En Viena, obras maestras “torcidas” por el clima


El Museo Leopold, blanco reciente de los activistas ecologistas, ha inclinado 15 cuadros por el número de grados que podrían calentarse en los próximos años los paisajes representados.


En Viena, obras maestras de Gustav Klimt y Egon Schiele se han colgadas inclinadas desde el miércoles 22 de marzo para sensibilizar a la opinión pública sobre el cambio climático.

El famoso Museo Leopold, blanco reciente de los activistas ecologistas, ha inclinado 15 cuadros según el número de grados que los paisajes representados podrían calentarse en los próximos años en caso de cambio climático incontrolado. Una visión inquietante, cuando estos cuadros suelen ser tranquilizadores.

“Un aumento de la temperatura de sólo unos pocos grados favorecería el crecimiento de algas y secaría gradualmente el hermoso lago turquesa”, afirma la declaración junto al cuadro On Lake Attersee (1900), de Klimt.

El museo advierte de que, para que las generaciones futuras puedan admirar el paisaje tal y como lo pintó el artista, el calentamiento debe limitarse a 1.5 ºC respecto a la era preindustrial, mientras que los expertos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) pidieron esta semana medidas radicales para garantizar “un futuro habitable”.

De esta manera, “ver lugares hermosos en una situación inestable entristece e inspira a la acción por “lo que se perderá”, declaró Sofie Skoven, una estudiante danesa que visita la capital austriaca con su clase.

Esta institución, que con sus 6,000 piezas alberga una de las mayores colecciones de arte austriaco del mundo, ha bautizado el proyecto A Few More Degrees (Unos grados más), centrado en la segunda mitad del siglo XIX y el modernismo posterior.

Con esta iniciativa, el director Hans-Peter Wipplinger explica que “quiere alertarnos sobre las dramáticas consecuencias de la crisis climática”.

En respuesta a los activistas

De hecho, el concepto se concibió como respuesta a los activistas que en noviembre rociaron un cuadro de Klimt –protegido por un cristal– con un líquido negro para denunciar una asociación entre el museo y el gigante petrolero OMV. El director del museo no apreció esta maniobra y la denunció como “un mal método”. Desde entonces, ha aumentado el número de ventanas delante de los cuadros y se han reforzado la vigilancia de las salas y los controles en la entrada.

Lamenta el coste que supone, mientras que las primas de los seguros también han subido, sin garantía de que tales medidas “eviten” que se produzca otro incidente. Visible hasta junio y desarrollada con una red de científicos austriacos especializados en el clima, la iniciativa ha sido recibida por los visitantes de distintas maneras. La gente se está acostumbrando y al final “trivializa el calentamiento global”, afirma Joachim Burdack, un jubilado alemán de 71 años.

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