Ai Weiwei: 1000 años de alegrías y penas

Después de la publicación de su autobiografía 1000 años de alegrías y penas el pasado 2 de noviembre, Ai Weiwei se ha presentado en un par de talk shows, en donde además de hablar del contenido del libro, abordó el frágil estado de Estados Unidos ante un régimen autoritario, además de su relación con su natal China.

Durante su entrevista en Firing Line with Margaret Hoover de la PBS, Weiwei mencionó que el estado actual de los Estados Unidos son comparables con lo sucedido durante la Revolución Cultural China que se llevó a cabo a mediados de los 60 y hasta mediados de los 70. El problema radica en que “ya están en un estado autoritario, pero no lo saben”. Todo esto se ejemplifica con el desborde de información disponible en cualquier momento gracias a las tecnologías de almacenamiento de datos, incluyendo la nube y el rápido acceso gracias a dispositivos móviles. El artista menciona que la información no es igual a conocimiento, lo que lleva a confusiones ideológicas, dividiendo a la sociedad.

Por otra parte, en The Daily Show de Trevor Noah, el también arquitecto habló de cómo experimentó a través y desde su padre, el ambiente político extremo en el país asiático. Hijo de un poeta prominente ahora fallecido, igualmente preso político, se preguntó durante aquellos 81 días de detención “¿cómo te convertiste en ti?”. La relación con su padre es la respuesta. Personas llenas de coraje y convicción utilizando el arte como vía de construcción simbólica y comunicación hacia el exterior. Parece que no podría haber sido de otra manera. Por esto sus expresiones artísticas están llenas de elementos lúdicos, enteramente políticos, pero reflexivos y optimistas.

Dentro de su autobiografía, Ai Weiwei relata la brutal vida de privaciones y represión que experimentó al convertirse en un hombre en la remota China, antes, durante y después de la Revolución Cultural, sobreviviendo vigilancia 24/7 por parte del estado. No descarta la posibilidad de regresar eventualmente a su país de origen, ya que afirma que su vida es muy corta para un exilio permanente, a pesar de saber que China monitoria cada palabra que dice, así como monitorea la vida de cada persona dentro de su territorio con acceso a un teléfono y a internet. 

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