El cantante Sixto Rodríguez, alias Sugar Man, ha muerto a los 81 años


El estadounidense de origen mexicano, que se convirtió en una estrella en Sudáfrica a su pesar, murió en Estados Unidos el 8 de agosto de 2023. El documental Sugar Man –ganador de un Oscar en 2013– analiza su desaparición y resurrección.


Sixto Rodríguez ha muerto. El olvidado cantante, resucitado en 2013 por el oscarizado documental Searching for Sugar Man (2012), falleció el 8 de agosto en Estados Unidos a los 81 años. La noticia se dio a conocer en un comunicado publicado en la página web del artista.

Nacido en Michigan en 1942, el cantante de origen mexicano saboreó por fin las mieles del éxito a los 70 años. Sus dos álbumes, Cold Fact y Coming From Relity, publicados en 1970 y 1971, no lograron repercusión alguna, lo que le obligó a abandonar la música para trabajar en la construcción y sacar adelante a sus hijos.

Símbolo en Sudáfrica

Durante los años 80, en Sudáfrica, sus discos se convirtieron en un grito de guerra para toda una generación harta del apartheid. Por un milagro misterioso e inexplicable, se convirtió en un símbolo. Allí, libertad se escribe con tres sílabas: Ro-drí-guez. Los discos se venden como pan caliente. The Beatles, en cambio, se agotan. En Ciudad del Cabo, Elvis no valía nada. Las canciones de este fantasma hablaban de miseria, de fracasos amorosos, de traficantes a los que esperabas toda la noche. Nadie podía decir dónde estaba. Corrían rumores descabellados. Se decía que se había inmolado en el escenario, que se había apuntado a la cabeza con una pistola.

Al enterarse de esta extraña historia, Malik Bendjelloul fue a investigar. Viajó a Ciudad del Cabo y se reunió con fans. Algunos de ellos removieron cielo y tierra, haciendo llamadas a ciegas. Al final, encontraron al artista en su barriada de Detroit. No se había mudado, había hecho una sucesión de trabajillos en obras y seguía apareciendo en clubes de mala muerte. Sin rencores. En aquel momento, la discográfica no movió un dedo para ayudar a su protegido. Los productores fingieron extrañarse. Hay un atisbo de arrepentimiento en sus ojos.

Una coronación retrasada

El director pone los testimonios bajo el microscopio. Hay lágrimas de cocodrilo. ¿Adónde fue a parar el dinero? ¿Por qué se abandonó a este prodigioso cruce entre Neil Young y Bob Dylan? Estas preguntas siguen sin respuesta. En 1998, Rodríguez fue invitado a dar un concierto en Johannesburgo. No daba crédito a lo que escuchaba. El público se preguntaba si era un impostor. Un primer acorde de guitarra y la duda se disipa. La juventud vuelve, intacta, a pesar del paso del tiempo, las decepciones, el toque del desastre. Las esperanzas reviven.

“Gracias por mantenerme vivo”, dice al público que aplaude.

Es como una coronación retrasada.

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