Perfil de Artista: Mark Rothko

PUNTOS CLAVE

  • El sufrimiento familiar y personal,  lo llevó a expresar todos sus sentimientos
  • Empezó a pintar un panorama colorido de un mundo en ruinas. 
  • La revolución del expresionismo solo con colores

El arte nos ha mostrado durante su existencia como el ser humano crea desde su propia perspectiva una visión del mundo. Sin embargo, ya sea en simples líneas en un enorme lienzo de metros cuadrados o retratos plasmados con delicadeza, el artista está ciertamente condenado a manifestar lo más simple pero también lo más complicado de la humanidad misma: las emociones. 

Mark Rothko entiende esto y lo convierte en el arte de sus obras. Siendo uno de los exponentes más importantes del expresionismo abstracto junto a su contemporáneo, Jackson Pollock, Mark Rothko estuvo en la búsqueda y transición de su estilo hasta encontrar en el autoaprendizaje la utopía de representar las más básicas emociones universales. 

Nacido en Daugavpils, Letonia, un 25 de septiembre de 1903, Marcus Rothkowitz o mejor conocido como Mark Rothko, fue un pintor judío de origen ruso que emigró a Oregón, Estados Unidos, cuando apenas era un niño. Su infancia y juventud están marcadas por períodos históricos que influenciaron la mayor parte de sus pinturas y poemas. Atravesó desde una Rusia zarista en la que el miedo e incertidumbre por las purgas cosacas obligó a su familia a salir de sus tierras, hasta las grandes guerras que lograron en la humanidad una destrucción moral. 

La tragedia familiar, una vez en América, marcó a un joven Rothko, que buscaba la supervivencia vendiendo periódicos antes de convertirse en uno de los grandes exponentes del expresionismo abstracto americano.

Multiformas, 1940

Estudió en colegios para prepararse a un futuro incierto, lo que le daría como resultado una beca en la Universidad de Yale para estudiar ingeniería o derecho. No obstante, sus aptitudes estaban dirigidas al mundo del arte y las humanidades, por lo que le llevó a cultivarse en más de una área artística.

Amaba la literatura y la música, mientras su interés descomunal por la filosofía se veía reflejado cuando consultaba a Friedrich Nietzsche para saciar su curiosidad por el arte del pensamiento. Su personalidad compleja e inquieta lo llevó a explorar más allá de sus propios límites, consagrándose en los libros de la historia del arte por su técnica tan particular.

De la autodidaxia a los coloridos rectángulos

En la actualidad, el nombre de Mark Rothko está meramente ligado a su trabajo en los lienzos coloridos que marcaron un precedente  interesante dentro del arte. Repudiado y amado, el expresionismo abstracto fue una extremidad más en la vida de este pintor, sin embargo, él no empezó haciendo estas obras tan características de su carrera artística.

En su período educacional, Rothko nunca recibió una educación artística de ninguna índole, pero eso no lo detuvo a realizar bosquejos y dibujos donde exploraba su propia imaginación. Naturalmente, abandonaría sus estudios en Yale para mudarse a Nueva York y matricularse en la Liga de estudiantes de arte que, posteriormente, abandonaría. 

Entonces un día resultó que presencié una clase de arte, con el motivo de encontrarme con un amigo que estaba asistiendo al curso. Todos los estudiantes estaban realizando un bosquejo de una modelo desnuda, y en ese momento decidí que esa era la vida para mí.

Mark Rothko

Influenciado en gran parte por el expresionismo alemán durante su transición, y rodeado por la atmósfera artística que Nueva York ofrecía, Rothko empezó a experimentar, desarrollando una técnica compuesta de interiores oscuros y escenas urbanas propias de la ciudad que nunca duerme. Sin embargo, no tenía ningún apego a alguna vanguardia hasta ese punto.

Parte de su autodidaxia se debe a su acercamiento con Milton Avery y Max Weber; ambos con diferentes visiones que repercutieron ciertamente al principio de su carrera. Weber, un artista cubista, y Avery, un artista abstracto, lo acercaron a los colores contrastantes, figuras y rostros indefinidos que formarían parte de la obra y vida del pintor. Así mismo, el impresionismo logró desarrollar un impacto en su temprana trayectoria, con la que experimentó un corto tiempo. No obstante, una vez experimentando con la enseñanza, descubrió lo que realmente quería plasmar en cada uno de sus futuros lienzos, marcando así, el inicio de los grandes rectángulos. 

En 1929, Rothko comenzó a dar clases a niños judíos en la Academia del Centro en Brooklyn. Su familiarización con los niños le hizo rechazar la pintura “convencional” y aceptar que las emociones puras son capaces de ser expresadas a través de colores y rectángulos que, en apariencia, no tienen un significado profundo. 

