Mujeres del impresionismo

Tras la primera exposición impresionista en 1874, los críticos no dudaron en llenar las páginas de diarios y revistas con comentarios que pretendían etiquetar al movimiento como algo pasajero, como un estilo demasiado pastel con pinceladas libres y una carga excesiva de pintura. Uno de estos críticos fue Téodor de Wyzewa, quien en 1891 escribió que “sólo una mujer tiene derecho a practicar rigurosamente el sistema impresionista”, ya que “sólo ella puede limitar su esfuerzo a la traducción de impresiones”. Por lo tanto, toda producción artística realizada por hombres que pretendiese seguir la línea estética y técnica alejada de la academia, tendría que girar hacia la exploración de tendencias distintas.

Gustave Geffroy, Paul Cézanne (1895)

Tres años más tarde, en 1894, el crítico de arte Gustave Geffroy destacó a tres mujeres impresionistas y las llamó Les trois grandes dames (las tres grandes damas). Dentro del trío estaban incluídas Mary Cassatt, Barthe Morisot y Marie Bracquemond por su alto nivel de sensibilidad, al igual que su tenacidad dentro de un circuito manejado por hombres. Su influencia es evidente; su legado, innegable.

Mary Cassatt

Nacida en Pennsylvania (actual norte de Pittsburgh) el 22 de mayo de 1844, Mary Stevenson Cassatt ingresó a la Academia de Bellas Artes de Pennsylvania. En 1866, a sus veintidós años, se mudó a Francia al no ser aceptada en los talleres de dibujo anatómico de Pennsylvania, en donde se presentaban modelos desnudos, lo cual se consideraba como algo escandaloso, y, por lo tanto, no apto para mujeres. Fue entonces que se vio obligada seguir desarrollando su técnica en la Academía de Arte de París, estudiando de manera privada con algunos maestros, además de reproducir algunas piezas del Louvre.

Las posturas políticas de Cassatt se mantuvieron firmes a lo largo de su vida al alejarse del matrimonio y la maternidad para priorizar su trabajo como artista en un mundo dominado por hombres, por lo que la gran mayoría de su trabajo representa mujeres lejos del espectáculo o la contemplación, al mostrarlas como personas con historia, vida y sentimientos. Logró capturar escenas en interiores con mujeres realizando actividades cotidianas, destacando su día a día. También utilizaba niños como modelos, creando una línea temática de madres e hijos sumamente brillante. Eso es lo que le daba fuerza a su pintura, lo que permitía que las voces de todas aquellas que no contaban con derechos y no les era posible salir a la calle sin un acompañante fuese escuchada. 

Mary Cassatt, Edgar Degas (1880-84)

Para 1868, su trabajo fue expuesto en el Salon de Paris, siendo bien recibido por críticos y jueces –conformados únicamente por hombres–, quienes acentuaron su capacidad plástica a pesar de ser mujer, hablando únicamente de los trazos delicados y los colores llamativos. En 1877 fue rechazada del Salon, dejándola completamente frustrada por el circuito del arte en el que era tan complicado destacar debido a su naturaleza patriarcal. Fue entonces que Edgar Degas se acercó a ella y la invitó al grupo de artistas renegados al que pertenecía: Los impresionistas.

Su estilo mezclaba las paletas de color tan reconocidas en el movimiento con elementos que aprendió cuando copiaba pinturas de los grandes maestros del Louvre, además de simular la texturas de las xilografías japonesas. Su enorme talento fue reconocido en 1904 cuando Francia le concedió el Légion d’honneur; también le permitió presentarse en grandes exposiciones como la World’s Columbian Exposition y la edición de 1913 del Armory Show. Eventualmente decidió alejarse de todo movimiento, tendencia y vanguardia para enfocarse en diversos estudios. Mary Cassatt murió en Le Mesnil-Théribus el 14 de junio de 1926.

Maternite, Mary Cassatt (1890)

Barthe Morisot

Las restricciones sobre la mujer que existían durante la época, impedían que Berthe Marie Pauline Morisot (14 de enero de 1841 – 2 de marzo de 1895) pudiese explorar libremente las calles de Francia, lo cual la llevó a buscar tutoría privada con algunos de los artistas de la región. Esta imposición fue clave para su desarrollo conceptual, ya que al no poder asistir a los diversos cafés de Bourges y de París, se concentró en plasmar escenas domésticas, cotidianas, de familiares y amistades cercanas.

