La crisis climática pone en riesgo yacimientos arqueológicos alrededor del mundo

Una nueva investigación de Antiquities Cambridge, “El cambio climático y la pérdida de yacimientos y paisajes arqueológicos: una perspectiva global” escrita por Jørgen Hollesen, expone que 4 monumentos arqueológicos están en peligro gracias a las amenazas del cambio climático.

De acuerdo con Hollesen, los cambios climáticos presentan un riesgo muy real para las estos hitos de cultura y arqueología, de tal manera que podrían desaparecer para futuras generaciones. Lo más peligroso es que no se puede dar la responsabilidad a solo una institución o un país. 

“A una escala global tan amplia y en tantos contextos diferentes que es un problema demasiado grande para que una sola organización o disciplina lo afronte por sí sola”.

De manera internacional, hay tres países más afectados hasta el momento. Ya sea la erosión costera que destruye yacimientos arqueológicos en Irán, Escocia y Florida debido al aumento de las tormentas violentas y la subida del océano, o el incremento de la degradación microbiana debido a la pérdida del permafrost ártico.

A) Fragmento de Siraf, ciudad antigua en el Golfo Pérsico en Irán. B) Escocia, St. Monans.
C) Una playa en Carolina del Sur, Estados Unidos. D) Ahu Akahanga, Rapa Nui.

Tristemente, esta investigación concluye exponiendo que los daños creados por las grandes corporaciones afectarán la manera en la que vivimos, si no que podría afectar la historia y el legado cultural. Lo más interesante de esta pieza escrita por Hollesen es que, junto con colaboradores, se presentan soluciones para estos problemas. Se hacen las investigaciones para la conservación del patrimonio cultural. 

“[Este principio implica] que el registro arqueológico puede protegerse sin degradación o pérdida, o con una pérdida menor. Ante la aceleración del cambio climático, el principio más amplio de conservar y preservar todo lo posible parece cada vez más insostenible”.

Jørgen Hollesen preparó una lista de nuevas medidas de protección de los yacimientos arqueológicos que los arqueólogos han empezado a sugerir, pero que serán difíciles de aplicar debido a la falta de voluntad política y competencia técnica. Por ejemplo, se necesitan modelos de predicción climática más precisos para predecir mejor qué regiones -y, por tanto, qué yacimientos arqueológicos- sufrirán qué tipos y niveles de daños. Pero ese conocimiento representa simplemente la primera acción.

Al rededor de esta pieza se enfoca una cuestión muy complicada, ya que, si no se puede salvar todos los monumentos antropológicos, ¿Quién decide cuál es digno de ser protegido? Enfrentados directamente con los aspectos elitistas de la cultura. 

“Aunque los arqueólogos y planificadores dispongan en los próximos años de herramientas lo suficientemente eficaces como para identificar los yacimientos más vulnerables, seguirán teniendo que tomar decisiones difíciles: ¿qué yacimientos deben salvarse y qué yacimientos deben dejarse deteriorar?”

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