Columna por: Celeste Espinosa

“En esta antología, Raymond Carver narra de forma impecable fragmentos de la vida de sus personajes, cada uno de los textos dejan con una sensación nostálgica, tensa […]”


Amor, estamos inmersos en un recordatorio constante de que el amor lo es todo, son las fechas predilectas para quienes viven siempre desde el romance, tal vez sea, como dicen los más escépticos, un recurso de mercadotecnia o como afirman los detractores, una ilusión, pero no hay duda de que esta fecha es especial. De entre todos los libros que he leído que abordan el amor, no hay ninguno que me haya rebasado tanto como la compilación de cuentos De qué hablamos cuando hablamos de amor del enorme Raymond Carver. 

Porque creo que la mayoría de nosotrxs nos hemos preguntando, primero que nada, ¿qué es el amor? Y ante esa pregunta no hay respuesta concreta, sin enfocarnos sólo en el amor de pareja, para algunos será un proceso químico, para otros puede significar la expresión máxima de existencia, hay quienes piensan que el amor es la corriente eléctrica que te sacude una o dos veces en la vida, o el cuidado con que te diriges a alguien para evitar lastimarle, la alegría de ver a otrxs alegres, la fuerza creadora que impulsa a lxs artistas, los ojos de tu mascota esperando en el umbral, el amor puede ser todo esto junto o no ser nada.

Por ello, desde el título, Carver avienta una pregunta importante, una reflexión que nos hace dudar o cuestionar, porque él sabía que definir el amor es una tarea que han intentado resolver por siglos miles de personas, por ello pareciera que prefiere reducir esa incógnita en algo más sencillo. 

En esta antología, Raymond Carver narra de forma impecable fragmentos de la vida de sus personajes, cada uno de los textos dejan con una sensación nostálgica, tensa, como si viéramos una escena angustiante en las calles y no tuviéramos oportunidad de saber qué llevó a los personajes a ese punto ni qué aconteció después. Raymond Carver es uno de los principales exponentes del realismo sucio, por ello hago la advertencia, no esperen encontrar escenarios idílicos, ni momentos cúspide de catarsis que lleven a los personajes de un punto A a un punto B, la literatura de Carver es más bien como ver fotografías antiguas con las pequeñas descripciones que se acostumbraba escribir en la parte de atrás. 

En su primer cuento ¿Por qué no bailas? Carver presenta la atmosfera que tendrán los textos a partir de entonces, un ambiente un tanto lúgubre donde un hombre hace una venta de garaje, sin embargo, a pesar de ser el protagonista, eso será todo lo que leeremos sobre él, a partir de entonces una pareja joven ocupará el espacio narrativo con la intención de comprar los muebles expuestos, sin embargo, todo culminará en una especie de baile que culmina en una historia que tiene muy pocos escuchas.

En otro de sus cuentos versa sobre un hombre con garfios, probablemente este personaje será el más extravagante que se encontrará en la literatura de Carver, que se aparece un día cualquiera en una casa para venderles una fotografía. Todo el cuento irá en torno a dos ideas: ¡cómo hace un hombre sin manos para tomar fotos? ¿Es esta la cotidianidad de una casa? Un par de conceptos sencillos que se unen de forma perfecta en este relato corto.

Raymond Carver

Otro de sus textos se titula Bolsas y desde una primera persona cuenta el viaje de un hombre que se dedica a vender quien en uno de sus viajes conoce a una mujer con quien entabla una interesante conversación, es la cotidianidad parte del encanto de los relatos de Carver, esa sensación de que conocemos a los personajes, de que estamos escuchando una historia increíblemente común, pero que te mantiene entretenido, historias que parecen no tener mayor trascendencia, pero que consiguen hacerte sentir seguro dentro de su desolador panorama.

Finalmente, el cuento que da nombre a esta antología, De qué hablamos cuando hablamos de amor, Carver nos sumerge en una conversación de un grupo de amigos que al calor del ginebra se preguntan qué es el amor y qué no lo es, con ejemplos y anécdotas personales con las que nos podemos identificar, pero ¿no es así la forma en la que todos buscaríamos encontrar qué es a lo que nos referimos con amor? Precisamente así, como Carver sugiere, en una conversación con amigos, con ejemplos propios, con certezas muy nuestras que nos han llevado a tener el amor como estandarte o como arma, a temerle o a anhelarle. 

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