Un jarrón chino estimado en 2,000 euros fue vendido por más de 9 millones


El mercado chino decidió en Fontainebleau. Pero el escepticismo se mantiene. La estimación no superó los 1,500 a 2,000 euros.


Es un récord francés para el jarrón chino Tianqiuping de cuello cilíndrico, de 54 cm, con decoración azul y blanca; vendido por 7,7 millones de euros (9,1 millones de euros con impuestos) el sábado en la casa de subastas Jean-Pierre Osenat de Fontainebleau. La estimación no superaba los 1,500 o 2,000 euros. Esto plantea dudas sobre el veredicto del experto que, según el subastador, “no consideró oportuno venir a ver la pieza, argumentando que era del siglo XX”. Sin embargo, tenía una marca debajo de la base, que tal vez atestigua una fecha anterior, que debería haber llamado su atención. Osenat se negó a revelar su nombre para no desprestigiarla.

El jarrón fue ofrecido como parte de una colección de muebles y otras obras de arte. La vendedora, que vive en un territorio francés de ultramar, “es una señora que heredó el jarrón de su madre, que a su vez lo heredó de su madre, una gran coleccionista parisina del siglo pasado”, explicó a la AFP el director artístico de Osenat, Cédric Laborde.

El objeto formaba parte de las posesiones que dejó la madre del vendedor al morir, en su piso de Saint-Briac-sur-Mer, en la costa de Bretaña. La vendedora “estaba lejos, ni siquiera vio el jarrón, lo hizo transportar a París. Es una historia de locos”, dijo el subastador Jean-Pierre Osenat.

La venta dio lugar a una guerra de ofertas

La cuestión es saber de qué periodo data. Si es del siglo XX, como concluyeron los expertos, el objeto es relativamente común. Si es del siglo XVIII, eso la convierte en una pieza extremadamente rara, lo que justifica el precio de compra. “Desde el momento en que se hizo público el catálogo, vimos que había mucho movimiento: cada vez más chinos venían a ver el jarrón. El experto dijo que seguía pensando que no era antiguo”, dijo Laborde. La venta supuso una batalla de ofertas entre 20 y 30 postores, la mayoría por teléfono, algunos en la sala.

El comprador era chino. “Los chinos son apasionados de su historia y están orgullosos de recuperar su patrimonio. Creo que este jarrón no está destinado a ocultarse a la vista, sino a exponerse en un museo”, dijo el ejecutivo de la casa de subastas. En cuanto a la vendedora, se quedó atónita con la noticia. “Podría haberla vendido al anticuario local. Es una gran historia para esta señora, y para mi profesión, para el propio principio de las ventas públicas”, dijo Laborde.

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