El compositor y director de orquesta influyó en la obra de músicos famosos como el trompetista Miles Davis y el pianista McCoy Tyner.

Su último concierto fue en Francia en 2019. Tras la Fundación Louis Vuitton en julio en París y celebrar su 89 cumpleaños en el Shangri La con su gran amigo Gérard Brémond (Pierre&Vacances-Center Parcs), el legendario pianista estadounidense actuó por última vez el 4 de agosto en Marciac, en el Gers.

Nunca me ha gustado viajar. Empecé a tocar en escenarios en 1944 y a finales de los años 50, tras quince años de gira, ya estaba harto. Para dejar mi casa, tiene que ser muy especial. Es el caso de Marciac, uno de los mejores festivales de jazz del mundo. Jean-Louis Guilhaumon, su fundador, es mi amigo, explicó en una entrevista antes de partir hacia su hogar en las tierras de Massachusetts.

Allí, en medio del campo, en su gran casa de Ashley Falls, donde tenía sus pianos y su estudio de grabación, “falleció el domingo a los 92 años, en brazos de su hija”, anunció su mánager y productor francés Seydou Barry. Diabético desde hacía cincuenta y cinco años, Ahmad Jamal sucumbió a un cáncer de próstata.

Leyenda del jazz y virtuoso del piano, considerado un modelo a seguir por Miles Davis, Herbie Hancock y Keith Jarrett, Ahmad Jamal también era considerado el abuelo del hip-hop, ya que su obra fue sampleada por raperos y beatmakers como Jay-Z, La Soul y Nas. Él mismo atraía a muchos jóvenes a sus conciertos, de lo que estaba encantado. En 2007 fue nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia.

Su carrera ha sido recompensada con múltiples galardones, entre ellos un Grammy por la obra de su vida en 2017. En el cine, Clint Eastwood, gran amante del jazz, utilizó dos de sus canciones en su película The Bridges of Madison County (1995) con Meryl Streep.

Un estilo múltiple

Nacido el 2 de julio de 1930 en el seno de una familia modesta de Pittsburgh, al norte de Estados Unidos, Ahmad Jamal, cuyo verdadero nombre era Frédéric Russel Jones, era el menor de una familia numerosa. Apodado “Fritz”, empezó a tocar el piano a los tres años. Su madre era muy amiga de la madre de Erroll Garner y los dos futuros virtuosos del piano fueron juntos a la escuela.

A los siete años, recibió clases de la mejor profesora de Pittsburgh, Mary Cardwell Dawson. Fundadora de la National Negro Opera Company, la primera sociedad artística afroamericana, luchó por introducir a los afroamericanos en la ópera.

Con ella, Ahmad Jamal aprendió tanto música clásica europea como jazz. El término jazz le parece reductor y prefiere hablar de “música clásica americana”. Toca Chopin y Gershwin, Bach y Ellington, Mozart y Art Tatum. Y le fascinan Maurice Ravel y Claude Debussy. Todo fue muy rápido. A los 11 años se hizo profesional. A los 14, se afilió al sindicato de músicos, aunque tenía que tener 16 años. Tres años más tarde, siendo aún menor de edad, abandonó a su familia para dedicarse únicamente a las giras con orquestas, big bands y cuartetos.

Desde el principio, este virtuoso se distinguió de sus mayores, seguidores del bebop como el trompetista Dizzy Gillespie y el pianista Thelonious Monk. Se hizo famoso por su sentido de la melodía, su ligereza, su juicioso uso del silencio y su dominio del teclado. Para el crítico estadounidense Stanley Crouch, citado en el New York Times, “Charlie Parker, el padre del bebop, fue el único músico de las nuevas formas de jazz más importante que Ahmad Jamal”.

Para el pianista Vijay Lyer, “su sentido del tiempo es el de un bailarín o un cómico. Su mano izquierda permanece concentrada y la derecha está siempre en movimiento, interactuando con el pulso, apoyándose en él y matizándolo. Dobla cualquier canción a su voluntad”. En 1950 se trasladó a Chicago, se hizo musulmán y adoptó el nombre de Ahmad Jamal. Allí formó un trío de piano, guitarra y bajo llamado The Three Strings.

Grabó su primer 78 rpm en 1951. Su fama estalló. A los 22 años, “me impresionó especialmente mi primer concierto en el Carnegie Hall de Nueva York”, nos cuenta. Compartió cartel con Duke Ellington, que cumplía 25 años, Billie Holliday, Charlie Parker, Dizzy Gillespie y Stan Getz. En 1958, su álbum Ahmad Jamal Trio at The Pershing: But not for me, grabado en un club de Chicago, vendió un millón de copias y se mantuvo durante dos años en lo más alto de las listas del Billboard estadounidense. Todo un récord para un álbum instrumental.

Incluso hoy en día, esta grabación se considera histórica. Es una de las más populares e influyentes de la historia del jazz. El músico montó entonces un club-restaurante en Chicago que pronto quebró porque, por motivos religiosos, se negaba a vender alcohol allí. Un periodo oscuro en el que se divorció de su esposa Maryam Jamal, con la que se había casado a los diecisiete años, y en el que se encontró en urgencias por absorción masiva de somníferos.

Se tomó un descanso de dos años, hasta 1962. Se casó con Sharifah Frazier, la madre de su única hija (se divorciaron en 1982) y creó su propio sello discográfico 20th Century antes de reanudar sus giras en 1970.

A los músicos negros también se les pagaba mucho menos. Esto ocurre desde hace cuatrocientos años en Estados Unidos. A los esclavos tampoco se les pagaba. En la televisión de Estados Unidos nunca se ve a Duke Ellington, Louis Armstrong, Sidney Bechet o Miles Davis.

Si odiaba a Donald Trump “un cretino peligroso”, amaba Francia, que durante la segregación había acogido a muchas leyendas del jazz estadounidense como Sidney Bechet, Coleman Hawkins, Duke Ellington y Dexter Gordon.

En Francia se les respetaba y algunos de ellos, como el percusionista Kenny Clarke, se quedaron. Nunca he vivido aquí, pero desde hace tiempo mis discos salen en un sello francés y mis productores son franceses.

Escuchaba a Maurice Ravel todas las mañanas y se apasionaba por la guerra en torno a la entrada en el dominio público del Bolero, pero no tuvo tiempo de cumplir uno de sus sueños, visitar el Belvedere, la casa del Maestro en Montfort-l’Amaury, al oeste de París.