Muere Jean-Luc Godard, maestro de la Nouvelle Vague y leyenda del séptimo arte, a los 91 años


El director de cine y teórico franco-suizo Jean-Luc Godard falleció el martes a los 91 años de edad tras recurrir al suicidio asistido. Dejó tras de sí una singular y provocadora filmografía que fue tan admirada como criticada.


Como fue embalsamado en vida por los augures y otros nigromantes de la cultura, libros, tesis y artículos han cubierto su tumba durante mucho tiempo. Esta veneración no tiene nada de chocante: Nos guste o no, Jean-Luc Godard es uno de los más grandes artistas del siglo XX.

El cineasta Jean-Luc Godard murió el 13 de septiembre de 2022, según anunciaron su esposa Anne-Marie Miéville y sus productores. No se celebrará ninguna ceremonia oficial. Jean-Luc Godard ha fallecido tranquilamente en su casa rodeado de su familia. Será incinerado, dice un breve comunicado enviado a la AFP.

En Suiza, el suicidio asistido está permitido. El artículo 115 del Código Penal suizo, que data de 1937, sólo establece que “quien, movido por un motivo egoísta, incite a una persona a suicidarse, o la ayude a suicidarse, será castigado con una pena privativa de libertad de hasta cinco años o con una multa”. El “motivo egoísta” deja así un amplio margen de apreciación, permitiendo a asociaciones como Exit, Dignitas o Círculo de Vida asistir médicamente a las personas para que mueran.

A menudo le pregunto a mi médico, a mi abogado, lo siguiente: ‘Si vengo a usted y le pido barbitúricos, […] morfina, ¿me los dará?’ Todavía no he tenido ninguna respuesta favorable, dijo el cineasta de la Nueva Ola en 2014.

Si no estaba enfermo, según sus allegados, el director ha tenido, a lo largo de su carrera, una reflexión filosófica sobre la cuestión del suicidio. “Godard está fascinado por el suicidio”, escribe el crítico de cine Jean-Luc Douin en Jean-Luc Godard. Diccionario de pasiones. De joven, el cineasta “llevaba una cuchilla de afeitar en la cartera”, recuerda el periodista. “Eric Rohmer lo encontró un día en su estudio, bañado en sangre, por un romance que había llegado a un final abrupto. Una noche, durante el rodaje de Une femme est une femme, tuvo una discusión tan violenta con Anna Karina que se cortó las venas”.

La génesis de la Nueva Ola

Nacido en París en 1930 y emigrado a Suiza con su familia a la edad de tres años, el cineasta llevaba mucho tiempo viviendo en Rolle, a orillas del lago Lemán, en el Cantón de Vaud. Con una carrera de sesenta años y unas 160 películas, seguía trabajando en dos nuevos proyectos.

Uno de sus largometrajes más conocidos, À bout de souffle (Sin aliento), se estrenó en 1960. “Godard destrozó el sistema, desordenó el cine, como Picasso hizo con la pintura, y como Picasso lo hizo todo posible”, escribió François Truffaut sobre esta película de culto rodada in situ. Con un tipo (Jean-Paul Belmondo), un delincuente de poca monta que ama a una chica (Jean Seberg) y que quiere convencerla de que se vaya a Roma con él, esta película se convirtió en la obra emblemática de la Nouvelle Vague –Nueva ola de cineastas franceses–.

Le siguieron Le Mépris (El desprecio), de 1963; Pierrot le Fou (Pierrot el loco) de 1965; La Chinoise (1967), Sauve qui peut (la vie) [Salve quien pueda (la vida)] en 1980, Prénom Carmen (Carmen, pasión y muerte) de 1983 y los ocho episodios de Histoire(s) du cinéma (1988-1998). Entre sus musas estaban Anna Karina y Anne Waziemski, con las que se casó sucesivamente, antes de convertirse en compañero de Anne-Marie Miéville de Lausana. El cineasta también convirtió a sus compañeras en las heroínas de sus películas:

No siento que haga una diferencia entre la vida y la creación, dijo el director franco-suizo en 1965. Para mí, dirigir a una actriz y hablar con tu mujer es lo mismo.

Su último largometraje, Le Livre d’image (El libro de imágenes), se estrenó en 2018. Es una reflexión sobre el mundo árabe de 2017 a través de un montaje de extractos de películas, propias y ajenas. Sus primeras películas, cortometrajes, las hizo Godard con su primera compañera, Anne Colette. Son Tous les garçons s’appellent Patrick (1957) y Charlotte et son jules (1958) con Jean-Paul Belmondo, inspirada en Bel Indifférent de Jean Cocteau.

Una figura icónica e intimidante

El cine de Godard nunca dejó de reflexionar sobre el mundo y de explorar las diferentes facetas de su medio. Figura icónica e intimidante, el cineasta peró de experimentar con nuevas formas de narración y de hacer un uso iconoclasta de las nuevas tecnologías.

Siempre estuvo donde no se le esperaba, varios trenes por delante de su tiempo, deshaciendo cada década lo que había hecho antes. Es una referencia absoluta para los artistas plásticos, quizá incluso más que para los amantes del cine, y sigue inspirando a las nuevas generaciones.

En 1997, durante el Festival de Cannes, el director presentó dos capítulos de Histoire(s) du cinéma. En una rueda de prensa, compartió algunas de sus reflexiones con un grupo de periodistas; flanqueado por su productor Nicolas Seydoux, de Gaumont, compartió algunas de sus reflexiones con un público repleto de periodistas. Entre lo más destacado, comentó lo siguiente sobre lo que es una película:

Una película es un momento o un trozo de cine, como un hombre es un momento o un trozo de humanidad. Casi todos los países hacen películas, pueden tener grandes cineastas. Pero no todos tienen un cine. Hay un cine alemán, un cine ruso, un cine americano, incluso un cine francés, porque ha habido tantos cineastas franceses que han amado el cine que ha terminado por hacer una idea del cine. Pero en Inglaterra, por ejemplo, hay películas, no cine. Los ingleses se identifican con Shakespeare y Dickens, no con las producciones de Rank.

Por otra parte, diferenció entre una “buena” y una “mala” producción cinematográfica:

Una buena película es una película en la que hay descubrimientos. Es el mismo proceso que con los científicos: tenemos instrumentos similares, microscopios, telescopios, para observar la realidad, y al comparar los datos vemos un hecho inesperado. Lo que el cine ha aportado es el montaje: establecer una conexión entre dos cosas reales. Es un arte pacífico: está hecho para unir a la gente.

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