Poemas para leer bajo la sombra de un árbol: Walt Whitman

Whitman decide hablar desde el individual, desde el hombre común que se muestra cómo es, con los deseos y preguntas que hacen que su obra sea tan sincera.


Ha comenzado la primavera y con ello también llega una necesidad imperiosa por salir a la naturaleza, por explorar todo, pero principalmente hay un despertar del cuerpo, parece que los paisajes renacen bajo el sol y puede ser el mejor momento para aprovechar la oportunidad de leer algo que esté en sintonía con el ambiente y quién mejor que Walt Whitman. 

Walt Whitman nació en 1819 y fue un poco de todo, un hombre versátil que exploró la humanidad desde diversos ámbitos, en primer lugar, por supuesto, desde el periodismo, porque ¿se es realmente un escritor si no se ha sido periodista?, Whitman comenzó a ganar dinero de esta forma sin ser realmente notable, pero fue donde comenzó su carrera de escritor, a partir de ahí continúo trabajando en el ámbito, además de dar clases y editar, sinceramente, parece que Whitman vivió la historia de cualquier aspirante a la literatura, pero no fue hasta 1850 que comenzó lo que realmente lo haría un escritor de renombre, pues fue cuando comenzó con la escritura de Hojas de Hierba donde experimentó con el lenguaje como no se había visto en Estados Unidos. Aparte del evidente talento de Whitman para describir sentimientos de forma innovadora, empleando el verso libre por primera vez, la obra fue ampliamente criticada por ser considerada obscena, algo que no era difícil de lograr en aquellos tiempos.

Hojas de hierba es un libro que explora en el cuerpo, como el mismo Whitman se describe a sí mismo “Soy poeta del Cuerpo y soy poeta del Alma”, dejando un poco de lado el aspecto nacionalista de su obra, nos concentraremos en la imágenes que nos muestra a través de sus palabras, un ejemplo de ello es este:

Al jardín, al mundo, ascendiendo de nuevo

Anunciado potentes compañeras, hijas, hijos,

Significando y siendo el amor, la vida de sus cuerpos,

Contemplo con curiosidad mi resurrección después del largo sueño

Los ciclos que giran en vastas órbitas me han traído de nuevo,

Amorosos, maduros, todos hermosos para mí, todos maravillosos,

Mis miembros y el vibrante fuego que siempre los anima, asombrosos,

Existiendo, penetro y sigo penetrando en todas las cosas,

Satisfecho con el presente, satisfecho con el pasado,

A mi lado o detrás Eva me sigue,

O me precede y yo la sigo.

Este poema tiene como característica la primera persona, y es que Whitman no tiene problema alguno en mostrar desde sí mismo el mundo, una perspectiva muy personal que al mismo tiempo refiere sus conexión con el mundo, con lo social, parece ser que explora desde su propio cuerpo la capacidad de conectar con todo. Y en ello radica una de las características más representativas de Whitman, sale del estándar de la época en la que los autores se dedicaban a exaltar el aspecto heroico del hombre, principalmente y para sorpresa de nadie, los autores estadounidenses, pero Whitman decide hablar desde el individual, desde el hombre común que se muestra cómo es, con los deseos y preguntas que hacen que su obra sea tan sincera. Whitman también fue muy criticado por tener en sus versos un gusto por retratar un homoerotismo que no se veía en la literatura canónica de la época, este aspecto enriquece aún más su obra, pues desdobla su personalidad y da pie a una exploración de sus poemas que puede hacerse desde el cuerpo mismo, que genera sensaciones en quien los lee. Esto podemos verlo claramente en su poema Mi espontáneo yo, dónde versa:

[…]Este poema pudoroso y no visto que siempre me acompaña y que acompaña a todos,

(Sabedlo de una vez, lo declaro, que donde hay hombres como yo, vuestros vehementes y varoniles poemas asechan),

Pensamientos de amor, savia de amor, fragancia de amor, enredaderas de amor y la savia que asciende,

Brazos y manos del amor, labios del amor, fálico pulgar del amor, pechos del amor, vientres unidos y pegados por el amor,

Tierra del casto amor, vida que sólo es vida tras el amor,

El cuerpo de mi amor, el cuerpo de la mujer que amo, el cuerpo del hombre, el cuerpo de la tierra, […]

Walt Whitman, Thomas Eakins (1887-88)

De esta forma Whitman usa los recursos a su mano para presentar un erotismo que parte del propio cuerpo, pero que al mismo tiempo se comparte con los otros, en mi opinión este poemario es la representación misma de una primavera que se manifiesta en el cuerpo, en el paisaje, en la naturaleza, un resurgimiento de los sentidos que se encontraban adormecidos por el invierno y que despiertan exigiendo atención, que buscan cómplices para explorar sus límites y que, cómo bien muestra Whitman, son parte de nuestra condición humana. Whitman rompe con estructuras canónicas de aquel tiempo en cuanto al lenguaje y al tema, explora de forma muy genuina una sexualidad abierta y sin prejuicios que hasta la actualidad sigue siendo tan necesaria, a mi parecer una compilación de poemas que pueden acompañarnos perfectamente en esta temporada donde la naturaleza nos invita a convivir con ella. Para terminar de ver cómo Whitman nos habla desde el yo que bien podría ser un nosotros, el poema “Mirando al Oeste desde las costas de california” nos da un acertado ejemplo:

De cara al oeste, desde las costas de California,

Buscando infatigable lo que aún no ha sido encontrado, yo, un niño muy viejo, miro sobre las olas la casa de la maternidad, la tierra de las migraciones,

Miro desde las costas de mi mar del oeste, casi cumplido el círculo;

Porque habiendo partido hacia el oeste, desde la India, desde los valles de Cachemira,

Desde Asia, desde el norte, desde el Dios, el sabio y el héroe,

Desde el sur, desde las floridas penínsulas y las islas de las especias,

Habiendo errado mucho tiempo, habiendo errado alrededor de la tierra,

Ahora alegre y feliz miro mi antigua casa.

(¿Adónde está lo que busco desde hace tanto tiempo?

¿Y por qué todavía no lo encontré?)

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