En la era del Marketplace, no hay más marchantes

La esfera del arte y los individuos que conviven en ella es más extensa de lo que creemos. No sólo se está conformado por artistas ilustres o grandes mentes brillantes, pues hay un papel dentro de éste que funge un rol muy importante y logra potenciar el valor de cada pieza.

De hecho, esta figura icónica dentro del mundo del arte ha tenido nombre y apellido a través del tiempo. Tal vez, algunos los conocen por esa gran familia italiana del Siglo XIV, mientras que otros, tienen muy presente a cierto hermano de cierto pintor. Sin embargo, el título honorario que recibe es incluso mucho más simple, pero con gran presencia en el arte mismo.

Un marchante, en términos más exactos, es el individuo que comercia con el arte; un intermediario entre artista y coleccionista. También puede tratarse de un empresa, cuyo conjunto en asociación de individuos establece un alto estándar en cuanto la acreditación y distinción entre obras. Se encargan de analizar las tendencias que se exigen mientras pueden influir en el mercado y sus necesidades en cuanto al arte respecta. Sin embargo, su labor no solo radica en la compra y venta de una o más obras.

Es posible que, en algunas ocasiones, se encargue del bienestar y cuidado de las obras. Esto con la intención de garantizar que, cualquier pieza que sea adquirida, llegue a su destino en buen estado y genere una expectativa tanto del artista como de su intermediario

En sí, podríamos concluir que, un marchante establece una relación dentro lo que se le denomina industria del arte que, usualmente, conlleva más de una sola responsabilidad. No obstante, en un mundo moderno donde existen más necesidades y deseos instantáneos, el mercado y labor de un marchante puede verse vulnerado por la aparición de un nuevo modelo del cual ya hemos estado familiarizados desde la aparición de plataformas como Mercado Libre y Amazon: The Marketplace.

¿Qué es exactamente “The Marketplace”? 

Desde el año 2006, justo contemporáneo a la aparición de Facebook y otras redes sociales, el enorme monopolio que ahora es Amazon comenzó solemnemente ofreciendo la venta de libros y algunos productos en específico. No obstante, mientras la oferta y demanda incrementaba, la pregunta de llevar al límite de los confines de internet y la tecnología un servicio que funciona en la realidad física, sea rentable y beneficioso. 

Y es así como la respuesta a esa cuestión dio paso al nacimiento del Marketplace.

El concepto, la idea y estructura de un comercio meramente virtual, da paso a la venta y compra entre usuarios internautas, es decir, se trata de un mercado dentro del mundo digital. Esta nueva posibilidad no solo ofrece la conexión entre usuarios, sino que también, hoy en día hay una gran variedad de sitios en donde puedes encontrar un sin fin de productos al alcance de un click, mientras que las ganancias son denominadas como “recíprocas.” 

Actualmente, existen dos formas de experimentar la experiencia de una compra en línea, y su diferencia radica precisamente entre generar un pedido o un lead. Un generador de pedidos es el modelo tradicional de este ámbito. Aquí, el marketplace reúne directamente un centenar de productos de las tiendas dentro de la tienda virtual.

Es decir, que cuando el cliente termina su compra, el monto a pagar es único y se hace el pedido a través del marketplace que ofrece el servicio. No obstante, el generador de leads funciona casi exactamente igual, sin embargo, aquí hay una tercera persona, un comercio que tiene la responsabilidad de realizar el envío y recibir la remuneración en tiempo y forma. En resumidas cuentas, el papel del marketplace es de ser un intermediario para el comerciante y su cliente.   

Una de las ventajas que ofrece este nuevo modelo de mercado es la practicidad. Es fácil de usar, entender y consumir, lo que permite a los usuarios elegir y comprar un producto al mejor precio. Agregando a esto, la posibilidad de vender u ofrecer algún producto es más rentable que incluso de manera física, aunque claro, hay veces que se tiene que asegurar que la transacción sea segura y evitar las estafas más comunes.

Ahora que entendemos que es el Marketplace y cual es su ventaja frente al comercio físico, debemos aplicarlo al mundo del mercado del arte y observar qué y cuáles son las posibilidades que ofrece y cómo afecta a la figura del marchante hoy en día. 

Marketplace vs. Marchante

Si bien el Marketplace es más nuevo que el mercado mismo, hoy en día abarca más del 80 por ciento de las ganancias de los comercios virtuales. Este modelo que rompe con lo tradicional en su ámbito ahora ha alcanzado al arte, y con ello, la pregunta de si sigue siendo necesario un marchante activo.

Tal vez la respuesta sea confusa o inconclusa, sin embargo, nos encontramos en un punto donde lo tradicional siempre existirá, pero lo nuevo atrae con más rapidez y se percibe más cercano a nuestra cotidianidad. 

Al ser un método en que va viento en popa desde hace al menos dos años, el comercio en línea hace que los artistas, artesanos, fotógrafos e incluso escritores tengan la posibilidad de comerciar su arte a través de sus propias condiciones y sin tener un intermediario que domine precisamente la teoría de la bellas artes.

Gracias a esto, ahora existe una variedad de sitios donde está clase de transacciones se pueden realizar, no obstante, no todas se adecuan a las necesidades de un coleccionista ávido. Es decir, que los coleccionistas tradicionalistas prefieren seguir guiándose por los métodos ya establecidos, mientras que las nuevas generaciones de colectores prefieren la comodidad que trae consigo el consumo en línea.

En conclusión, un marchante de arte ha existido incluso mucho antes de que la familia Médici fuese un parteaguas para el mercado (o ya denominado industria) del arte. Es una figura importante, de eso no hay duda, sin embargo, también las nuevas oportunidades de aquellos que comienzan a conocer el mundo del arte y el cómo funciona dentro de un modelo comercial a través de las variadas ofertas en internet ya es una alternativa real y sustentable. 

Ninguna sustituye a la otra, más invita a preguntarnos cómo debemos adaptar los viejos y nuevos modelos mercantiles para el beneficio del arte. 


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