos con delineados gruesos. Durante los años 80, un ícono de las revistas fue Cindy Crawford (mamá de Kaia Gerber, una de las modelos mejor pagadas de esta década). Acercándonos al cambio de siglo, se encuentra Kate Moss, quien, además de tener un cuerpo más andrógino (acentuando estas características en las tendencias), dio inicio a la época de la hiperdelgadez.
Ya en los 2000 podemos hablar de Adriana Lima, quien hizo su debut en Victoria’s Secret, convirtiéndose en una de las modelos mejor pagadas; sobresaliendo sobre todo en las marcas para las que modelaba por considerarse “corpulenta”. Para 2010, la brasileña Alessandra Ambrosio era una de las modelos más queridas por las revistas de los principales medios de moda. Hoy en día, una de las mejores modelos (además de ser una de las más imitadas y mejor pagadas) es Bella Hadid, caracterizada por su delgado y plano abdomen, hablando de un aspecto físico.
Como podemos ver, las modelos varían de cuerpo, pero son cambios relativamente ligeros. Lo que se considera delgado es femenino, y sin importar la nacionalidad, o la genética de las modelos, se espera lo mismo de todas. A pesar de que la mayoría son estadounidenses, algunas cuentan con ascendencia o nacionalidad distnta; esto afecta directamente al desarollo fisiológico (genético) de cuerpos esbeltos. Por otra parte, la mayoría de ellas han padecido trastornos alimenticios, por ejemplo, Bella Hadid con su reciente editorial en VOGUE o Adriana Lima, quien denunció los abusos de Victoria’s Secret y las exigencias a las que la sometían para poder lucir como el cuerpo presentado en las pasarelas de ropa interior.
La moda tiene más poder del que se cree
Así como el artículo pasado habló de la forma en la que la hipermasculinidad heteronormativa fue influenciada por la comunidad queer y tiene su auge en revistas de moda o medios que lo difunden; el hecho de ser delgada es una presión o una aspiración de las personas que consumen este tipo de contenido, haciéndolo demasiado influenciable, tanto, que gente ajena a este “mundo” ha tenido y compartido la aspiración, sin saber que todo deriva de las modelos expuestas por las grandes marcas, y de nuevo, influenciado por la mirada masculina.
Estadísticamente, en el mundo, un 1% de la población de mujeres padece un trastorno alimenticio, cosa que parecería algo mínimo si no estuviéramos considerando que la población mundial consta de 7,753 mil millones de personas. Incluso 9 de cada 10 casos de trastornos alimenticios son en mujeres, además de que el promedio de edad abarca desde los 12 a los 36 años. A pesar de este hecho, no es necesario padecer un trastorno para no sentirse bien en el propio cuerpo, o contar con un diagnóstico psiquiátrico para sentir este hecho como válido.
El problema reside en que no se sabe quién consume a ciencia cierta el contenido, porque no sólo se reduce a la moda; aunque si quisiéramos poner un ejemplo, no es necesario comprar una revista o ser el público al que va dirigida para poder caer en esa influencia. El simple hecho de que una portada de revista esté en el pasillo de los dulces o de la “vida saludable” da mucho qué pensar.
Por ello, no es malo consumir, sin embargo, debemos aprender a discernir qué estamos consumiendo y de dónde viene todo lo que creemos que queremos o en realidad deseamos. Incluso las mismas modelos hablan de lo difícil que es cumplir con los estándares que se tienen formados para cada una de ellas
Last modified: junio 21, 2022
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