El tiempo continúa su marcha y llegamos nuevamente a la época de las tarjetas, las flores y los chocolates. Sin embargo, también se desbordan las emociones; el ambiente se llena de abrazos y sonrisas. El cúmulo de sentimientos se manifiesta y concluye en la forma de un beso.


A lo largo de la historia del arte se han representado toda clase de sensaciones y sentimientos humanos en todo tipo de medio; desde los peores males y desgracias, hasta las más grandes virtudes y victorias… incluído el amor. Éste, así como el beso, esconden un sinfín de interpretaciones temporales, geográficas y sociales que de una u otra manera hilvanan los distintos velos que constituyen la realidad tras la que decidimos expresar nuestros sentimientos. ¿Por qué es un tema tan utilizado desde el amanecer de la expresión artística?

Ya sea porque despierta cuestionamientos sobre la intención, la complicidad entre los amantes o por lo que podría llegar a despertar en el interior de cada persona, la temática del beso continúa siendo relevante y destacando en cada nueva generación.

¿Qué mejor manera de celebrar que con un recorrido por la historia del arte en búsqueda de los besos más icónicos?

  • Gustav Klimt, Der Kuss

Probablemente el beso más famoso en la historia del arte, incluso puede que sea la pintura más reconocible del art nouveau. Siendo parte del período dorado de Klimt influenciado por el arte bizantino, Der Kiss manifiesta la devoción religiosa al amor desde el manto dorado que rodea a la figura central de la pieza. La pareja mostrada se encuentra de rodillas en un campo de flores mientras comienza a convertirse en una sola entidad al fundirse en un abrazo que alude a los mosaicos utilizados durante el siglo V d.C. A pesar de una posible confusión visual, ambos personajes pueden distinguirse gracias a sus rasgos faciales, altura y la posición de sus manos. El rostro masculino comienza a descender sobre la expresión pasional y delicada de la figura femenina, buscando el beso; mientras las grandes manos del hombre sostienen la cara de la mujer, las de ella lo mantienen firme en el abrazo. Sumada al lenguaje corporal que manifiesta la pasión del momento, los ojos cerrados que confrontan directamente al espectador acentúa la intimidad que se vive.

Der Kuss, Gustav Klimt (1907-8)
  • Edvard Munch, Kyss

A diferencia de Klimt, Kyss de Munch representa el amor desde otra perspectiva. No sólo se trata del acto físico, sino de la conexión que éste representa: Cuerpo. Mente. Alma. La unión no sucede desde el cuerpo, sino desde la unión en el beso, en la cabeza, en los labios que buscan otros desde el anhelo; la aspiración.

Munch buscó durante toda su vida una relación que pudiese ser reflejo de la pintura. Se puede interpretar ternura que va de la mano de la pasión. También es posible encontrar un objeto más personal para el pintor, como es el caso de una despedida en una habitación de St. Cloud. El beso se mantiene siempre múltiple, siempre presente en el encuentro y en la separación.

Kyss, Edvard Munch (1897)
  • Roy Lichtenstein, Kiss V

Cuando surgió el movimiento del pop art en los 60, el mundo quedó sorprendido por la audacia de aquellos creativos; más aún cuando Lichtenstein decidió explorar un estilo inspirado en cómics bastante particular al llenar sus piezas con colores primarios saturados, líneas de contorno gruesas y círculos que forman la imagen fuera de los tres colores principales. 
Kiss V se inserta en la serie Kiss –naturalmente–, dejando ver, como era costumbre, una obra que bien podría haber sido un panel sacado de un cómic en el que todos los elementos importantes se encuentran en la mujer: Lágrimas, la mano fuertemente apretada, el ceño ligeramente fruncido. Se desconoce el contexto bajo el que se desarrolla la escena, sin embargo, los abrumadores sentimientos que emana son casi palpables, lo que convierte a Kiss V en una obra dinámica, llena de cuestionamientos e interpretaciones. Un besito enigmático.

