La intemporalidad de Primero sueño permite al lector trascender las barreras temporales y entrar en el mundo íntimo de los logros y frustraciones de Sor Juana.
Los fundamentos de la ciencia y la filosofía modernas que se establecieron en el norte de Europa durante la primera parte del siglo XVII se encontraron con la negación y el rechazo obstinado de las autoridades conservadoras en la Nueva España católica. La preservación del pensamiento tradicional en el “Nuevo Mundo”, en particular la defensa del escolasticismo por parte de la Iglesia, fue un experimentalismo en las colonias. El despertar del espíritu de investigación y el concomitante desafío a la autoridad y a la ortodoxia fueron dos de las muchas tensiones presentes en el Barroco. Los nuevos métodos de análisis y medición se aplicaron en la tentación de definir racionalmente el plan divino del universo.
Los esfuerzos de matemáticos, filósofos, astrólogos y médicos cuestionaron el dogma de la Iglesia y amenazaron el monopolio de la teología y la escolástica como vía de acceso a la verdad. Tras la Reforma, los individuos que desafiaban las creencias establecidas fueron censurados por la Inquisición y castigados severamente por sus transgresiones. Sor Juana Inés de la Cruz (1651 – 1695) y Carlos Sigüenza y Góngora (1645 – 1700) son los que mejor representan el desarrollo del intelecto y el espíritu crítico de la “Nueva España” durante esta época. Al rastrear la difusión del pensamiento científico y el discurso racional en la poesía de Sor Juana, se observan las numerosas contradicciones inherentes a esta época de transformación radical.
Cogito
Tanto su poesía como su prosa demuestran el intento de Sor Juana de integrar los principios científicos innovadores y el humanismo intelectual con la doctrina eclesiástica aceptada. Primero sueño, tal vez su composición poética más enigmática y compleja, no sólo refleja un conocimiento del pensamiento y el método racionalista, sino que lo promueve. La hábil manipulación de Sor Juana de las convenciones poéticas barrocas le permitió incorporar los impulsos intelectuales que circulaban en el “Nuevo Mundo” bajo la apariencia de la tradición literaria. Al desentrañar la red metafórica de la filosofía antigua, la mitología griega, romana y egipcia, y la doctrina de la Iglesia, se ve la manera en que infundió las últimas teorías de la ciencia natural y la filosofía occidental en el conocimiento canonizado. Primero sueño es la expresión poética más completa de Sor Juana; de su espíritu crítico moderno.
Como sistema predominante de enseñanza teológica y filosófica durante la Edad Media, la escolástica sostenía que Dios era la fuente de toda verdad. El conocimiento divino se revelaba a las autoridades de la Iglesia a través de la exégesis bíblica y sus lecturas de los Padres de la Iglesia. La filosofía precristiana de Aristóteles –excluyendo sus escritos sobre la importancia de la experimentación– así como el argumento silogístico eran componentes integrales del escolasticismo tomista. Los fundamentos de esta doctrina, que se vieron fuertemente sacudidos a finales de la Edad Media, se vieron completamente socavados en el siglo XVII con el advenimiento de la Revolución Científica.
Kepler, Galileo, Newton y otros utilizaron la investigación empírica y los principios matemáticos para desafiar el dogma católico sobre las ciencias naturales y, de este modo, esbozaron las aristas de una nueva cosmovisión epistemológica. Igualmente importante para este cambio de paradigma fue René Descartes, cuyas dos obras, Discurso del método (1636) y Meditaciones acerca de la filosofía primera (1641) sistematizaron el razonamiento deductivo.
Desafiando la primacía de la Iglesia, sobre todo la doctrina del derecho divino, Descartes sostenía que “Dios ha dotado a cada uno de nosotros de alguna luz de la razón para distinguir el error de la verdad” (Discurso 68). Cuestionó la confianza del aprendizaje en el pensamiento sensual e intuitivo, señalando que “nuestros sentidos a veces nos engañan”, y sugirió en su lugar el uso de la lógica, el método y la experimentación cognitiva. Sin ser agnóstico ni ateo en sus creencias, Descartes aplicó el pensamiento racionalista para demostrar la existencia de Dios tanto en el tercer como en el quinto capítulo de las Meditaciones. De esta manera, el pensamiento cartesiano juega un papel importante en el Primero sueño de Sor Juana.