Tras una etapa figurativa, Rothko desarrolló sus emblemáticos lienzos de bloques de vivos colores en rojo, amarillo, ocre, marrón, negro o verde. Subrayó que no había eliminado a la figura humana con esos brillantes y vívidos espacios de color, sino que la había sustituido por símbolos o formas que contenían toda la tragedia de la condición humana. Al mismo tiempo, atribuía explícitamente al espectador el poder de interpretar su obra

Jacob Baal-Teshuva, ROTHKO, Ed. TASCHEN, 2016

El expresionismo abstracto y Rothko

Parte de los sucesos que han marcado a los artistas abstractos, han sido los conflictos bélicos. Este movimiento en particular, surge precisamente después de la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto y todos los acontecimientos intermedios que pusieron en duda la moralidad humana. Como una búsqueda de silencio y no presenciar más muerte y destrucción, las obras subsiguientes ya no mostraban hermosos paisajes o retratos definidos, sino que, en su lugar, había formas desgarradas, colores vibrantes y composiciones sin sentido que lograron desplazar el goce estético. 

Los cuadros de Mark Rothko son el ejemplo de esa necesidad silenciosa entre sus campos de colores vibrantes rectangulares con los límites indefinidos y los restos de una guerra devastadora que desmoralizó al mundo. Como bien decía José Ortega y Gasset:

Un hombre desmoralizado es simplemente un hombre que no está en posesión de sí mismo, que está fuera de su radical autenticidad y por ello no vive su vida, y por ello no crea, ni fecunda, ni hinche su destino

Al parecer, Rothko pudo adueñarse de sí mismo y se plasmó en sus colores borrosos suspendidos en el espacio que conforma un lienzo, creando una atmósfera mística sin nada más de por medio. Su historia trágica y vida grisácea estaban ahí, oculta de la simple percepción del ojo humano.

La evidencia de que su abstracción del hombre como tragedia era evidente en la inconsciencia de su obra. Sus campos de color difusos los defendia como la expresión pura del pensamiento complejo humano. Su técnica se volvió parte del expresionismo abstracto americano, donde la combinación de sus propios pigmentos y cáscaras de huevo, formaron parte de su estilo clásico. 

Sus pinturas, para ese entonces, gozaban de ciertas características particulares:

  • Elimina completamente las explicaciones sobre sus cuadros. Esto, con la intención de que cada espectador tuviese una experiencia y conexión única.
  • El título de sus obras se diferencian por ser nombradas por colores o números. 
  • El número de rectángulos estaba determinado. No rebasa de los cuatro en el lienzo.
  • La saturación de colores y tonos varían dependiendo de sus etapas de vida. Al principio son colores vibrantes, sin embargo, casi al final de sus días, sus obras se tornaron oscuras e incluso opacas. 

Black in Deep Red, el principio del final

Black in Deep Red (1957) es una de las pinturas que conforman esta enorme colección de rectángulos muy característicos del autor. El lienzo con medidas que abarcan los 276.2 × 136.5 cm, está lleno de dos colores en óleo que, particularmente, combinan a la perfección. No obstante, se está en el entendido de que Mark Rothko no pretendía buscar esa clase de armonía artística en su trabajo.

Pero, ¿por qué Black in Deep Red es el principio de su fin?

No se refiere a un final de índole o relevancia artística, sino más bien, de su condición como ser humano. La tragedia que cubría cada centímetro de sus cuadros al fin lo alcanzó en carne propia. Mucho se especula desde cuándo, e incluso, el por qué, pero probablemente la depresión que sufría combinada con la ira y la ansiedad, hayan sido el ingrediente principal de esta pintura. Esas pinceladas agresivas, el rojo casi ardiente y el negro puro justo en medio de un campo de guerra, es el conflicto interno, el enojo consigo mismo, un hombre atormentado que tal vez ya no ve nada más que su inminente fin.

Creó el reflejo exacto de su sentir en ese entonces, culminando así, su era más alegre y colorida. Tras esta pieza, el resto se tornaron frías, tristes, desoladas y sin un ápice de cualquier otra emoción que no fuese la tristeza, la pena y el odio. Black in Deep Red se convirtió en aquello que Mark Rothko era: tragedia pura.

Finalmente, la mañana del 25 de febrero de 1970, Mark Rothko fue hallado muerto en su estudio en el número 153 de la calle East 69th en Nueva York. Producto de su misterioso suicidio, la mancha carmesí que adornaba su alrededor, fue la última de sus obras y el fin de su mente maestra. Y aquello que queda en sus enormes cuadros, es el legado de su propia alma.


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