Kiss V, Roy Lichtenstein (1964)
  • Henri de Toulouse-Lautrec, Dans le lit, le baiser

Se ha escrito demasiado sobre el gran exponente del impresionismo, sobre sus preferencias en cuanto a qué abstraer de la realidad y llevarlo a la pintura. Sobre las calles parisinas y su vida nocturna; los bares, burdeles y cabarets, mismos en los que Toulouse-Lautrec pasó gran parte de sus días –y noches–. 

La escena de Dans le lit, le Baiser muestra a dos mujeres en medio de un beso mientras yacen desnudos bajo las sábanas de la cama en una habitación de un burdel. Se le ha atribuido una carga erótica –no necesariamente errónea– a la obra; sin embargo, el contexto bajo el que se elaboró lleva la interpretación a una esquina distinta. En la Francia de la época, muchos establecimientos como el representado no contaban con suficientes camas para todas las mujeres que trabajaban ahí, lo que orillaba a compartir espacios para dormir y eventualmente llevaba a la construcción de vínculos de gran cariño e incluso amor. 

Lo retratado por el pintor francés no es un acto meramente sexual, sino un momento íntimo de intercambio afectuoso.

Dans le lit, le baiser, Henri de Toulouse-Lautrec (1892)
  • Auguste Rodin, Le Baiser

Siguiendo la tradición de la producción artística de finales del siglo XIX y principios del XX fuera del impresionismo y antes de las vanguardias, Rodin invocó al naturalismo academicista desde la ficción clásica con la presencia de El infierno de Dante Alighieri en Le Baiser, originalmente titulada Francesca da Rimini, la cual era parte de un grupo de relieves que acompañaban otra obra del artista (La puerta del infierno) hasta que fue reemplazada por otra pieza escultórica.

En el segundo círculo del infierno, en donde se encuentran aquellas almas que sucumbieron ante la lujuria, Dante encuentra a la pareja y ésta le relata su historia: Francesca estaba casada con Giovanni Malatesta, quien le pide atender a su hermano, Paolo. Ambos llegan a enamorarse con el paso del tiempo, al leer –y creer– en la fantasía de amor eterno de Lancelot y Guinevere. Su pasión fue tal que cuando estaban a punto de llevar sus sentimientos guiados por la lujuria, Malatesta aparece y les descubre en el acto, asesinándolos a puñaladas. El libro del que leyeron el mito artúrico se encuentra presente en la escultura, cayendo de la mano de Paolo mientras los labios de la pareja condenada se acercan, sin terminar de tocarse. El beso que nunca pudo ser.

Le Baiser, Auguste Rodin (1882)
  • Banksy, Kissing coppers

La fachada del Prince Albert Pub en Brighton amaneció con una imagen poderosa una mañana del 2004: Un par de policías besándose vestidos de pies a cabeza con uniforme oficial y objetos de represión en sus cinturones (esposas y macana).

En cuanto apareció el trabajo de Banksy, las reacciones de la comunidad británica no se dejaron esperar. De un lado se encontraban los miembros lgbt+ de Brighton, siendo la más grande y prolifera de Inglaterra, quienes no sólo aplaudían la realización de tal obra, sino que impulsó el alcance de sus voces, manifestando la realidad violenta en la que viven. A su vez, quienes no estaban de acuerdo con la expresión de Banksy –conservadores y homofóbicos– aumentaron las agresiones en contra de la comunidad lgbt+, además de atacar la pieza de street art.

Tuvieron que pasar cuatro años para que el dueño del Prince Albert Pub decidiera sustituirlo por una réplica para evitar más daños, vendiendo el original por $575,000 en 2014.

Kissing coppers, Banksy (2004)
  • René Magritte, Les amants

Escoger la representación de un beso en la vasta producción pictórica de los artistas a lo largo de la historia es una tarea imposible, pareciese que son pocos los temas recurrentes en la historia del arte que se cuentan en los lienzos. Los hay de todos los estilos y épocas. Y cada artista representó sus sentimientos en ellos. El inquietante retrato de Les amants del surrealista René Magritte se destaca en estos tiempos de pandemia como la premonición de lo que viviríamos a lo largo de las décadas: el veto al contacto físico. Podría decirse que representa la ceguera de los amantes devotos, ajenos al mundo exterior. Pero la escena también recuerda una imagen que persiguió al artista toda su vida: la del rescate de su madre del río donde se suicidó, con el rostro envuelto en su camiseta.

