Más allá del cubo blanco: Exposiciones Experimentales

Desde el Ashmolean Museum y el British Museum, la historia de los museos se han mantenido más o menos igual a lo largo de tres o cuatro siglos, dependiendo de dónde se decida ver el inicio. Instituciones con grandes colecciones artísticas, históricas o científicas; cuidan y exponen piezas de dichas colecciones mientras se restauran, resguardan y mantienen en bodegas para su conservación, además de aumentar el número de elementos en su acervo mediante compras o donaciones. 

Bastante sencillo, sin embargo, mientras el tiempo continúa su curso y las exposiciones se mantienen con la misma dinámica, los museos se han convertido en mausoleos en donde las piezas se vuelven cadáveres y la experiencia estética pasa a ser aburrida. ¿De qué manera se puede revitalizar el museo? Algunas instituciones, curadores, museógrafos e incluso artistas han intentado –y logrado– romper el modelo habitual con exposiciones experimentales, desde su museografía hasta su temática.

Aquí hay algunos ejemplos:

El olor del arte

El olfato es uno de los sentidos más importantes con los que cuenta el ser humano; a pesar de esto tiende a ser ignorado, incluso pasando a ser el “menos” importante debido al oculocentrismo en el que vivimos actualmente.

Smell it! The Fragrance of Artes un proyecto conjunto en el que se destaca la relevancia del olfato a través de diez exposiciones y una serie de conferencias en ocho distintos museos de Bremen, Alemania, a partir del 8 de mayo y hasta el 31 de julio.

Las exposiciones individuales se centran en experiencias estéticas olfativas diferentes a través de distintos formatos, como lo visual en pinturas del Renacimiento o la instalación de semillas de Camilla Nicklaus-Maurer con obras de Paula Modersohn-Becker alrededor; la relación ciencia-arte en la presencia de la naturaleza encontrada en la instalación de Kornelia Hoffmann; lo meramente olfativo en las instalaciones de Luca Vitone en un espacio vacío; la relevancia de los olores dentro de categorías culturales y sociales –incluso visuales– en la exposición de Stefani Glauber; y un recorrido del olor en el arte contemporáneo, desde la obra radiofónica Rhythm r de Gerhard Rühm hasta el retrato de Duchamp de Anne Deguelle.

Technopantano

El Halle am Berghain de Berlín, antiguo club nocturno de Techno… No. EL club nocturno de techno cambió de giro en septiembre del 2020 para convertirse en una galería de arte, y a pesar de haber estado cerrado durante gran parte de la contingencia sanitaria, Berghain vuelve a abrir sus puertas para albergar una instalación de tecnología de realidad mixta (MR). La fundación Light Art Space (LAS), la cual se encarga de comisionar proyectos experimentales en las que se encuentren el arte, la tecnología y la ciencia, fue la responsable de abrirle las puertas del antiguo club al danés Jakob Kudsk Steensen, artista que utiliza tecnología de fotografía y motores gráficos para crear mundos inmersivos de realidad virtual (VR).

La exposición Berl-Berl presenta una enorme instalación que utilizó el motor gráfico de videojuegos Unreal Engine y se basó en elementos mitológicos eslávicos triádicos (cielo, tierra, inframundo) para crear estructuras que rompen las barreras del tiempo al llevar a los visitantes a los pantanos originarios  de hace 10,000 años que ocupaban el espacio de lo que hoy en día es Berlín. El mismo Steensen describe la instalación como: “una canción para el pantano, un lugar para lo indefinible, mórfico, liminal y místico. Berl-Berl lamenta lo perdido y abraza lo nuevo.”

La casa de la música

La apuesta más usual dentro de los nuevos modelos museográficos es la interactividad. El momento en el que el visitante pasa a ser activo y deja el estado pasivo de contemplación usual, la dinámica se transforma en una experiencia mucho más enriquecedora.

Haus der Musik, en Viena,lo entiende perfectamente y mantiene una relación directa con su audiencia en sus cuatro pisos (Filarmónica de Viena; Sonotopia; Los grandes maestros; Director virtual) con una mezcla de documentos históricos y gráficos informáticos, proyecciones de conciertos cada hora, llenando el vacío silencioso que dejan las piezas inanimadas e interactivos, como juegos y experiencias VR. 

Sin embargo, lo que destaca y es el momento culminante del museo se encuentra en el cuarto piso: Director Virtual. En este espacio se permite experimentar la posición de un director de orquesta al compás de alguna pieza musical a elegir. La orquesta sigue el tempo y el ritmo que se lleve, además de recompensar con aplausos y llegar a desesperar a los músicos si se toma demasiado tiempo o no se mantiene el ritmo.

Lo anterior son pocos ejemplos de lo que se ha logrado y lo que permite salir de la tradición museística. Las posibilidades se multiplican al generar relaciones con la tecnología, ya sea en lo visual y sonoro o incluso en lo espacial entendido como arquitectónico, material y virtual. Parece que ya es tiempo que los museos dejen el pasado y miren al futuro, ya que un cuadro en una pared no produce nada si nadie lo ve. Es tiempo del museo como lugar de experiencias estéticas. El museo como lugar de aprendizaje. El museo como marco crítico. 

¿Cuál es el futuro de las exposiciones permanentes y temporales? ¿Existe un futuro en donde los museos mantienen su línea tradicional? ¿Qué otras posibilidades se pueden alcanzar, si el arte es siempre mutable y siempre adaptable?

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