Iñárritu: Crónica de unas cuantas fallas logísticas


La calle Galeana fue sede de un encuentro de estudiantes, aficionados del cine, curiosos e incluso prensa al rebasar -por mucho- el cupo y la capacidad logística del Centro Cultural Universitario de Morelia (CCU).


Tras un anuncio publicado en las redes del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), cientos de personas se dieron cita a las afueras del CCU para poder asegurar su lugar en la máster class del cineasta Alejandro G. -ya que dejó de usar el “González”- Iñárritu, con motivo de su más reciente largometraje. Bardo: Crónica de unas cuántas verdades.

La cita para recoger los boletos de entrada era a las 14:30 horas, con la intención de iniciar la clase magistral a las 16:00. ¿El resultado? Una fila de más de 300 personas que rápidamente se salió de control.

El calor, la ausencia de sombra y la incertidumbre reinaron sobre los interesados, cada vez más ansiosos. Al llegar la hora acordada, una noticia terminó de elevar la temperatura hacia un enojo incontrolable: El recinto se encontraba lleno, a pesar de no haber entregado boletos… al menos no a las personas formadas.

Se anunció que diez personas entraron, que aproximadamente cincuenta boletos fueron reclamados y no había espacio para más. Se considera que la máster class cambie de sede para asegurar la entrada a más personas, dijeron las autoridades del CCU.

Acercándose las manecillas del reloj a las 15:30 horas, y con números de turno anotados en los brazos de quienes aún esperaban algún indicio de movimiento, se confirmó que el evento se llevaría a cabo según lo planeado; a pesar de las constantes críticas e insistencias de quienes seguían sufriendo bajo el sofocante látigo del sol.

Caos.

La fila se desintegró para formar una ola frente a las puertas del recinto. La prensa fue reubicada a la misma zona. La ola se hizo homogénea. Todo el mundo quería entrar; exigía entrar. No era una petición. Era una demanda.

Elementos policiales llegaron a la escena para limitar el paso a la calle y tratar de contener la situación. El paso era imposible. Un par de vallas metálicas indicaron el cierre total de la calle, sobre las cuáles más tarde se encontraría recargado Alejandro Ramírez Magaña, CEO de Cinépolis y principal responsable del FICM.

“El cine es para todos” fue una de las frases que entonaron en una sola voz; los jóvenes, en su mayoría, pedían que la clase se diera en la calle, acusando que únicamente se permitía el ingreso a personas privilegiadas que -de alguna manera- contaban con boletos en mano.

Minutos después de las 16:00 horas, ya habiendo comenzado la transmisión en vivo de lo que ocurría al interior del CCU, y continuando con más demandas al unísono en el exterior -¡Corruptos!; ¡Sí cabemos!; ¡Nadaremos!-, los organizadores realizaron una publicación en las redes oficiales del festival:

A todas las personas que se quedaron sin poder acceder a la Clase Magistral de Alejandro G. Iñárritu, sepan que el FICM está haciendo su máximo esfuerzo para satisfacer la demanda y nadie se quede sin escucharle. Pronto más información.

Dicha información se comunicó en forma de acceso en pequeños grupos, dependiendo del número anotado sobre el brazo horas antes. Como si de un juego de sillas musicales se tratase, el acceso osciló entre una fila organizada en segundos y una masa homogénea y enojada.

Finalmente, un segundo comunicado afirmó una segunda oportunidad gracias a la generosidad del cineasta:

Agradecemos la paciencia de las personas que esperaron a las afueras del Centro Cultural Universitario. Nos complace anunciarles que, gracias a la gentileza de Alejandro G. Iñárritu, habrá una segunda Clase Magistral, hasta completar el aforo del recinto. ¡Celebremos que #MoreliaEsCineMexicano!

De está manera, la segunda clase inició a las 18:00 y tuvo una duración de 45 minutos -ya que dividió ambas clases- con una ocupación de 300 personas, mismas que tuvieron que formarse sobre la calle cerrada a continuar la espera(nza) en el segundo día del Festival Internacional de Cine de Morelia.

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