Romayne Wheeler, un pianista al unísono con los vientos y las comunidades indígenas de la Sierra


Enamorado de esta región de México desde hace cuarenta años, el pianista se ha instalado allí y participa plenamente en la vida de la comunidad tarahumara.


Al atardecer, Romayne Wheeler se sienta frente a su piano de cola en un salón-estudio cuyos ventanales dan a las profundidades de los grandes cañones de México. El pianista estadounidense comienza a tocar música inspirada en los habitantes de esta región de la Sierra Madre Occidental, la comunidad indígena tarahumara con la que convive desde hace décadas.

Nacido en California hace 81 años, el compositor y solista se siente más cerca que nunca de la naturaleza y de la comunidad que le acogió, compartiendo su estilo de vida, su música y su cultura. “Realmente siento que toda esta zona que me rodea es mi estudio”, confiesa Romayne Wheeler mientras abre las puertas de su casa de piedra, construida al borde del precipicio. “Cada árbol, cada planta, cada flor, todo aquí me habla”, añade en su refugio situado a varias horas en coche –y senderos de montaña– de la ciudad más cercana, Creel.

Su historia de amor con la Sierra Tarahumara comenzó en 1980, cuando estudiaba música indígena en Estados Unidos. Una tormenta de nieve le impidió viajar a una reserva indígena cercana al gran cañón de Arizona, menos profundo que el de sus vecinos mexicanos. Hojeando un ejemplar de National Geographic, Romayne Wheeler quedó cautivado por las fotos de las Barranca del Cobre y decidió descubrir por sí mismo la sierra mexicana. “Fue como volver a casa”, recuerda, vestido con una túnica tradicional y sandalias indígenas, que prefiere a las viejos y buenos tenis de estilo occidental.

“Fue como volver a casa”.

Romayne Wheeler se instaló finalmente en el pueblo de Retosachi en 1992, en sintonía con la filosofía de los tarahumaras, que ya habían fascinado al poeta francés Antonin Artaud en los años treinta. El músico habla conmovido de un pueblo “que lo comparte todo, que antepone el altruismo a cualquier otro valor”. “Las personas más respetadas aquí son los músicos. Tienen derecho a todos los honores, como los chamanes”, añade.

El viento transporta las notas de su instrumento por los desfiladeros del cañón, le dicen sus amigos. Sus notas llegaron a oídos del hijo de uno de sus vecinos. Romayne Wheeler empezó a darle clases de piano, antes de enviarlo a Chihuahua, para completar su formación. Su protegido, Romeyno Gutiérrez, es ahora pianista y concertista por derecho propio, y ha acompañado a Wheeler en dos giras europeas. “Es el primer pianista y compositor de ascendencia tarahumara que conozco en nuestro continente”, dice con orgullo Romayne Wheeler.

Su piano de cola –un Steinway– fue transportado desde Guadalajara hasta lo alto de la Sierra. Los encargados de la mudanza tardaron 28 horas en llegar a la casa del músico por las escarpadas carreteras de montaña, protegiendo el piano con sacos de patatas. “La mayor parte del tiempo tuvimos que caminar por culpa de los baches”, recuerda Romayne Wheeler.

Una vida en aislamiento

A pesar del aislamiento de su “nido de águilas”, Romayne Wheeler nunca se siente solo, entre las visitas de sus vecinos y la compañía de su perro: “Me siento más solo en la ciudad, donde la gente no tiene nada que decirse”. De hecho, es el padrino de 42 niños de la región, una de las más pobres de México. En la Sierra, el acceso limitado al agua potable, a alimentos suficientes y a la atención médica representa un gran reto para las comunidades que viven principalmente de la agricultura.

En los años 90, Romayne Wheeler decidió dedicar parte de sus honorarios a construir una escuela y una clínica. “Es una buena persona. Ayuda mucho”, dice uno de sus vecinos, Gerardo Gutiérrez, de 49 años, que conoció a Romayne Wheeler de niño. “Daba mantas cuando hacía frío. Y conseguía comida para los lugareños”, añade. Un justo retorno para el pianista: “Estos años han sido los más felices de mi vida porque realmente siento que mi música es útil para ayudar a la humanidad”.

Post a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *