La locura mundial por las cartas Pokémon, entre el juego competitivo y los coleccionables


Cientos de jugadores se enfrentaron este fin de semana en Yokohama (Japón) en reñidas partidas de cartas Pokémon. Su popularidad atrae cada vez a más coleccionistas.


Analizando el juego y pensando en tres movimientos adelante con las cartas en sus manos, competidores de todo el mundo se enfrentaron este fin de semana en el Campeonato Mundial Pokémon, celebrado por primera vez este año en Yokohama (Japón), cuna del juego de cartas lanzado en 1996.

Altercados y robos

La avalancha de coleccionistas cada vez que sale a la venta una nueva tarjeta ha provocado escasez, obligando a aumentar los volúmenes de impresión y causando numerosos incidentes en Estados Unidos e incluso en Japón, donde las imágenes de una pelea a puñetazos frente a una tienda a finales de julio circularon ampliamente por las redes sociales. Varios robos en tiendas que venden tarjetas también han sacudido el archipiélago nipón en los últimos meses.

Lanzadas a raíz de la serie de videojuegos protagonizada por los simpáticos monstruos de bolsillo, las cartas Pokémon han sido objeto de una auténtica fiebre en los últimos años, disparando sus precios hasta niveles a veces alucinantes: el youtuber estadounidense Logan Paul batió todos los récords al comprar en 2021 una carta de Pikachu por casi 5.3 millones de dólares.

Hiroshi Goto, experto en cartas Pokémon y autor de un libro de consejos sobre cómo monetizarlas, cuenta que cuando regentaba una tienda de cartas en la década de 2000, sus clientes eran principalmente “infancias con sus padres, que iban juntos a los torneos”. El aumento de la popularidad comenzó en 2016, cuando las cartas de Pokémon cumplieron 20 años, explica. Desde entonces, “la percepción de las cartas ha evolucionado hasta convertirse en algo que es a la vez un juguete para niños y un artículo que disfrutan los adultos, además de ser un coleccionable con valor tangible”, añade.

Los confinamientos provocados por la pandemia de Covid-19 aceleraron aún más la demanda, ya que mucha gente aprovechaba su tiempo libre para sacar sus cromos del desván y hacerlos valorar. A finales de marzo se habían impreso unos 52,900 millones de cartas, distribuidos en 14 idiomas en 89 países y territorios, según cifras oficiales.

“Que brillen los jugadores”

Al margen de los Campeonatos Mundiales de Yokohama, muchos coleccionistas intercambiaban y vendían sus preciados cromos, para regocijo de Jeffrey Ng, un antiguo competidor que compró una decena de cromos el viernes por 1,700 dólares, con la esperanza de venderlos por más.

Erika Goka, de 31 años, dice que le ha gustado Pokémon toda su vida y se siente “un poco triste” de que su reciente popularidad atraiga a tantos especuladores. Todas estas cartas se diseñan y producen meticulosamente en el mismo lugar, en las instalaciones de Tokio Creatures Inc.–uno de los propietarios, junto con Nintendo, de la Pokémon Company–, a tiro de pokéball del Palacio Imperial.

El director Atsushi Nagashima, que dice estar “muy contento” con el renovado éxito de las cartas, asegura que “no cambia nuestra forma de trabajar. Antes sólo tenía en mente a los jugadores japoneses, pero ahora también he empezado a centrarme en cómo se perciben las cartas en el extranjero”, afirma.

Creatures Inc. emplea a 18 probadores que juegan a las cartas de la mañana a la noche para asegurarse de que las nuevas creaciones estén equilibradas y encajen armoniosamente en el vasto conjunto existente. Pero “nunca contratamos a jugadores descubiertos en competiciones”, afirma Kohei Kobayashi, uno de sus responsables, porque “queremos dejar a los jugadores fuertes donde están, donde brillan”.

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