Un David Hockney por… ¿una taza de té?


La prueba de que una taza de té improvisada es mejor que el mito de las pensiones.


Un simpático residente de Kent siempre ha tenido en su casa un cuadro de paisaje, lleno de verdes y marrones, que le dejó su abuelo. ¿Qué tiene de especial el cuadro? Está firmado por David Hockney, uno de los pintores más famosos y cotizados del mundo. Teniendo en cuenta que una de sus obras, Portrait of an Artist (Pool with Two Figures) [Retrato de un artista (piscina con dos figuras)], se vendió por 90.3 millones de dólares en noviembre de 2018, hay motivos para querer autentificar cualquier creación que pueda ser suya.

Por eso el anónimo propietario buscó la ayuda de Rupert Maas, galerista y experto que aparece en el programa de la BBC Antiques Roadshow. El programa británico envía especialistas a autentificar antigüedades, objetos y obras de arte. El marchante observa inmediatamente la “firma temblorosa” visible en la parte inferior de la obra y el hecho de que la obra “no se parece en nada a lo que estamos acostumbrados a ver de David Hockney”.

Sin embargo, la historia que cuenta el propietario de la obra se sostiene. Se dice que su abuelo, que trabajaba en una pequeña estación de ferrocarril en 1957, ofreció un merecido descanso a “dos jóvenes artistas [que esperaban] en el andén”. “Se fijó en su equipo y les invitó a tomar una taza de té. Con el tiempo, les invitó a comer el domingo, ya que vivían con poco dinero. Les dijo que trajeran un cuadro y les compró uno a cada uno”. Unos años más tarde, David Hockney ganó la medalla de oro del Royal College of Art de Londres.

A pesar de las aparentes reticencias de Rupert Maas al principio, el coleccionista no tardó en convencerse, sobre todo después de investigar un poco y descubrir pruebas de que el pintor había viajado efectivamente a Kent en 1957 con su compañero de estudios John Locker. También señala que “si alguien quisiera hacer una falsificación de Hockney, no se parecería a esto”, prueba, dice, de la autenticidad de esta obra de estudiante.

Es una buena noticia para el propietario de la obra: Rupert Maas, que estimaba el cuadro en 10,000 libras, calcula que podría alcanzar un precio de entre 25,000 y 30,000 libras.

Resulta un buen recordatorio para ser siempre amable con los desconocidos y ofrecerles una buena taza de té.

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