El robo ha dejado su huella no sólo en la superficie del lienzo, donde son visibles algunas cicatrices a pesar de su meticulosa conservación, sino en la mente de los espectadores.
El trabajo de Ulrich Birkmaier como conservador jefe de pinturas en el Museo Getty consiste en reparar minuciosamente los lienzos envejecidos y eliminar los barnices o las restauraciones descuidadas para que las obras puedan volver a ser contempladas por el público en todo su esplendor. Es, por profesión, lo contrario de un ladrón de arte.
Sin embargo, a principios de marzo interpretó el papel de uno. El restaurador nacido en Múnich, cogió un cúter y comenzó a cortar rápida y violentamente un cuadro de su marco, empezando por la parte superior izquierda. Cuando el lienzo no se desprendió de su soporte, tiró con fuerza, creando un patrón de finas grietas que atravesaban el lienzo. En pocos minutos, la imagen era suya.
Birkmaier estaba recreando uno de los robos de arte más descarados del siglo pasado: El robo a plena luz del día en 1985 de Woman-Ochre (1955), obra de Willem de Kooning, en el Museo de Arte de la Universidad de Arizona. Una pareja blanca de mediana edad compuesta por Jerry y Rita Alter -él llevaba gafas y bigote, ella un pañuelo sobre el pelo- entró en el museo en cuanto abrió sus puertas. Rita distrajo a un guardia mientras Jerry subía hacia donde se encontraba el cuadro, y en 10 minutos se hicieron con la pieza. No se encontraron pistas significativas en el caso hasta hace cinco años, en 2017, cuando la pintura fue recuperada por anticuarios de Nuevo México.
El marchante, David Van Auker, descubrió en 2017 que el cuadro que acababa de colocar en su tienda era en realidad Woman-Ochre. Compró la pieza como parte de la herencia de Jerry y Rita Alter -fallecidos en 2012 y 2017, respectivamente-, profesores jubilados que habían habitado el mismo espacio que la obra durante décadas. Lo habían colgado en su dormitorio en un lugar extraño, oculto por la puerta de la habitación cada vez que se abría.
Como muestra el documental El coleccionista de ladrones, todos los indicios apuntan a que los Alter robaron el cuadro para su disfrute privado, desde las fotografías que sitúan a la pareja en la zona el día antes del crimen hasta los bocetos de la policía que coinciden con sus rasgos -según un agente del FBI que aparece en la película, la investigación ya no está activa-.
Birkmaier reconstruyó el robo con una reproducción fotográfica barata, pero “parecía extrañamente original”, dijo, y el proceso parecía engorroso. “Entrar con un cuchillo fue molesto. Iba en contra de todo lo que estamos entrenados para hacer”. Lo hizo para un breve vídeo de la nueva exposición del Museo Getty, Conserving de Kooning: Theft and Recovery, que organizó con Tom Learner, director científico del Instituto de Conservación del Getty. La exposición, planeada para inaugurarse el 7 de junio, resulta ser la primera vez que se muestra al público Woman-Ochre en más de tres décadas.
La exposición también se plantea como un primer paso hacia el regreso de la obra al Museo de Arte de la Universidad de Arizona, el próximo 8 de octubre. Allí, será la pieza central de una exposición relacionada, Restored: The return of Woman-Ochre, la cual presentará cómo llegó el cuadro al museo en primer lugar: Siendo parte de un regalo del coleccionista de Baltimore Edward Gallagher Jr. en honor a su hijo de 13 años que murió en un accidente de barco.
Pero el cuadro de hoy no es exactamente igual al que Gallagher dio en 1958. El robo ha dejado su huella no sólo en la superficie del lienzo, donde son visibles algunas cicatrices a pesar de su meticulosa conservación, sino en la mente de los espectadores. El regreso de la obra plantea una cuestión interesante: Hasta qué punto los visitantes verán el cuadro, con su representación grotesca -incluso sexista- de la forma femenina, bajo una luz diferente.
Woman-Ochre fue controvertida incluso antes del robo, como parte de la influyente pero polarizante serie “Woman”. En la década de 1950, tras darse a conocer como pintor abstracto, el artista causó sensación con seis enormes lienzos -“Woman”- numerados como tales, además de varios lienzos más pequeños como el recién restaurado. Con un pincel ancho y a veces afilado, esta serie estiró la figura femenina de forma grotesca, dotándola de rasgos que incluían ojos abiertos, dientes como colmillos y senos desfigurados, desproporcionados al cuerpo.
Al principio, las obras fueron consideradas misóginas, generando tanto ruido que incluso Elaine de Kooning, esposa del pintor, insistió en que ella no era la inspiración, sino su madre. El artista no ayudó a su causa cuando declaró en 1956: “Las mujeres a veces me irritan. He pintado esta irritación en la serie Woman”.
Olivia Miller, conservadora de exposiciones del Museo de Arte de Arizona, reconoció el contenido agresivo de la obra de arte, pero también dice que adquirió una nueva mística a causa del robo. Incluso se refirió a ella como un “objeto sagrado” cuando le pidieron que hablara en una clase de estudios religiosos.
“Se convirtió en algo muy valioso. El museo quería recuperarlo y se pasó mucho tiempo mirando esa imagen y pensando en ella”, dijo. “Y luego, que vuelva, que tanta gente se reúna en torno a ella y que el Getty pase años cuidándola, ese elemento humano imbuyó el cuadro de un nuevo significado”.
El cuadro todavía tiene algunas cicatrices visibles si se mira con suficiente atención. Alrededor de los bordes del lienzo se pueden ver ligeros hoyuelos hechos por los ladrones al grapar su lienzo cortado a un nuevo bastidor. Puede detectar irregularidades cerca del marco donde se produjo el corte. Y, si se sabe dónde mirar, probablemente se puedan distinguir algunas de las roturas que han sido reparadas, como la que se encuentra bajo la firma del artista -la firma es tan prominente que es difícil imaginar a una pareja que vivió con los de Kooning durante décadas sin notarlo-.
Se estima que el valor de la pintura se encentra cerca de los 100 millones de dólares, basándose en otra más grande de la misma serie que se vendió en privado por aproximadamente 135 millones de dólares. Miller afirmó que la universidad no tenía planes de venderlo.
De este modo, es probable que para la mayoría de los espectadores, especialmente a distancia, cualquier daño que siga siendo visible después de todo el trabajo de Getty se mezcle con las furiosas pinceladas del artista. Y tal vez, de esta extraña manera, la violencia del robo y la violencia de la imaginería de Willem de Kooning funcionen ahora juntas, entretejidas en el propio lienzo de este cuadro recién conservado.
Last modified: mayo 26, 2022
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