Perfil de artista: Francisco de Goya

Sin saberlo, el pintor hizo un preludio a lo que hora conocemos como expresionismo. La imagen pura del miedo y la locura, reflejada en los conocidos rostros de personas comunes, posibles vecinos, conocidos o transeúntes.

Cuando frecuentamos los museos de arte, es natural quedarse observando ciertas piezas y describir porque tenemos una fascinación hacia ellas, relatar su belleza y apreciar el trabajo técnico de cada artista. Pero cuando un lienzo causa abyección, disgusto, e incluso terror, es una pieza que se queda contigo toda la vida. Te hace valorar a lo grotesco como categoría estética. 

Un elemento estético que Goya maneja a la perfección, aunque lo haya hecho por accidente. La transformación que experimento el trabajo de este artista solo puede definirse como un lento descenso a la locura, que surge a partir de su contexto histórico, la situación social y las propias batallas. Hablar de Francisco de Goya es explorar el dolor de ser humano. 

Para entender esto tenemos que hablar sobre sus inicios como artista y como llego el arte a su vida. 

Los años dorados

Francisco siempre supo que el arte era su destino, proviniendo de una familia artística con su padre herrero y artesano y una madre gentil que apreciaba la sensibilidad y creatividad de su hijo. La familia se estableció y formo en la provincia de España, Zaragoza, con una situación económica estable pero baja. Desde la infancia Francisco tenía la necesidad de trabajar para ayudar a su familiar. Por esas razones, su ingreso a la Academia de Dibujo de Zaragoza fue mucho después que el de sus compañeros, que resulto en una desventaja para el joven. Aun así, con el tiempo el artista empezó a desarrollar su talento y a descubrir su estilo. 

Durante su proceso como artista, Goya encontró diferentes aptitudes en el óleo. Y con ellas estableció un estilo que le gustara al público, empezando a retratar imágenes religiosas o frescos para iglesias. En esa misma época empezó a formar su familia al contraer matrimonio con Josefa Bayeu, hija de la gran familia de pintores Bayeu. Fue gracias a estas conexiones que Goya pudo establecerse como un artista de la burguesía y empezó a establecer su presencia en Madrid. 

Ya en la gran ciudad, el artista fue solicitado para todo tipo de labor artista, desde la confección de tapices, retratos a aristócratas de la región o piezas que tocarán temas religiosos, todo con el motivo de adornar las grandes casonas de la realeza. Utilizando lo rococo para ilustrar a aquellos que veía en la ciudad, situaciones de la gente común que transitaba su contexto. Entre fiestas en salones, desayunos de jardines, reuniones de la alta sociedad, Goya se había adentrado a la corte española hasta convertirse en el pintor de cabecera del rey Carlos IV.

Podríamos llamar a esta época en el alto de su carrera en la vida pública, asistiendo a eventos de la realeza, presentando a su familia dentro de los círculos influyentes de la ciudad. Pero, tanto la situación de la ciudad como la salud del artista iban a cambiar drásticamente su percepción. 

oh no… trauma 

En 1793 Francisco de Goya sufrió de complicaciones de salud que lo llevaron a la sordera. No hay registros claros sobre su enfermedad, algunos historiadores proponen el saturnismo, que sucede cuando el cuerpo se envenena con plomo, sustancias base para la creación del óleo. Otros mencionan al Síndrome de Susac que no fue diagnosticado sino que hasta 1970, este extraño síndrome bloquea pequeños vasos sanguíneos dentro del cerbero que bombea sangre a los ojos y al oído interno. Cuál fuera la razón, esta enfermedad se apoderó de Goya por varios años, frustrado por no encontrar una cura recurrió a terapia de electroshock, pero solo sufrió los choques en vano, nada resulto. 

Su carácter cambió por completo, se convirtió en un hombre introspectivo lleno de rencores y cuestiones. Tiempo después dejo su rol en la corte española y empezó  a enfocarse en su propia vida. No solo por su condición física que arrebato las herramientas esenciales para una comunicación efectiva, también se alejó por la creciente apatía que sentía hacia la clase alta y su propia necesidad de crear arte para el mismo. 

Para ocupar la imaginación mortificada en la consideración de mis males, y para resarcir en parte los grandes dispendios que me han ocasionado, me dediqué a pintar un juego de cuadros de gabinete, en que he logrado hacer observaciones a que regularmente no dan lugar las obras encargadas, y en que el capricho y la invención no tienen ensanches.

Como lo menciona en la carta, Goya se sumerge en el capricho, en el crear desde el egoísmo. Caprichos es ahora conocida como una de las series de grabados más conocidos, y en un perfecto registro del contexto histórico que se vivía en España de 1771. Cada una de estas pequeñas ilustraciones reflejada la desesperación, tristeza, ira y locura de cada habitante. Registrando personajes y situaciones muy distintas a las que solía retratar; cuando en la corte pintaba a mujeres tomando el sol en los jardines del palacio, en estos grabados podemos a mujeres siendo acosadas sexualmente por los borrachos de la calle. Las realidades de dos sociedades. 

Al iniciar la Guerra de Independencia Española, Goya retrato a los civiles desesperanzados, los militares deshumanizados y la destrucción del pueblo español. El artista reflejo su propio dolor y miedo en la serie de 82 grabados titulados Desastres de Guerra  o si utilizamos el nombre completo que le dio el artista a su serie: Fatales consecuencias de la sangrienta guerra en España con Buonaparte y otros caprichos enfáticos. 

La reclusión y sus pinturas negras 

Nunca pensó que el público los iba a ver, mucho menos que se convertirían en las piezas más reconocidas de toda su carrera. Los 14 murales que creo en los muros de su propio hogar no era más que herramientas para procesar su vida, los horrores que vivió durante la guerra, su aislamiento total de la sociedad, la muerte de su esposa. Pintar se convirtió en una manera de lidiar con el perpetuo silencio y la aterrorizante soledad que le permeaba

Sin saberlo, el pintor hizo un preludio a lo que hora conocemos como expresionismo. La imagen pura del miedo y la locura, reflejada en los conocidos rostros de personas comunes, posibles vecinos, conocidos o transeúntes. La locura se encuentra en las personas que comparten nuestro espacio. 

Tiempo después de su muerte, estos murales fueron recuperados de las paredes de la Quinta del Sordo. Al momento de sacarlos de su hogar, cambia el contexto totalmente. Exponerlos en salas de museos, añade su valor pero de misma manera da el espacio para las interpretaciones, las opiniones. Al ver Saturno devorando a su hijo podemos leer al artista de diferentes maneras. 

La realidad es que Goya realizo estas piezas en la soledad de su hogar, en su espacio seguro. Sin la mínima intención de mostrarlos al mundo, sin la necesidad de explicarlos o defenderlos.


Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *