Cuando ser homosexual parecía un crimen: Xavier Villaurrutia y los inicios de la literatura LGBTTTIQ+

Imagen destacada: Algunos integrantes de los Contemporáneos, en 1927. De izquierda a derecha, sentados: Eduardo Villaseñor, José Rubén Romero, Mariano Silva y Aceves, Bernardo Gastelum, Enrique González Martínez, Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen y Julio Torri; de pie: Bernardo Ortiz de Montellano, Julio Jiménez Rueda, no identificado, Enrique González Rojo, Salvador Novo, Jaime Torres Bodet, Jorge Zalamea, no identificado, no identificado.


Xavier Villaurrutia, nacido en 1903, y alto representante de la literatura LGBTTTIQ+, escribió narrativa, poesía y teatro.


Ha comenzado el mes del Pride y con ello llega una enormísima cantidad de información sobre la comunidad LGBTTTIQ+, cosa que realmente me encanta, sin embargo, también es el mes en el que la comunidad se encuentra más expuesta y con ello no siempre hay experiencias positivas, hace unos días me encontré con un comentario que bien puede representar las concepciones y presupuestos que aún mantienen algunas personas; el comentario estaba en una foto de un evento del PrideMonth en un municipio de Puebla y decía más o menos así: “eso de ser del otro bando es una moda de ahora, antes no era así”, me limito a parafrasearlo porque el usuario continuaba con su letanía empleando un par de palabras profundamente homofóbicas que no me siento cómoda retomando.

Mientras leía su comentario me vino una sensación un tanto extraña para el contexto, por supuesto sentí indignación, pero también me sentí un poco divertida, principalmente porque como respuesta a su comentario, montones de personas postearon fotos de familiares y conocidos que formaban parte de la comunidad desde hace muchos años, la foto más antigua que alcancé a ver en la marea de respuestas era de 1935, según la chica que la posteo. 

Con ello, me quedé reflexionando en torno a la ideología que aún parece ensuciar el festejo (que también es político) del mes del orgullo, por eso decidí en esta ocasión reseñar y recomendar a un autor de principios del siglo XX que fue parte de la comunidad LGBTTTIQ+ y que demuestran que la disidencia sexual no es una moda actual, ha existido y ha resistido desde siempre.

La primera mitad del siglo XX estuvo llena de cambios en todo el mundo y, por supuesto México no se quedó atrás, para comenzar el siglo con fuerza se desarrolló la Revolución Mexicana que enfrentó a los partidarios de Porfirio Díaz y quienes se oponían a su reelección. A esto le sumamos que en la sociedad había una evidente inquietud que se manifestaba en todos los ámbitos artísticos, incluída la literatura. 

Es en esos años que surgen movimientos literarios como el Estridentismo, que pretendía “actualizar” la literatura dejando atrás los arcaísmos porfiristas, a la par, también surgieron Los contemporáneos, quienes se definían como un grupo de autores que se reunieron gracias a la publicación de la revista con el mismo nombre. Ambos grupos buscaban transformar la literatura de la época, sin embargo, eligieron caminos distintos, pues mientras el Estridentismo enfocó su movimiento en recalcar los cambios poéticos, Los Contemporáneos dedicarán sus esfuerzos a retomar temas en los que no se habían sumergido autores anteriores. 

Esas diferencias desembocaron en una enemistad bien documentada, pues se dan unos de los primeros conflictos entre los intelectuales originados abiertamente por la homofobia, pues los Estridentistas afirmaban de forma desdeñosa que Los Contemporáneos escribían literatura “afeminada” o “para señoritas” haciendo referencia a las inclinaciones sexuales que manifestaban varios de sus miembros. Los estridentistas apuntaban a una escritura “viril” en tanto a que para ellos representaba lo activo, por lo que consideraban la labor artística de la literatura como un acto combativo, lo que llevaba a sus obras a ser una especie de manifiesto.

Por su parte, Los Contemporáneos, o “grupo sin grupo” no buscaban anular, sino revalorizar, incluirse en una tradición literaria que está representada como algo más íntimo, un volver a sí mismo y encontrarse un lugar allí, lo cuál encarna un significado profundo, pues no pretende desacralizar, sino resignificar.

Sin embargo, el tiempo se ha encargado de colocar en su puesto a cada uno de los autores de ambos movimientos y mientras que los estridentistas tienen un lugar muy importante en la literatura mexicana, los autores de los que se burlaron, miembros de Los Contemporáneos, pasaron a la historia como unos de los primero autores en desarrollar la literatura LGBTTTIQ+ en México, como menciona Antonio Marquet en Ofensas discursivas en la narrativa gay (para sobrevivir en heterolandia):

En efecto, los homosexuales mexicanos transitaron en el siglo XX de la ignominia al orgullo; de la cárcel y los trabajos forzados (condena a la que fueron sentenciados los cuarenta y uno en 1901); a la eufórica ocupación del zócalo por la vigorosa XXV Marcha Gay que irrumpió por primera vez en la plancha capitalina el 13 de junio de 2001.