Barroquismos
Sugiero que Sor Juana sí conocía y, además, utilizó el pensamiento cartesiano en el Primero sueño sin atribuir necesariamente su conocimiento de la obra de Descartes a una fuente concreta. En su lugar, propongo que Sor Juana, que pertenecía a una élite de intelectuales, filósofos y teólogos en la primera ciudad del nuevo mundo colonizado, no podía haber evitado las nuevas metodologías científicas que circulaban entre sus colegas y compañeros; además, que avanza estos métodos en la obra como herramientas en su dolorosa y personal búsqueda del conocimiento y la verdad.
El arte y la literatura del Barroco retratan vívidamente las crisis económicas, políticas y espirituales que tienen lugar en Europa en esta época. La poesía barroca hispana, por ejemplo, es deliberadamente opaca, enigmática, paradójica, superficial y ornamentada. En el verdadero espíritu de la época barroca y en el ejemplo del maestro español Luis de Góngora, Primero sueño emplea así latinismos, alusiones mitológicas, sintaxis enrevesada y metáforas conceptuales. Sin embargo, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, Sor Juana esconde un significado sutil y un sentimiento profundo dentro del intrincado y ornamental verso.
Las cualidades únicas y originales del poema no sólo residen en las múltiples capas de significado estratégicamente dispuestas por la poeta, sino también en los rastros simultáneos de complicidad y perturbación que se encuentran en su texto. Una de las líneas más destacadas de este tejido textual es la defensa de la búsqueda intelectual individual basada en métodos científicos de investigación. En la obra, la exploración independiente de la mente y la búsqueda del conocimiento intelectual se presenta metafóricamente a través del vuelo del alma.
La convención literaria del alma que viaja mientras el cuerpo duerme se remonta a los discursos de Platón sobre el dualismo del cuerpo y el alma. Consideradas como dos entidades distintas, una funciona cuando la otra está en reposo. El alma, liberada del cuerpo durante el sueño y la muerte, es libre de explorar el universo. Los escritos místicos de Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila también incorporan esta tradición en sus descripciones poéticas del alma en fuga que intenta unificarse con Dios. El viaje del alma, sin embargo, no es sólo particular de la mística española.
En la Divina Comedia (c. 1304 – 1321) de Dante, por ejemplo, el alma parte del cuerpo y viaja por el inframundo. Incluso el racionalista Descartes aborda este tema y razona que “el alma es de naturaleza totalmente independiente del cuerpo y que, por consiguiente, no es susceptible de morir con éste” (Discurso del método 82). En Primero sueño, Sor Juana también emplea esta convención, narrando el viaje del alma después de que el cuerpo se haya dormido.
Sueño consciente
Los primeros 191 versos describen la llegada de la noche y el dominio del sueño en todos los seres vivos. El alma se separa del cuerpo y comienza su ascenso en busca del conocimiento. Ya no está sujeta al cuerpo y contempla el universo desde una posición más elevada que las pirámides de Menfis, la torre de Babel y el Olimpo. Sor Juana se aleja de las convenciones literarias al relatar el vuelo del alma en términos de odisea intelectual: “el vuelo intelectual”.
En lugar de perseguir una unión mística y transfigurada con Dios, el alma busca el conocimiento. Así, aunque se inscribe en una tradición literaria que narra la huida del alma fuera del cuerpo, Primero sueño manifiesta la visión individual y creativa del poeta al reimaginar esta huida como un viaje intelectual. Es, en suma, la noble exaltación de la insaciable sed de la poeta por comprender todo el conocimiento.
Una serie de opuestos binarios en las estrofas iniciales contrasta las múltiples facetas de la noche y el día, la oscuridad y la luz. El claroscuro, la técnica utilizada por los artistas para distribuir la luz y la sombra en una superficie, fue a menudo exagerada por los pintores barrocos para crear un efecto visual dramático. Los pintores españoles Velázquez, Zurbarán, Ribera y Ribalta, por ejemplo, perfeccionaron esta técnica, contrastando fuertemente la oscuridad y la luz en sus obras. Sor Juana hace uso de este estilo barroco en su escritura para yuxtaponer las numerosas imágenes de luz y oscuridad.