Les Amants, René Magritte (1928)
  • Man Ray, Rayograph

Man Ray declaró haber inventado el fotograma –rayograma desde su artístico punto de vista– poco después de dejar atrás los Estados Unidos para comenzar una nueva faceta en Francia hacia 1921. La imagen compuesta presenta tres capas de impresión lumínica: En primer lugar, un par de siluetas humanas en medio de un beso; segundo, dos manos abiertas; y finalmente, dos bandejas de fotografía. Juntos, estos elementos producen un triple diálogo entre objetos dobles, independientes pero unidos desde una simetría reflejada que ofrecen una realidad distinta, un tanto oculta u obtusa, pero no menos real.

Rayograph, Man Ray (1922)
  • Antonio Canova, Amore e Psiche

Incluida en el libro cuarto de Las metamorfosis –o el Asno de oro según Agustín de Hipona– de Apuleyo durante el siglo II d.C, la historia de Cupido y Psique se convirtió en la base para un par de esculturas realizadas por el escultor italiano Antonio Canova (1757-1822), siendo originalmente comisionada por el coronel John Campbell. La escena representada muestra a Psique despertando después de un engaño por parte de la diosa Venus, el cual implicaba abrir un cofre que contenía el sueño estigio; una vez enterado del truco de su madre, Cupido acude al inframundo para despertar con una flecha a su amada. En cuanto Psique despierta, Cupido hace a un lado la flecha para reencontrarse con la princesa en un beso que sella su destino juntos.

La primera versión de la escultura fue adquirida por Joachim Murat en 1800 y estuvo en su posesión hasta su muerte, cuando la obra pasó a manos del Museo de Louvre en 1824, en donde se encuentra actualmente; la segunda versión fue comprada por el Príncipe Yusupov en 1796 y eventualmente entró al acervo del Museo del Hermitage.

  • Louis-Léopold Boilly, Deux jeunes femmes s’embrassant

Se sabe relativamente poco del pintor y dibujante Louis-Léopold Boilly (1761-1845); sin embargo, lo que sí se sabe es que fue el encargado de nombrar la técnica del trampantojo (trompe-l’œil), en la cual se engaña al ojo a partir de formas y elementos arquitectónicos dentro de una imagen para simular un espacio tridimensional. Parece que la gran problemática detrás del olvido del artista yace no en su capacidad técnica, sino en que sus trabajos fueron resultado de comisiones, lo que convirtió –casi– todos sus retratos en obras sin sustancia, un tanto aburridas.

A pesar de eso, existen algunas piezas realizadas por el pintor que rompen el esquema de la época, como es el caso de este beso. Boilly comenzó a pintar Deux jeunes femmes s’embrassant poco antes del reinado de terror de Maximilien Robespierre, dando la pincelada final el mismo año en el que fue encarcelado el líder francés. La pintura muestra una escena dentro de una habitación de un hogar burgués en donde un par de mujeres se hunden en un abrazo mientras se funden en un tierno beso. La representación, a pesar de ser inocente, se encuentra un poco más allá de los límites permitidos a finales del siglo XVIII. Es posible encontrar toda la esencia rococó de la época en la frialdad de la habitación, los elementos naturalistas y aquella fragancia pastel que expresa toda dulzura; pero, por otra parte, existen tintes provocativos en la piel expuesta, en la seducción neoclásica y en la intimidad que viven ambas mujeres.

Deux jeunes femmes s’embrassant, Louis-Léopold Boilly (1790-1794)

La representación del beso y del amor en el arte ha sucedido desde siempre, y parece que seguirá sucediendo hasta el final de la humanidad… o el final de los sentimientos. ¿Qué les parece? Existen una gran cantidad de obras que no incluimos, desde Picasso hasta Chagall, pero estas son las que más nos impactan.

¿Cuál es su besito favorito? ¿Qué les hace sentir?

¡No olviden besar a las personas que amen!

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