Columna por: Rossebanks
En el ballroom no solo se centra el baile, sino que también se convierte en un espacio de comunidad, apoyo y creación de identidad.
Durante muchos años, en la sociedad se ha segregado a las personas que se consideran diferentes o que salen de una norma (heteronorma en este caso), debido a esto, estas personas segregadas han tenido que crear espacios y movimientos creando culturas y actividades que posteriormente, en su mayoría, son apropiadas por las mismas personas que se segregan, esto cuando se romantizan o en el momento en el que algo de esa actividad o ideología es “apropiado” para las personas que desean hacerlo suyo, es así como nuestro mundo (o el mundo normativo en el que aún se vive) está rodeado de cosas que apelan a la diversidad o se tomaron de una resistencia a estas reglas.
El Vogue como forma de expresión
Aquí siempre hablamos de Vogue como una revista, pero también es el nombre que lleva un baile practicado dentro de la escena del Ballroom. Subcultura que se da en la década de 1970 en la escena de baile underground de la ciudad de Nueva York, específicamente en las comunidades LGBT+ afroamericanas y latinas. Dicho movimiento surgió como una forma de expresión artística y liberación para las personas marginadas y rechazadas por la sociedad debido a su orientación sexual, identidad de género y raza.
La escena del ballroom, es específico el estilo de baile llamado Vogue se inspira en las poses y movimientos de las modelos y editoriales de moda. Los bailarines imitan las poses icónicas de las revistas de moda, creando una interpretación personal y más estilizada. El baile se caracteriza por movimientos rápidos, precisos y fluidos que no son simplemente poses, ya que para llevarlos a cabo se emplea demasiada fuerza, flexibilidad y coordinación. Los bailarines crean una serie de poses, transiciones y movimientos enérgicos, a menudo acompañados de expresiones faciales y gestos exagerados.
Además del baile en sí, dentro de los conocidos “balls” también se basa en la competencia y el desafío. Donde miembros elegidos en cada familia se enfrentan en diferentes categorías, mostrando sus habilidades y estilo en el Vogue. Estos enfrentamientos son una forma de exhibir talento, creatividad y elegancia. Cada “ball” tiene categorías específicas, como “Runway” (pasarela), “Face” (belleza facial), “Performance” (actuación) y “Sex Siren” (seducción sexual), entre otras.
En el ballroom no solo se centra el baile, sino que también se convierte en un espacio de comunidad, apoyo y creación de identidad. Desde el sistema de “casas” funcionan más como un sistema familiar de soporte. Y proporciona un lugar seguro para que las personas queer de color expresen su autenticidad y se conecten entre sí.
El Vogue y la escena del ballroom se ha convertido en un importante aspecto cultural y de resistencia para las comunidades LGBT+ y de color, celebrando la diversidad y desafiando las normas de género y belleza tradicionales.
¿Qué tiene de relevancia?
Esta comunidad marca una pauta para la representación y visibilidad, esto porque ya sabemos que la moda es un medio poderoso para la representación y la visibilidad y ha ayudado a la erradicación de ciertos estereotipos (o al menos lo intenta). Los balls desafían los estándares de belleza tradicionales y permite que las personas de algún espectro de diversidad se vean representadas en la industria. Proporciona una plataforma para que las personas que han sido marginadas y excluidas históricamente puedan expresar su identidad y estilo únicos en espacios seguros.
Incluso, aunque la moda ha sido criticada durante mucho tiempo por promover una imagen limitada de belleza y cuerpo, cuando se toma como una plataforma social y se ejecuta acertadamente junto a estas subculturas, desafía estos estándares al celebrar una amplia gama de cuerpos, identidades de género, razas y expresiones artísticas. Marca un antecedente para una mayor diversidad e inclusión en la industria de la moda, alentando a las marcas (con el impacto que generan estos grupos abriendo un nuevo nicho o mercado) a considerar y representar a personas de diferentes orígenes y experiencias.
Además, las poses y movimientos del baile Vogue se han incorporado en pasarelas, sesiones de fotos y coreografías de baile pasando desapercibidas como propias de una idea que ha tenido alguien y no como una subcultura, ya que gran variedad de diseñadores, fotógrafos y coreógrafos han adaptado esto mismo dentro de sus trabajos. Inclusive, si quisiéramos responsabilizar a alguien por las tendencias urbanas mezcladas con alta costura, podríamos hablar de Vogue, quienes han fusionado elementos de la cultura urbana, el arte callejero y el haute couture.
Esta subcultura busca emancipar y empoderar a las personas de la comunidad LGBT+, sobre todo a las personas de diversas razas, permitiéndoles expresar su autenticidad y encontrar un sentido de pertenencia. Durante años ha creado un espacio creativo donde pueden explorar su identidad y celebrar su individualidad sin miedo al juicio o la discriminación. Esto se refleja en la moda, ya que el estilo personal y la autoexpresión son fundamentales en la forma en que nos vestimos y nos presentamos al mundo.
¿Cómo se ve el Vogue en la moda?
Diversos ejemplos que podríamos tomar para este tipo de situaciones son las colecciones que marcas importantes han realizado basándose en esta estética que nace de la subcultura.
Gypsy Sport, marca fundada por el diseñador Rio Uribe, ha incorporado elementos de la subcultura en varias de sus colecciones. La marca es conocida por su enfoque en la diversidad y la mezcla de géneros, y ha presentado desfiles de moda que fusionan la estética del Vogue con la moda urbana y el streetwear, un ejemplo de esto fue la colección de 2019 en Spring/Summer en donde el runway contó con la presencia de Lourdes Leon (hija de Madonna) en donde pudimos observar diversas expresiones artísticas de la marca, como ya es costumbre.
De igual forma, una colección que se inspiró en esta corriente fue la de Rick Owens en Spring/Summer de 2014, específicamente en el menswear, ya que, al estilo Victoria’s Secret, la marca optó por incluir bailarines de Vogue que interpretaron coreografías en el centro de la pasarela, todo esto mientras los modelos lucían prendas de estilo catalogado como “vanguardista y futurista”.
Incluso Nicola Formichetti (mejor conocido por ser el stylist de Lady Gaga) podría abarcar dos ejemplos, en Mugler, donde bajo su dirección creativa creó colecciones que han basado su estética en el Vogue. Las prendas de Mugler a menudo presentan siluetas esculturales, cortes atrevidos y detalles dramáticos, que se asemejan a las poses y movimientos elegantes del baile.
Durante su trabajo, el stylist japonés, colaboró con la marca Diesel en 2013 para una colección cápsula que incorporaba elementos del Vogue. La colección presentaba estampados gráficos, prendas oversize y una mezcla de influencias de la cultura urbana y la moda callejera.
Se puede cuestionar quién emplea las subculturas y el por qué, al ver este tipo de estilo en la calle o en las pasarelas podemos analizar quién las porta y de dónde puede provenir desde nuestro prejuicio, si las porta con apropiación o por la misma cultura, sin embargo, en la comunidad todas, todos y todes deben ser representados desde un enfoque fashionista, que permita prendas que identifiquen a un grupo y exista esta pertenencia para saber que cada día podemos ser más libres.
Last modified: junio 8, 2023
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