Columna por: Celeste Espinosa

“En esta ocasión, decidí recomendar tres ensayos para acercarse a este género […] elegí ensayos cortos, sencillos y de temática variada con los que es fácil comenzar”.


Comúnmente, cuando pensamos en literatura nos viene de inmediato a la cabeza la ficción, pensamos en una novela, tal vez una obra romántica o de ciencia ficción, sin embargo, cuando se nos propone leer un ensayo en seguida pensamos en algo académico, en una tarea escolar, en una lectura que resultará complicada y que nos va a enseñar algo forzosamente. Tal vez por ello es que los ensayos son subestimados, pero si nos lanzamos a leerlos con la inocencia de quién descubre algo nuevo y se entrega a lo que puede ofrecernos, nos encontramos con verdaderas joyas. En esta ocasión, decidí recomendar tres ensayos para acercarse a este género, además de que elegí ensayos cortos, sencillos y de temática variada con los que es fácil comenzar.

Primero que nada, los ensayos son una expresión del pensamiento de los autores, en un ensayo se expresan las ideas y para manifestar la forma en que estas ideas se relacionan entre sí, un ensayo literario tiene como cualidad que puede ser de cualquier tema, así quién lo escribe puede desarrollar su punto de vista al respecto, es una gran forma desarrollar una lectura crítica, pues permite que lxs lectores reflexionemos si estamos de acuerdo o no con los puntos de vista expuestos en el texto. 

El primer ensayo que quiero recomendar es Travestismo lingüístico de Enrique Serna. Este ensayo es cortito y está enmarcado en el estilo satírico de Serna, quien se destaca por su forma cínica e increíblemente entretenida de narrar. El tema que aborda es la forma de hablar actual, específicamente cuando los varones toman “prestadas” algunas formas gramaticales femeninas para referirse entre ellos, lo cuál, enriquece la comunicación entre hombre, de acuerdo con Serna: 

Cuando los hombres hablamos en femenino – hasta el macho más atravesado tiene sus crisis de agotamiento nervioso- advertimos cuánta falsedad hay en el habla masculina y hasta qué punto hemos caricaturizado nuestra hombría. El joteo contrarresta la exageración histriónica de lo masculino, limpia nuestro léxico de asperezas y nos permite sostener, con el tejido sobre las rodillas, una verdadera y natural conversación de hombre a hombre.

Enrique Serna reflexiona en torno al lenguaje y su función sin que esto le limite, pues hace un par de críticas precisas a la sociedad, ya sea que estés de acuerdo o no con sus afirmaciones, es un ensayo que permite abordar el lenguaje inclusivo de forma interesante, además que se encuentra en una compilación llamada “Las caricaturas me hacen llorar” donde Serna despliega todas sus críticas, quejas y propuestas en torno a un montón de temas que van desde aspectos culturales a literarios y sociales. 

El siguiente ensayo es uno más personal, Validación de la hipnosis de Sergio Pitol. Este ensayo es casi una crónica, un texto que no pretende defender ninguna postura, sino exponer una experiencia con el hipnotismo. Sergio Pitol desenreda con sus palabras una experiencia profunda, difícil de simplificar e increíblemente personal, pues en su búsqueda por dejar de fumar, se entrega por completo a una sesión de hipnósis que le permita dejar ese hábito, sin embargo, termina encontrándose con él mismo en un momento fundamental de su vida.

Federico Pérez me pide recordar algunos momentos que considere hayan sido importantes en mi vida. Y de pronto, sin que tenga que hacer el menor esfuerzo comienza a desfilar ante mí una curiosa variedad de imágenes, como si un proyector invisible las reflejara ante mis ojos. Son fotografías considerablemente ampliadas, donde hasta los más mínimos detalles aparecen con sorprendente nitidez.

Sergio Pitol no se guarda nada al introducirnos en su experiencia y eso hace de este ensayo una especie de vínculo con nuestras propias experiencias, sanadoras o no, es un ensayo que deja una sensación agradable pues augura una esperanza que no es común en la literatura actual.

Finalmente, la última recomendación es de Clarice Lispector, La soledad de no pertenecer, un texto profundo y personal que aborda la manera en la que la escritora reflexiona sobre la necesidad humana de pertenecer a algo o alguien. Es una mirada íntima a la nostalgia, a la necesidad de conexión, al desarrollo social y a la búsqueda de vincularnos. Es un texto poderoso que tiene la capacidad de acompañarnos en momentos en que buscamos sentirnos menos solxs: 

Precisamente porque es tan fuerte en mí el hambre de entregarme a algo o a alguien me volví bastante arisca: tengo miedo de revelar cuánto lo necesito y lo pobre que soy. Sí, lo soy, muy pobre. Solo tengo un cuerpo y un alma. Y necesito más que eso. Quién sabe si empecé a escribir tan pronto porque, al escribir, por lo menos me pertenecía un poco a mí misma, aunque eso sea solo un triste facsímil.

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