Estas imágenes, además, cumplen numerosas funciones dentro del texto. Por un lado, denotan el cambio de las horas del día: la llegada de la noche y su retirada al acercarse el amanecer. Por otro lado, los matices de luz y oscuridad revelan y ocultan alternativamente los pensamientos y deseos íntimos del poeta.
Las imágenes del anochecer presentadas en la primera estrofa (“tenebrosa guerra”; “negros vapores”; “pavorosa sombra fugitiva”; “atezado ceño”) contrastan con las imágenes solares que describen el triunfo del amanecer en la última estrofa (“luz judiciosa”; “luz más cierta”; “el Mundo Iluminado”). La alegoría platónica que representa el conocimiento como luz y la ignorancia como oscuridad también desempeña un papel importante en la imaginería del poema. En su búsqueda del conocimiento, el alma busca el reflejo de sí misma en el Ser Último. La aspiración del alma hacia la luz de lo alto es conocer a Dios, no en el sentido de la unión mística, sino contemplar al Ser Supremo en la plena comprensión del universo.
Es la oscuridad de la noche y el acto de dormir lo que permite al alma abandonar el cuerpo y buscar la luz del conocimiento. De nuevo Sor Juana invierte la tradición: equipara la oscuridad con la posible consecución de la luz/conocimiento. Al amparo de la noche, a través de la alegoría del sueño, la voz de la poeta comunica su más ardiente deseo: el conocimiento universal.
La sorprendente similitud del poema con el Discurso del método se manifiesta no sólo en su promoción de la experimentación científica, sino también en la vívida imaginería que Sor Juana utiliza como preludio de sus recomendaciones. Su analogía del cuerpo con una máquina y la subsiguiente descripción del corazón (“el reloj humano”) y los pulmones (“respirante fuelle”) recuerdan el relato de Descartes.
Demostrando los avances más recientes en el estudio de la fisiología humana, Descartes se adentra en un largo discurso sobre las funciones pulmonares y coronarias, concluyendo que el cuerpo es “una máquina hecha por las manos de Dios, que está incomparablemente mejor dispuesta, y adecuada a movimientos más admirables que cualquier máquina de invención humana” (Discurso 80). La incorporación por parte de Sor Juana de vocabulario técnico –reloj, imán regulado, compresión, dilatación, hélice–, junto con sus exactas explicaciones anatómicas, preparan el terreno para las pruebas experimentales de la siguiente sección.
Sor Juana sostiene que sin orden, sin método, cualquier intento de entendimiento resultará en un fracaso: “-sin orden avenidas, / sin orden separadas, que cuanto más se implican combinadas / tanto más se desuelven desunidas/de diversidad llenas-,” (552-56). La metodología que sugiere, en cambio, incluye las diez categorías aristotélicas (“dos veces cinco son Categorías“) y la intrincada clasificación de género, especie e individuo. Reitera el fracaso del intento intuitivo y la importancia de la categorización: “reparando, advertido / con el arte el defecto de no poder con intuitivo / conocer acto lo criado, / sino que, haciendo escala, de un concepto /en otro va ascendiendo grado a grado, y el de comprender orden relativo sigue, necesitado del entendimiento” (589 – 97).
“Y yo despierta”
La naturaleza elusiva de los escritos de Sor Juana le permitió discutir los nuevos métodos científicos sin utilizar la nomenclatura específica. De este modo, se involucró en los debates intelectuales de su tiempo, pero evitó, al menos durante algunos años, las censuras de la Iglesia. Sor Juana se sirvió así de diversas estrategias verbales para lograr la autoexpresión femenina. Éstas se dividen en cuatro categorías básicas: el camuflaje de la alegoría, el disfraz de la parodia, el mimetismo del discurso femenino aceptado y el anonimato y su reverso: el protagonismo de un autor de género.