Al igual que Cassatt, decidió alejarse de la figura mitológica y la iconografía cristiana que recae sobre la mujer, como es el caso de la Madonna. En su lugar, sus trazos rápidos se acercaron a la intimidad de lo que no se plasmaba, de lo que la academia no quería que se representara. Al entender la dinámica de la escena artística de París, firmaba sus obras como Moristot, impidiendo que se reconociera o se le asignara un género a toda pieza de su autoría.

Berthe Morisot, Édouard Manet (1870)

Durante el tiempo en que estuvo en la capital francesa junto a sus colegas de la plástica, conoció y eventualmente se casó, en 1874, con Eugène Manet, hermano de quien labró el camino para todos los movimientos artísticos  posteriores: Édouard Manet. Su gran técnica bastó para que fuese aceptada en la máxima exhibición de la época, el Salon de Paris, sin embargo, ella declinó la invitación y en su lugar optó por exponer junto a los impresionistas, con quienes colaboró durante años en ocho grandes exposiciones. 

A pesar de su destacado trabajo, Morisot no cuenta con la fama de los demás miembros del movimiento, ya que además de ser mujer, lamentablemente murió a los 54 años de edad a causa de una grave neumonía, impidiendo que su obra se consagrara en vida… hasta el año 2013, cuando sus piezas alcanzaron los $10 millones de dólares.

Femme devant son miroir, Berthe Morisot (1890)

Marie Bracquemond

Lo poco que se sabe de Marie Anne Caroline Quivoron (1 de diciembre de 1840 a 17 de enero de 1916) se debe a Pierre Bracquemond, su hijo. Su ausencia de los libros de historia y la falta de información indican que, como Pierre menciona, el intento de frustrar la carrera de Marie fue efectivo. 

A diferencia de las otras dos pintoras del trío, su infancia y desarrollo artístico fue completamente distinto. Hija de un matrimonio arreglado e infeliz, tuvo que esperar hasta después de la muerte de su padre y el nuevo matrimonio de su madre para comenzar a pintar a sus 10 años, cuando empezó su aprendizaje autodidacta. Eventualmente tuvo un maestro, M. Wasser, quien logró sacar todo el potencial de la entonces muy joven artista hasta que en 1857, después de mostrar un retrato de su hermana y madre, conoció a Jean-Auguste-Dominique Ingres e ingresó a su estudio.

Autoportrait, Marie Bracquemond (1870)

Los problemas comenzaron con la insistencia del mismo Ingres; únicamente le daba comisiones de arreglos florales y paisajes, lo cual estaba muy por debajo de su capacidad. Marie dejó el estudio diciendo que Ingres “dudó del coraje y perseverancia de una mujer en el campo de la pintura”. Al estar por su cuenta, inmediatamente obtuvo comisiones para crear reproducciones del Louvre, además de una comisión para una pintura de Cervantes en prisión –la cual no ha sido localizada–. Mientras se encontraba copiando pinturas de los grandes maestros del acervo del Louvre, conoció a Félix Bracquemond, de quien no se separó durante dos años, culminando en su boda en 1869 y el nacimiento de su hijo un año después.

Tuvieron que pasar varios años antes de que su estilo iniciara una transición hacia paletas de color más amplias y formatos más grandes, influenciada por los impresionistas, dejando atrás los interiores para enfocarse en el rico contenido cromático del exterior. A partir de 1887 y hasta 1890, su trabajo continuó evolucionando gracias a los consejos de Monet y Degas, incluso con ideas nuevas que obtuvo de Gauguin. Participó en un gran número de exposiciones organizadas por sus nuevos maestros hasta que el descontento e incluso desagrado de su esposo la obligaron a dejar la pintura. Félix cada día estaba más harto del trabajo de su esposa al punto de criticar y negarse a mostrar sus obras, opacando sus logros y amor al arte.

La Dame en blanc, Marie Bracquemond (1885)

Definitivamente no son las únicas mujeres del movimiento impresionista, y tampoco fueron las únicas dejadas en el olvido para permitir el ascenso de figuras masculinas. Resulta imperativo rescatar y destacar la importancia, así como el gran papel que tienen las mujeres dentro de la historia del arte, tanto pasada, como presente y futura.

¿Qué piensas de las obras de las tres grandes damas? ¿Cuál es tu favorita? ¿Conoces a alguna otra exponente del movimiento?

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