“I just wonder if the sad I’d be without you is less than the sad I get from being with you.”
Tom Wambsgans
La programación de HBO los domingos por la noche es reconocida por darnos unos de los mejores programas de televisión, aclamados por la crítica. Desde el fenómeno cultural que fue Game of Thrones, la revolución televisiva que causo Los Sopranos, The Wire, Big Little Lies y entre otras. Productos televisivos aclamados por el público y las críticas.
Este año da término otra serie de HBO que estoy segura será parte de este legado. Succession, creada por Jesse Armstrong y producida por dos agentes reconocidos en el mundo de la comedia, Will Ferrel y Adam McKay. Desde el 2018 ha contado la historia sobre la disfuncional familia Roy y el impactante imperio de medios Waystar Roy Co.
Siguiendo a la figura líder en ambas instituciones, el patriarca Logan Roy (Brian Cox), en el manejo de su imperio y de su familia. No es sorpresa que estas dos se convergen, la familia son empleados de Waystar Roy Co. y el negocio es una operación familiar. La familia es lo más importante para Logan, no por “amor” pero por la cercanía, el compromiso y la lealtad. Esta familia se encuentra entrelazada con negocios, adquisiciones y la inminente sucesión al imperio de su padre.
Un reinado que puede caer a cualquiera de sus cuatro hijos (aunque realmente solo tres son considerados verdaderos candidatos).
Los Roy
El mayor dentro de la empresa, Kendall Roy, quién ha aprendido de su padre y ha sido moldeado para ser el único sucesor de la empresa. Un personaje complejo llevado a niveles trágicos por la actuación de Jeremy Strong y el guion de Jesse Armstrong. Un trágico relato a la Icaro que ve la caída del hermano dorado a decepción familiar. La primera víctima del sistema impuesto por Logan, sea dentro de las relaciones familiares o la visión del público.
Ken Roy, quién es el primero en disentir de los aprendizajes de su padre y darse cuenta de la toxicidad que despliega su padre en la cultura y su familia. Un hombre roto, adicto y perdido, drenado por años de abuso emocional. En la eterna espera de una limpieza de alma y conciencia.
El hijo de en medio, Roman Roy, quién inicia como un cabo perdido dentro de la organización pero el agente más valioso para Logan. Un perro leal que regresa aún al ser golpeado. Es claro que hay “algo malo” dentro de Roman, con su inhabilidad de sostener una relación amorosa, su tétrico deseo sexual y una mentalidad de alguien estancado en la infancia. Él, aunque es el segundo (tercero) en línea, es la última opción de Logan, con conocimiento del negocio pero poca experiencia.
Y, más importante, “débil” a los ojos de Logan. Rom se encuentra constantemente haciendo excusas por su padre, por su negligencia o abuso, busca recuerdos lejanos sobre momentos de paternidad y se expone como el único miembro de la familia que aún cree en la familia. Un perrito buscando cariño en una jaula vacía.
La única mujer de la familia, y la hija menor, Siobhan Roy. Víctima clara de la misoginia de su padre. Educada con la mentalidad de ser “otro de los chicos” e invalidada constantemente por no serlo. Por un momento es la candidata clara para el puesto, por su inteligencia y habilidad para la estrategia. Pero es utilizada como imagen política mientras la compañía es acusada de abusos sexuales y crímenes en contra de la seguridad de las mujeres.
Los niños chiquitos aprenden todo lo que ven, y para Shiv fue condenada a aprender de su padre. Desvalorizando las emociones, el amor y el compañerismo. Que se refleja perfectamente en su relación con Tom Wamsgans. Afortunado que se adentra a esta poderosa familia, y como resultado termina siendo el chiste favorito de los hermanos. Entre Shiv y Tom no queda más que una co-dependencia lejana del amor.
“What you kids don’t understand. It’s all part of a game”
Un juego impuesto por los poderosos, por Logan. Quién utiliza cada influencia, contacto y reflejo de su poder para mantener a sus hijos bajo su control, como peones del juego que él está destinado a ganar.
El episodio 7 de la primera temporada, Austerlitz, deja claro las relaciones familiares y de negocio de los Roys. El obvio ciclo de abuso dentro de la familia, abuso que se muestran las cicatrices de Logan en su espalda, el camino autodestructivo de Kendall que lo lleva a consumir crack y un terapeuta lastimado físicamente al tratar de lidiar con esta familia.
Los daños que inflige Logan no son reales, son jugadas, pasos para la meta. Cicatrices sin sentido. Los daños a la familia son parte de la compañía, el trauma familiar se convierte en trauma social.
Separarse de este sistema abusivo es casi imposible para los Roy, pero cuando por fin aprenden esto, después de tantos daños, llegan a la única conclusión: tenemos que matar a papá. Todavía jugando el despiadado juego de Logan, donde el matar es parte de la negociación.
Aquí es donde nos encontramos esta cuarta y última temporada. Con cuatro hermanos, recién independizados, reunidos y fortalecidos por su nuevo lazo familiar. Arrastrándose para convertirse en algo más que los hijos de su padre.
Last modified: marzo 29, 2023
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