Uno de esos autores y quién ha influenciado infinidad de obras es Xavier Villaurrutia, nacido en 1903, y alto representante de la literatura LGBTTTIQ+, escribió narrativa, poesía y teatro, entre sus obras más emblemáticas se encuentran Dos nocturnos (1931), Nocturnos (1931), Nostalgia de la muerte (1938) entre muchos más, aquí les comparto dos poemas parece representan muy bien su estilo a la hora de abordar la poesía como representación de lo interno es el siguiente:

NOCTURNO EN QUE NADA SE OYE

En medio de un silencio desierto como la calle antes del crimen
sin respirar siquiera para que nada turbe mi muerte
en esta soledad sin paredes
al tiempo que huyeron los ángulos
en la tumba del lecho dejo mi estatua sin sangre
para salir en un momento tan lento
en un interminable descenso
sin brazos que tender
sin dedos para alcanzar la escala que cae de un piano invisible
sin más que una mirada y una voz
que no recuerdan haber salido de ojos y labios
¿qué son labios? ¿qué son miradas que son labios?
Y mi voz ya no es mía
dentro del agua que no moja
dentro del aire de vidrio
dentro del fuego lívido que corta como el grito
Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz
y mi voz que madura
y mi voz quemadura
y mi bosque madura
y mi voz quema dura
como el hielo de vidrio
como el grito de hielo
aquí en el caracol de la oreja
el latido de un mar en el que no sé nada
en el que no se nada
porque he dejado pies y brazos en la orilla
siento caer fuera de mí la red de mis nervios
mas huye todo como el pez que se da cuenta
hasta ciento en el pulso de mis sienes
muda telegrafía a la que nadie responde
porque el sueño y la muerte nada tienen ya que decirse.

Xavier Villaurrutia no se limita a la hora de explorar la soledad y la compañía, a mi parecer elige las formas de expresar los vínculos entre una y otra de forma que parecen conversar con ellos mismos, siempre con una postura enfocada en lo interno, en lo que parece sólo palpable para quién se encuentra dentro, con él, en ese mundo que de manera externa condena su forma de amar, como bien expresa en el poema siguiente, dónde parece expresar que es sabedor del “crimen” que implica amar como él lo hace, manifiesta esa sensación de huída, incluso, de miedo, hasta de protesta al entender la forma en que se le juzga, pero también prudente, consciente de lo que significa amar a otro hombre, un poema que muestra que en ese entonces, en ocasiones, era necesario renunciar al ser amado que sufrir la condena de la sociedad:

NOCTURNO AMOR

A Manuel Rodríguez Lozano

El que nada se oye en esta alberca de sombra
no sé cómo mis brazos no se hieren
en tu respiración sigo la angustia del crimen
y caes en la red que tiende el sueño.
Guardas el nombre de tu cómplice en los ojos
pero encuentro tus párpados más duros que el silencio
y antes que compartirlo matarías el goce
de entregarte en el sueño con los ojos cerrados
sufro al sentir la dicha con que tu cuerpo busca
el cuerpo que te vence más que el sueño
y comparo la fiebre de tus manos
con mis manos de hielo
y el temblor de tus sienes con mi pulso perdido
y el yeso de mis muslos con la piel de los tuyos
que la sombra corroe con su lepra incurable.
Ya sé cuál es el sexo de tu boca
y lo que guarda la avaricia de tu axila
y maldigo el rumor que inunda el laberinto de tu oreja
sobre la almohada de espuma
sobre la dura página de nieve
No la sangre que huyó de mí como del arco huye la flecha
sino la cólera circula por mis arterias
amarilla de incendio en mitad de la noche
y todas las palabras en la prisión de la boca
y una sed que en el agua del espejo
sacia su sed con una sed idéntica
De qué noche despierto a esta desnuda
noche larga y cruel noche que ya no es noche
junto a tu cuerpo más muerto que muerto
que no es tu cuerpo ya sino su hueco
porque la ausencia de tu sueño ha matado a la muerte
y es tan grande mi frío que con un calor nuevo
abre mis ojos donde la sombra es más dura
y más clara y más luz que la luz misma
y resucita en mí lo que no ha sido
y es un dolor inesperado y aún más frío y más fuego
no ser sino la estatua que despierta
en la alcoba de un mundo en el que todo ha muerto

Marquet, A. (S.F) Ofensas discursivas en la narrativa gay (para sobrevivir en heterolandia) UAM. México.
Villaurrutia, X. (1938) Nostalgia de la muerte. México.

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