¿Recuerdas las caricaturas que veías en la infancia? Todos los domingos desde las 6 de la mañana, me quedaba pegada al pequeño televisor de la cocina para ver toda la programación del canal 11. Pingu, Mona la Vampira, Charlie y Lola y 31 Minutos eran mis compañeros de mañana mientras mi familia despertaba. Además de que, como la mayoría de los niños del mundo, crecí viendo películas animadas de Disney.
La animación es nuestro primer acercamiento al arte, la primera forma de entretenimiento, que para muchos resulta de inspiración para seguir creando.
Keith Haring también creció rodeado de caricaturas, con la influencia del famoso escritor e ilustrador Dr. Seuss, las películas de Disney de la época y hasta de su propio padre que trabajaba como caricaturista. Su camino estaba trazado desde su infancia en Reading, Pensilvania, el amor por el arte y las caricaturas fue inculcado por la cultura que le rodeaba y su familia.
Empezó en la Escuela Profesional de Arte en Pittsburg con la licenciatura de arte comercial, aunque después de dos semestres decidió salir de la escuela ya que no tenía interés en convertirse en artista comercial. Siguió trabajando por su parte y organizó la primera exposición de su trabajo a los 20 años en el Centro de Arte y Manualidades de Pittsburgh. Ese mismo año, en 1978, decidió que mudarse a NYC era la mejor apuesta para seguir impulsando su carrera de artista. Esa decisión cambió el rumbo del artista radicalmente.
El arte en las calles
Nueva York a finales de los 70 y principios de los 80 era el lugar perfecto para ser artista. Es cierto que estamos viviendo una nostalgia por esta época y causa la romantización de una de las épocas más violentas, inseguras y mortales en la historia de la ciudad. Pero se tiene que recalcar el sentido de comunidad que se vivía entre los artistas. Todos se conocían entre sí, ya sea por su educación, los proyectos de amigos, la vida nocturna o los constantes amoríos que sucedían dentro del Hotel Chelsea. Haring entró a la Escuela de Artes Visuales de Nueva York y encontró su nuevo hogar y familia.
La línea que dividía la alta con la baja cultura está difuminada, los artistas venían del Brooklyn o Queens en metro, se juntaban en lugares clandestinos y creaban sus propias oportunidades de exposición- la más popular siendo Club 57 de Andy Warhol-. Haring adoptó todo lo que sucedía en su contexto y lo plasmó en su arte, la ciudad se convirtió en el lienzo perfecto para su creatividad.
El graffiti en el NY de los 70 servía como un posicionamiento ante lo institucional. Se entendía como un arte efímero y en constante movimiento que nunca iba a poder ser captado por los grandes museos o galerías. Como estudiante de arte Haring experimentaba con varios medios de creación, con video arte, instalaciones, pinturas y dibujo, pero en 1980 encontró la respuesta en el graffiti.
Quería que su arte fuera accesible para una gran cantidad de personas y vio la oportunidad en los paneles de publicidad vacíos del metro, pronto las paredes de Nueva York estaban cubiertas con las pintas de Haring. Entre 1980 a 1985 el artistas creó centenas de estas obras efímeras que acompañaban la cotidianidad de los neoyorquinos.
Arte accesible
Con sus pintas, el artista siempre trata de llevar un mensaje a la mayor cantidad de espectadores. Sus proyectos frecuentemente estaban ligados a alguna causa social o alguna colaboración con hospitales, orfanatos, organizaciones de caridad, centros de cuidado y más. Los murales que creó para estos sitios reunían a miembros de la comunidad para apoyar las causas que le parecían importantes.
Su icónico mural Crack is Wack impulsó la lucha contra el abuso de drogas en la ciudad y se ha convertido en uno de los sitios más importantes de la ciudad. En su momento, Haring fue arrestado por vandalismo y amenazado con servir tiempo en la cárcel, pero la comunidad se unió y protestó en contra.
El lado Occidental del muro de Berlín fue ilustrado con un gran mural de parte del artista después de su residencia en el Museo del Checkpoint Charlie. Aunque al día siguiente fue cubierto con pintura gris como protesta de los artistas locales que hacían sus propias intervenciones.
Gracias al medio, Haring podía crear arte en cualquier superficie del paisaje urbano. Pero los proyectos internacionales, exposiciones en grupo y solo, grandes intervenciones y proyectos comunitarios, el artista se convertía cada vez más popular en el mundo del arte. Por ende, su trabajo se vendía más caro en galerías de la ciudad. Aunque el dinero le permitía hacer más proyectos a gran escala, el artista nunca fue ambicioso, entendía que sus ganancias eran para hacer inversión en su propio trabajo. El alza de los precios rompía con su ideal de hacer su arte accesible a todo el público.
Entonces creó y comercializó mercancía de sus propias obras.
“My work was starting to become more expensive and more popular within the art market. Those prices meant that only people who could afford big art prices could have access to the work. The Pop Shop makes it accessible”
Mi trabajo empezo a ser más caro y más popular en el mercado del arte. Esos precios solo hace mi trabajo accesible a aquellos que pueden comprar obras de arte. La Pop Shop lo hace más accesible.
Keith Haring
Dentro de la Pop Shop, un espacio intervenido de pie a cabeza por el artista, podías encontrar artículos de ropa, souvenirs, prints, ropa interior y más con grafitis del artista. Las piezas existían en dos lugares, en la ciudad y sus ciudadanos. El acontecimiento enojo a críticos y comerciantes de arte del momento, diciendo que la mercancía le quita valor a la pieza original, que es cierto pero no era preocupación de Keith.
Para Haring su arte era el vehículo esencial para esparcir mensajes para el cambio social. Los murales se convierten en una intervención política de la ciudad. Una intervención a la ciudad que le brindó libertad de expresión y de experimentación tanto en su trabajo como en su vida privada.
Nueva York sin Haring
En 1988 Keith Haring fue diagnosticado con SIDA. Sumándose al horripilante número de muertes de jóvenes artistas y ciudadanos homosexuales, causadas por la negligencia de la enfermedad. Keith toma esta etapa de su vida y la convierte en arte y activismo, posicionando su estatus primero antes que su carrera. Los murales se conviriteron en protesta y en una reconcilación con el sexo, la vida y la muerte.
Un año después el artista crea la Fundación Keith Haring, una organización dedicada a recaudar fondos para la investigación y el tratamiento de la enfermedad, dirigida a jóvenes homosexuales que en ocaciones no cuentan con el apoyo económico o moral de los guardianes.
Haring escribe en sus diarios:
Estoy muy consciente de las chances de que tengo o tendré SIDA, mis amigos están muriendo como moscas y se que solo es por divina intervención que sigo vivo. No se si me quedan cinco meses o cinco años, pero sé que mis días están numerados. Por eso mis actividades y proyectos son tan importantes, tengo que hacer lo más posible en la menor cantidad de tiempo posible. Mi trabajo es lo único que tengo. El arte es más importante que la vida
La muerte de Keith Haring dejó vacíos en los vagones del metro y en las calles de la ciudad, sin caricaturas animando el ambiente el paisaje urbano.
Last modified: agosto 4, 2021
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