El último canto de la dama blanca: Representación de la figura del cisne en el arte Pt. i

En español, el vocablo “cisne” se toma del francés antiguo cisne, el cual fue modificado a cygne debido a la influencia latina; cuya forma original es cygnus y que fue tomada, a su vez, del griego κυκνος (kyknos): “el luminoso”. Por otra parte, la inglesa “swan”, tiene la misma raíz que la holandesa zwaan o la frisona swaen y deriva de la raíz indoeuropea swen, que significa “sonar”, “cantar”.

Las representaciones de la figura del cisne dentro de la historia del arte parten del simbolismo que se le ha atribuido en diversas expresiones culturales alrededor del planeta, principalmente relatos transmitidos de manera oral, generando narrativas llenas de metáforas que eventualmente dieron pie a la construcción de mitos, hasta llegar, finalmente, a la palabra escrita; a la literatura. 

Desde una de las muchas transformaciones de Zeus, hasta el creacionismo hindú, pasando por el panteón nórdico e incluso elementos cristianos, el cisne ha pasado mayormente desapercibido, apareciendo ocasionalmente en dibujos, música y pintura. Sin embargo, el peso de su simbolismo es innegable, independientemente del momento o del lugar. No es una tarea menor el encontrar los orígenes de la adaptación de la dicotomía del cisne como medio hacia la muerte y el silencio por una parte; así como la pureza, la vida y el amor por otra. 

El canto grecorromano

La metáfora del canto del cisne desde su entendido griego (κύκνειον ᾆσμα) surge del silencio que reinaba sobre la vida de las blancas aves hasta pocos momentos antes de su muerte –o transición a otro reino–, en el que su último acto era cantar, despidiéndose de un mundo que terminará sin un solo ruido. Un canto para probar su vida, su existencia. Eventualmente, el canto del cisne llegó a las fábulas de Esopo, encontrando su lugar en la entrada 399 del índice Perry con El cisne tomado por ganso, en donde un cazador que está a punto de matar al ave confundiéndolo con un ganso se detiene en cuanto escucha su canto. 

Otro mito –en sus múltiples versiones– que adopta la creencia del último canto es el de Faetón. Durante el siglo X u XI, Mauro Servio Honorato redactó una serie de comentarios sobre Virgilio, en los cuales retomó algunos de los sucesos mitológicos que constituyen el panteón griego –y por extensión, el romano–. En el comentario dedicado a la Eneida, se describe que Faetón era el hijo de Sol (Helios) y Clímene. Épafo, rey de Egipto, comenzó a generar dudas sobre la veracidad de la ascendencia de Faetón, orillando al joven a acudir con su padre para conocer su verdadero origen; una vez confirmando su parentesco después de un juramento en el río Styx por parte de Sol, Faetón le pidió su carro para poder conducirlo por un día, a lo que su padre accedió. 

A pesar de las advertencias de Sol, el adolescente condujo el carro sin cuidado, alcanzando una gran altura, ocasionando que los caballos perdieran el control y salieran de la ruta, creando un caos al prender en llamas la tierra y el cielo. Tras ver lo sucedido, Júpiter (Zeus) golpeó a Faetón con un rayo, haciéndolo caer al río Erídano, en donde finalmente murió. Sus hermanas, las Helíades (tres, cinco o siete, dependiendo de la versión), lloraron la tragedia durante meses, hasta que eventualmente fueron convertidas por los dioses en álamos y sus lágrimas en ámbar que cayeron en el río. Cicno, hermanastro y amante de Faetón, dejó el reino de Liguria para sentarse a la orilla del Erídano, sin embargo su dolor se mantuvo hasta la vejez. Eventualmente Apolo lo transformó en cisne y lo llevó al cielo para que pudiese encontrar la paz entre las estrellas, originando la constelación Cygnus.

Además, el mito de Leda y el Cisne se ha convertido en una de las escenas más representadas en la historia del arte. Zeus decidió transformarse en cisne para seducir a –abusar de– Leda, reina espartana, esposa del rey Tindáreo. El dios del trueno convertido en ave engañó a Leda al escapar de un águila que le perseguía y así poder posarse sobre ella. Tras el encuentro sexual con el cisne, la reina sostuvo una relación con su esposo, dando como resultado el nacimiento de cuatro hijos a partir de dos huevos: Cástor y Clitemnestra por una parte (Hijos de Zeus); Pólux y Helena por otra (Hijos de Tindáreo). 

La pureza del pozo

En la cultura nórdica, Yggdrasil es un fresno enorme y frondoso; se yergue entre los nueve mundos y los conecta a todos entre sí. Existen tres hermanas, las nornas. 

El juicioso trío vigila el pozo de Urd (Urðarbrunnr), quien es el destino y representa el pasado. Urd se dedica a hilar lo que ha ocurrido junto a Verdandi, quien conoce el devenir y se mantiene en lo que ocurre, representando el presente; ella hilvana para que finalmente, Skuld, cuyo dominio es el futuro y quien conoce lo necesario, así como las intenciones, teja la vida de todo ser. 

El registro de los nueve mundos y todo lo que acontece entre los Æsir y los Vanir (dioses divididos en clanes y funciones) yace en la Edda poética, conformada por un conjunto de relatos transmitidos oralmente antes del siglo XII; posteriormente se encuentra un nuevo tomo escrito por Snorri Sturluson en el siglo XIII, la Edda prosaica, cuya intención es ordenar y dar sentido a dichos relatos. En dicho tomo, Sturluson menciona que Yggdrasil cuenta con tres raíces que alcanzan tres reinos distintos: 

La primera llega hasta Niflheim, un reino hundido en penumbra, en donde se encuentra con el pozo de Hvergelmir, la fuente original de los doce ríos del norte; la segunda raíz cruza por Jotunheim, hogar de los gigantes de hielo, aquí se baña en el pozo de Mimir (Mímisbrunnr), donde habita toda la sabiduría; por último, la tercera raíz se levanta en Asgard, el hogar de los Æsir, se dice que todo lo que toca el pozo se vuelve blanco debido a su pureza.

Las nornas toman agua y lodo del pozo todos los días para regar el árbol del mundo, evitando que sus ramas se pudran, continuando el ciclo del universo. Existen algunos animales que amenazan la seguridad del titánico fresno, cuatro ciervos evitan que florezcan nuevos brotes porque los engullen; Heiðrún, una cabra que produce hidromiel en lugar de leche, se alimenta del follaje del Yggdrasil (también se dice que come del árbol Læraðr), al igual que Eikþyrnir, un ciervo que también reside en lo alto. En sus raíces vive el dragón Níðhöggr, alimentándose y dañando lentamente la seguridad del árbol del mundo. Sin embargo, no todos los animales amenazan la estabilidad de los nueve reinos. En la raíz de Urðarbrunnr, viven un par de curiosas aves que diariamente beben del pozo y cuyas plumas cambiaron de color a un blanco deslumbrante, convirtiéndose en los primeros cisnes, esparciendo la pureza del pozo a lo largo y ancho de los reinos. Los padres de todos los demás cisnes en la historia del planeta.

Ahora sabemos un poco del origen mitológico del cisne, ¿ya lo conocían? En la siguiente entrada hablaremos de su relación con algunas culturas asiáticas, además de otros ejemplos más contemporáneos. ¿Tienes alguna obra favorita en donde se represente el cisne? ¿Qué otro animal crees que tiene un eco a través de diversas expresiones culturales alrededor del planeta?

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