Primero sueño representa un exquisito ejemplo de la hábil manipulación del discurso masculino por parte de Sor Juana. En primer lugar, la búsqueda intelectual de toda la vida de la autora se oculta dentro del viaje alegórico del alma; segundo, la parodia se produce en la imitación de los numerosos precursores masculinos a los que, a su vez, repudia para seguir su propio programa; en tercero, a veces imita el discurso femenino apologético fingiendo ignorancia y sumisión a la autoridad masculina; finalmente, en cuarto lugar, la poeta oculta su identidad hasta el último verso, en el que se reivindica clara y definitivamente como mujer.
La complejidad de las estrategias subversivas empleadas en el poema ejemplifica el dominio de Sor Juana sobre sus modelos masculinos: se apropia del discurso masculino para comunicar el deseo femenino. La belleza de la construcción poética reside enteramente en la innovación creativa de la poeta.
Los personajes femeninos del teatro barroco recurrían con frecuencia al uso del disfraz, vistiéndose como hombres, para afirmar su independencia de las restrictivas prohibiciones masculinas. Al igual que sus hermanas en el escenario, Sor Juana se viste con ropa masculina para escribir sin impedimentos de la interdicción masculina. Sin embargo, su amplio vestuario no sólo incluye prendas masculinas. La diversidad, unida a la rebeldía y la innovación, da como resultado una verdadera autoexpresión femenina.
La revelación final de la subjetividad femenina en Primero sueño disiente de la ideología proscriptiva que negaba a las mujeres el derecho a participar en el discurso intelectual. “Y yo despierta” revela tanto el género de la poeta como la naturaleza personal de la búsqueda intelectual. Al dar protagonismo al verso final del poema, Sor Juana trastoca la estructura poética convencional y permite la creación de lecturas alternativas. Su hábil manipulación de la estrategia del aplazamiento subraya aún más la afinidad de Sor Juana con la nueva era que se avecina.
La inversión del modelo masculino por parte de la poeta también está presente en su elección del sueño/dormir como vehículo en el que el alma, a través del pensamiento racional, busca adquirir la verdad y el conocimiento. Descartes, por ejemplo, aborda este tema al afirmar que, ya sea dormido o despierto, no debemos dejarnos persuadir de la verdad de nada si no es con la evidencia de la razón. Procede a aclarar esta afirmación y argumenta que, dado que nuestra capacidad de razonar es más aguda cuando estamos despiertos, aquellos pensamientos que poseen la verdad “deben encontrarse infaliblemente en la experiencia de nuestros momentos de vigilia más que en la de nuestros sueños”.
En cambio, Sor Juana percibe el “profundo sueño dulce” como un instrumento para su liberación espiritual y su exploración intelectual. El alma, una vez libre de las restricciones de la prisión corporal, explora los cielos en busca de conocimiento. Es aquí, además, donde se deja atrás el género, pues ella creía en un alma andrógina.
Segunda melancolía
Sor Juana se retiró al mundo de los sueños y la fantasía para expresar sus más íntimas ambiciones y confidencias. Al codificar su amor por el aprendizaje en la inconsciencia atemporal de un sueño; era libre de comunicar sus íntimos deseos y aspiraciones.
A diferencia de Descartes, Sor Juana realizó sus más profundas revelaciones de la verdad al amparo de la noche, en el silencioso y protector refugio de un sueño.
En la vibrante expresividad de sus versos, la poeta manifiesta un ardiente deseo de conocimiento y un desafío al status quo que pretende negarle el acceso a ese conocimiento. Su pasión por aprender y la aplicación de sus estudios a la estructura interna del poema representan dos de los rasgos más destacados del mismo.
A pesar de las limitaciones que se le imponen como mujer de vocación religiosa, supera a muchos de sus contemporáneos masculinos en su percepción ilustrada del mundo cambiante. Anticipándose a la transformación de las actividades intelectuales del próximo siglo, Sor Juana acepta los nuevos descubrimientos científicos, anunciándolos como una prueba más del plan universal de Dios.
Primero sueño es el testimonio de Sor Juana al espíritu moderno de la investigación crítica.
Last modified: noviembre 18, 2022
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