Su obra no se limitó a los espacios cerrados o a los salones de museos y galerías, sino que decidió emplear todo su conocimiento y reflejar toda su ideología en cada trazo, cada material, cada color.


Considerado uno de los más importantes en la historia del arte colombiano,  Alejandro Obregón Rosén desempeñó un papel clave en los debates sobre el arte moderno de la segunda mitad del siglo XX y es reconocido mundialmente por sus obras; las cuales abordan el contexto político colombiano y la geografía -paisaje, naturaleza y territorio de la misma Colombia-. Durante su vida trabajó como pintor, grabador, ilustrador y escultor. 

El vuelo del cóndor

Máscaras (1952)

Hijo de madre española y padre colombiano, Alejandro Obregón nació el 4 de julio de 1920 en la ciudad de Barcelona y emigró con sus padres a Barranquilla, Colombia, seis años después. De 1930 a 1934 estudió en el Stony Hurst College de Liverpool y durante otros dos años en Boston. En 1936 interrumpió sus estudios y comenzó a trabajar en la fábrica textil de la familia Obregón Arjona, en Barranquilla, hasta 1938. Luego se empleó como conductor e intérprete para las compañías petroleras en el Catatumbo. Hacia 1939 retomó sus estudios en Boston y dos años después adquirió la nacionalidad colombiana

Como vicecónsul de Colombia, volvió a vivir en Barcelona de 1940 a 1944. En 1942 fue asistente en la Escuela de la Lonja y también impartió cursos gratuitos de pintura. Regresó a Colombia en 1944 y enseñó en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá; además, expuso por primera vez en la Biblioteca Nacional de la misma ciudad. Decidió convertirse definitivamente en pintor tras estudiar durante un año en la Academia de Bellas Artes de Boston. Participó en el V Salón de Artistas Colombianos, donde fue considerado por la crítica como el artista revelación del salón. Su primera exposición individual fue al año siguiente en Bogotá, en la Biblioteca Nacional. 

Le Corbusier visitó su taller en 1947, quien, sin embargo, no se mostró muy eufórico con las obras presentadas. Un par de años después, Obregón se trasladó a Francia, estableciéndose en Alba-la-Romaine, y recibió la Orden de Comendador de las Artes y las Letras del Gobierno francés. Tras un breve desvío a París, se instaló cerca de Aviñón hasta 1954. Allí trabajó de forma geométrica y clara con influencias del cubismo. 

Muerte a la bestia humana (1985)

Al regresar a Colombia, se instaló en Cartagena, donde trabajó con Guillermo Wiedemann, Santiago Martínez Delgado, Enrique Grau y Ricardo Gómez Campuzano. A mediados del siglo XX, formó parte del Grupo de Barranquilla, asistiendo regularmente a La Cueva -bar fundado en 1954-, punto de encuentro entre algunos escritores, pintores y filósofos, como Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis, Cecilia Porras, Alonso Restrepo, entre otros. 

De 1957 a 1958, Obregón viajó por Francia y Estados Unidos, modificando su visión artística. A partir de 1958, abandonó las geometrías en sus obras y se inclinó cada vez más por las técnicas expresionistas. Vivió el resto de su vida en Colombia, donde terminó de desarrollar su obra. Decidió trasladarse a Cartagena de Indias en 1966, donde permaneció hasta su muerte en 1992.

Paisaje y violencia

El inicio del siglo XX en Sudamérica fue marcado por una constante búsqueda de identidades, sobre todo en el campo de las artes, y, a su vez, se caracteriza por la búsqueda del diálogo, de la cooperación, de la integración, del instante de volverse hacia afuera, para el encuentro con el otro.

Violencia (1962)

La naturaleza y el paisaje se encuentran presentes en las obras de Obregón a lo largo de su trayectoria artística: Desde el mar; la montaña; el río; el volcán y el viento, hasta el cóndor; el toro y la barracuda. De igual manera trató la realidad política y social de Colombia en momentos puntuales. Recibió la influencia de las vanguardias artísticas europeas a las que se vio expuesto en Francia y Cataluña, principalmente. Resultan notorios los elementos tomados del impresionismo, el expresionismo y el cubismo, desde Cézzanne hasta Braque.

Fue testigo de primera mano de los hechos del 9 de abril de 1948 en Bogotá, de las revueltas estudiantiles contra la dictadura, de las atrocidades y de la violencia indiscriminada.

Él mismo afirmaba: “Pinto temas políticos cuando siento que ya no es posible tolerar y que es necesario denunciar”. Se ocupó del estudio del espacio en sí mismo y del análisis de los hechos o fenómenos geográficos. Estas fueron las bases del impulso creativo del artista, que se propuso crear sus propias geografías pictóricas. Con práctica plástica levantó interrogantes acerca del medio ambiente y el acontecer político colombiano.

Lanzando la onda, Obregón (1975)

Habitar el afuera

Siendo un artista multidisciplinario, Obregón realizó mosaicos, vitrales, murales y esculturas en Barranquilla, Cartagena, Bogotá y Nueva York. Su obra no se limitó a los espacios cerrados o a los salones de museos y galerías, sino que decidió emplear todo su conocimiento y reflejar toda su ideología en cada trazo, cada material, cada color.

Entendía perfectamente que resulta necesario conocerse para integrarse, por lo que cada expresión cultural, y, por extensión, artística, es consecuencia directa de la realidad histórica, social y económica de una región, sin importar que ésta se encuentre dentro de un mismo estado nación. De esta manera, el cóndor se convirtió en el símbolo de la unión y la fuerza de América, desde la Patagonia hasta California, volando a lo largo de las cumbres andinas.

La obra de Obregón logró unificar dos momentos dicotómicos; logró encontrar puntos medios y lejanos extremos entre la violencia ejercida y la muerte, entre la riqueza natural y cultural de un país herido; que, sin embargo, se mantiene fuerte. Los momentos estéticos que permite cada lienzo, cada escultura, refleja y enaltece la realidad de su tiempo. Expresa y trasciende.

Tres cordilleras y dos océanos (1985)
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